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- 09/12/2023 11:49
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Los quelpos reciben agua dulce por el deshielo de los glaciares, lo que produce “respuestas distintas” en unas plantas subacuáticas que pueden alcanzar los 50 metros de altura.
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Dubai
Aislados, sensibles, misteriosos e imprescindibles para el bienestar de las comunidades que los rodean, los bosques de algas de las aguas subantárticas que bañan el extremo sur de Chile son un “centinela” de excepción de la vulnerabilidad climática bajo aguas “del principio del mundo”.
Así lo vinieron a relatar a la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas (COP28) desde el mar de Hoces o paso de Drake y el Estrecho de Magallanes un grupo de científicos chilenos, obcecados en una misión “como Quijotes de hoy en día” de hacer ver al mundo tanto la extrema gravedad y rapidez de los cambios climáticos “que nunca antes habíamos visto” como la gran herramienta que constituyen los “kelps” (o quelpos) para calibrar científicamente los efectos del calentamiento global.
Con la alianza natural de las comunidades pesqueras que rodean y subsisten gracias a este ecosistema único, claramente conscientes de su dependencia de este frágil ambiente, los científicos de la Universidad de Magallanes llegaron a Dubái para pedir más recursos y cooperación para poner en uso una “herramienta” clave para la ciencia climática.
Centinelas
”Chile tiene un tiene un laboratorio natural para estudiar los efectos del cambio climático global. Un laboratorio único que aún no está impactado y que por lo tanto, allí puedes ver los efectos que tiene, por ejemplo, el retroceso glacial”, dijo a EFE Andrés Mansilla, profesor de la Universidad de Magallanes y una eminencia en el estudio de los quelpos.
Desafiando los rigores climáticos del desierto arábigo, el chileno explicó que los bosques de algas subantárticos son “un centinela para el estudio del cambio climático”, aislado y libre de otras influencias externas en su devenir que no sean las causadas por el calentamiento global.
Los quelpos reciben agua dulce por el deshielo de los glaciares, lo que produce “respuestas distintas” en unas plantas subacuáticas que pueden alcanzar los 50 metros de altura.
”Como las personas, si cambian algunos parámetros, cambian también funciones. Si le bajas salinidad, afectas su reproducción. Si mezclas tierra del glaciar con agua salada, entra menos luz en las columnas de agua, y van a hacer menos fotosíntesis. Si hacen menos fotosíntesis, van a secuestrar menos carbono de la atmósfera...Eso tenemos que medirlo, para saber qué está ocurriendo. Eso no ocurre en ningún otro lugar del mundo, sólo allí”, aseveró el científico.
El “círculo vicioso” del cambio climático se ve claramente en las aguas subantárticas en donde, al revés que otros muchos sitios afectados por la crisis ambiental, los agentes que intervienen son muy pocos y cuantificables.
”Aquí son sistemas todavía prístinos, con muchas especies endémicas, únicas. No hay réplicas latitudinales. Todo empieza y termina aquí”, señaló.
Protectores locales
En ese sentido, destacó la actitud de la población local que vive de las aguas del sur de Chile, pescadores artesanales, así como del gobierno por proteger ese ambiente, conscientes de que los cambios en el sistema, afectan profundamente su economía.
”Es que si desaparece una especie, puede ser importante. Erizos, ostiones...Pueden verse afectados, y eso son cosas que tienen que ver con las economías de los países, con sus exportaciones. Son todo cosas que están superentrelazadas”, dijo.
Son estas comunidades las que han rechazado proyectos para talar estas algas, que tienen muchos usos en alimentación, como abono o incluso para generar biocombustible, mientras se investiga bien todo lo que pueden suponer estos bosques.
Y para ello, lo que hace falta es dinero.
”Hay que comprar equipamiento científico sensible, hay que tener más capacidad, estudiantes, doctores, investigadores. Hacen falta alianzas entre países, entre hemisferios. Tenemos que crear nuestro propio conocimiento, que sirva para complementar lo que ocurre en otros lugares. Estamos obligados a hacerlo ante esta situación de vulnerabilidad”, añadió Mansilla.
Este tipo de ecosistemas “clave” que tiene Chile, el país más próximo al territorio antártico, tienen “que ser revelados”, para “mostrarle al mundo que desde el fin del mundo, o desde el inicio del mundo, que es importante en términos del escenario del cambio climático”, culminó.