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- 18/04/2015 02:00
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Qué tan célebre y placentera es la expresión ‘¡aaaah aaaaah!,' simplemente por quitarnos unos zapatos incómodos, en ese afán de mantener la errónea frase que reza: ‘la belleza duele'.
Por querer sentirnos cómodas en zapatos que no nos acomodan, le creemos al vendedor cuando nos dice ‘¡qué bonitos se te ven!', de forma tan atinada y persuasiva, tocando ese yo interno, el cual nos convence que con unas cuantas usaditas se abrirán y no nos dolerá nada de nada.
Lo más triste es chocar con la realidad de llegar a la casa y sentir que nos duelen hasta las pestañas, y peor aún cuando nos preguntan ‘¿cuánto te costaron?'. Para luego añadir el acostumbrado, ‘te lo dije.'
Nosotras las que poseemos un pie con gran personalidad, necesitamos tener reglas claras y conocimientos sobre las consecuencias que trae a nuestra anatomía (no solo en los pies sino en todo el cuerpo) el utilizar los zapatos no adecuados.
Cuando colocamos los pies en estrés social, o sea con zapatos apretados, estamos llevándolos a desarrollar un hallux valgus o juanete, como se le dice coloquialmente, muy conocido por la fuerte huella que forma, que es tan difícil de disimular.
El juanete es la salida o luxación del tendón flexor del dedo gordo del pie.
Cuando está comenzando a aparecer, decimos 'voy a dejar los tacones', pero no lo hacemos hasta que se ha plantado en nuestra vida con personalidad, con acento español y sobre todo dispuesto a seguir evolucionando.
Luego se convierte en un apéndice del segundo dedo del pie, que ha de cargar con él hasta que nuestro buen amigo, el láser, le dé un acomodo quirúrgico, o en la seguridad social le den con el antiguo bisturí.
LA TALLA CORRECTA
Sin embargo, no todo es tan trágico, si nos acogemos a la moda de la no tortura, donde buscamos nuestra talla basada en la medida real de nuestros pies.
Esta talla la podemos determinar después de las diez de la mañana, cuando ya hemos entrado en actividad y la sangre está distribuida en todas partes.
Lo sabemos cuando el dedo gordo del pie no toca con la punta superior del zapato, y uno de los detalles más importante es que los dedos no se sientan como si fueran pasajeros de un metro bus a las 6 de la mañana.
Los dedos deben estar uno al lado del otro, no montados o apiñados, ya que el zapato de punta lo va sacando del asiento hasta quedar sobre el vecino, su segundo dedo, permitiendo que se salga de posición.
Esto, con el tiempo, va causando que el tendón se vaya acortando, sin permitirle retornar posteriormente a su posición correcta.
Finalmente, esto resulta en que el dedo gordo se convierta en una carga social para su pie y lo que era belleza se torne en dolor permanente, en la búsqueda zapatos especializados.
CUIDAR DE NUESTROS PIES
La higiene de nuestros pies no corresponde solamente a lavarlos, secarlos y mantenerlos limpios, sino realizarles la actividad física que les corresponde y hacerles ejercicios de estiramientos, como llevarlos hacia adelante y hacia abajo, y al dedo gordo alinearlo como un buen militar.
Debemos tener en cuenta que los tacones son para utilizarlos por momentos y no por horas.
Además, que existen los zapatos de tacón de 1 o 2 pulgadas, con un arco de apoyo, que nos harán descansar cuando el día es largo.
Por otra parte, los zapatos completamente planos no facilitan el mantener todas las curvas del pie y por ende hay una caída media de la columna, que se alteran con el desvió de los dedos, y el choque de las rodillas, causando desgastes innecesarios.
Qué fácil es obtener un buen juanete con todos los dolores que conlleva, de forma momentánea y permanente, pero es aún más fácil evitarlo siguiendo indicaciones tan sencillas, como el escoger el zapato de nuestro número, los tacones medianos, que no tengan puntas de estilete, y sobre todo que la razón prevalezca sobre la belleza .
La autora es fisoterapeuta especializada en actividad fisica y deportiva y catedrática de biomecánica.