Parque Nacional Santa Fe, una joya natural aún por descubrir

  • 03/09/2014 02:00
Aunque la reserva tiene más de 13 años de estar creada y es hábitat de especies únicas, aún se desconoce todo su valor ecológico

El Parque Nacional Santa Fe es una joya de la naturaleza panameña, de gran de interés para la población de la región, el turismo y la ciencia, por ser hábitat de especies como las orquídeas, el colibrí garganta ardiente, el tapir y de árboles que permanecen siempre verdes en todas las épocas del año y salvaguardan las cuencas hidrográficas de la región.

Se trata de un área cuyo verdadero valor ecológico todavía se desconoce, puesto que ha sido muy poco estudiada. Lo que sí se conoce es que tiene una rica biodiversidad, representada en un sinnúmero de especies endémicas y nuevos reportes de flora y fauna, según el Plan de Manejo emitido en Gaceta Oficial esta semana.

Se estima que el parque ocupa 72 mil 636 hectáreas de terreno boscoso de la parte de los distritos de Santa Fe y Calobre y se extiende desde el límite con la Comarca Ngäbe-Buglé hasta el límite con las provincias de Colón y Coclé. Un 28.48% de la superficie del parque pertenece a la vertiente del Pacífico y el resto, el 71.52% al Caribe. El parque fue creado el 11 de diciembre de 2001. Su localización en las tierras altas de la cordillera central panameña es, —precisamente— lo que lo convierte en un sitio de importancia ecológica para la conservación de ecosistemas únicos y biodiversidad; así como también en un sitio estratégico para la producción de agua para satisfacer las necesidades de las comunidades e industrias ubicadas aguas abajo de los ríos que drenan hacia el Pacífico, como indica el Plan.

Sin embatgo, a pesar de su importancia, al igual que muchas otros parques naturales del país se ha visto amenazado por el uso inadecuado de sus recursos, por lo que la Autoridad Nacional de Ambiente (ANAM) con apoyo otros organismos tramitaron el Plan de Manejo del parque.

EL PLAN DE MANEJO

Didier Núñez, ingeniero forestal y hasta hace poco director regional de Áreas Protegidas de la ANAM en Veraguas dijo a La Estrella de Panamá que los aspectos importantes que comprende el Plan de Manejo son: Justificación de la creación del parque (antecedentes); zonificación, programas de manejo sostenibles, y un presupuesto anual para el cumplimiento que, según el documento del Plan de Manejo, se estima en 3 millones 231 mil 484 de dólares.

Núñez explicó, además, que el documento es una herramienta que dicta los lineamientos para el manejo eficiente de los recursos naturales. ‘Toda zona protegida debe contar con un instrumento como este para el buen uso de los recursos naturales’, indicó Núñez, resaltando que esto fue posible luego de una serie de investigaciones, talleres y consultas comunitarias. Por su parte, Eddy Arcia, coordinador técnico de Áreas Protegidas de ANAM, sede Metropolitana, mencionó que entre los objetivos del plan esta promover el uso racional de los recursos, ordenarlos y clasificar las actividades que se pueden desarrollar en cada una de sus zonas. ‘No es para prohibir el uso de los recursos del parque sino más bien para que las personas aprendan a utilizarlos de manera racional y sostenible. Porque no todos los sitios del parque se pueden utilizar para los mismos fines, hay lugares específicos para investigaciones, otros para senderismo, etc.’, explica Arcia, recalcando que la zonificación del PNSF, busca ordenar el uso de sus recursos naturales, culturales e históricos. En este sentido, Núñez destacó que para que los propósitos del plan se cumplan, el plan propone establecer programas de manejo de control y vigilancia, puesto que en los últimos tiempos ha habido una carencia tanto de guardaparques como de equipos e infraestructuras de vigilancia, por lo que se solicita por lo menos unas 15 unidades en cada turno. ‘Actualmente solo contamos con seis en cada turno y no son suficientes’, subrayó.

Como complemento a su importancia ecológica, la región de Santa Fe cuenta con una riqueza cultural importante. Fundada en 1559 y durante la segunda mitad del siglo XVI, la región se convirtió en un prominente centro minero. Todavía se conservan ruinas de la mina de El Cucuyo y de sus caminos de acceso. Incluso, los petroglifos que hay son testimonio de las habilidades de las comunidades indígenas que poblaron la región en épocas prehispánicas.

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