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Detrás de los huracanes
- 07/10/2022 00:00
- 07/10/2022 00:00
La Estrategia Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres (EIRD) ha reenfocado la forma de abordar un desastre, haciendo hincapié ya no en el énfasis tradicional de la respuesta frente a los desastres, sino en la promoción de la cultura de prevención que permita disponer con anticipación lo necesario para gestionar el desastre.
Un desastre puede ser un suceso natural, que según, la Real Academia Española (RAE), puede ser de índole biótico o abiótico y ocasiona trastornos importantes en los sistemas de producción agraria o en las estructuras forestales y que acaba generando daños económicos importantes en los sectores agrícola o forestal.
Es decir, es un hecho natural o provocado por el ser humano que afecta negativamente a la vida, al sustento o a la industria al poner de manifiesto la vulnerabilidad del equilibrio necesario para sobreponerse al suceso.
Un desastre natural puede ser causado por los huracanes, por lo que la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres ha implementado diversas formas de comunicar el riesgo al que están expuestas las poblaciones debido a los huracanes.
EIRD define los huracanes como “fuertes vientos que se originan en los océanos tropicales y que giran en grandes círculos contrarios al sentido de las manecillas del reloj”. Estos fuertes vientos vienen acompañados de lluvias y también se les suele llamar ciclones o tifones.
Con el estudio de las recurrencias de los huracanes en la región ecuatorial, EIRD en su plataforma digital señala que se ha establecido como el principio de la temporada de huracanes según su localización geográfica. En el Atlántico, la temporada de huracanes se inicia a partir del 1 de junio y tiene su fin el 30 de noviembre; y en el Pacífico noreste, esta temporada comienza el 15 de mayo y finaliza el 30 de noviembre.
Los huracanes, según el Manual sobre el manejo de peligros naturales en la planificación para el desarrollo regional integrado de la Organización de Estados Americanos (OEA), amplía la definición de huracanes a ciclón tropical cuyo término científico denota una circulación meteorológica cerrada, que se desarrolla sobre aguas tropicales.
“Estos sistemas a gran escala, no frontales y de baja presión, ocurren en todo el mundo sobre zonas que se conocen como cuencas tropicales de ciclones”. La OEA detalla que el nombre con el que se conocen los huracanes varía en el Atlántico y el noreste del Pacífico.
Por ejemplo, se conocen como huracanes en el Atlántico, porque según la cultura Maya, huracán significa “diablo”. En el caso del Pacífico noroeste se les conoce como tifones, porque la palabra proviene de la lengua del grupo indio Urdú, lengua procedente del indio medio, que se habla en Pakistán, la India y Bangladés, y significa “torbellino”. En el Pacífico sur u océano Índico se conoce como ciclón.
Este manual de la OEA plantea que el 75% de los huracanes se desarrolla en el hemisferio norte del globo terráqueo, y de este número, solo uno de cada tres es huracán en el Pacífico nororiental o el Atlántico noroccidental.
Detalla que en el hemisferio norte se desplazan hacia el oeste; y en el hemisferio sur se desplazan hacia el este.
En la cuenca tropical de ciclones del Atlántico, que incluye el océano Atlántico, el mar Caribe y el golfo de México, las áreas que están en mayor riesgo son los países isla del Caribe, igual que las costas de los países que se encuentran dentro de la trayectoria de los huracanes, como México, el sureste de Estados Unidos, Centro América al norte de Panamá, y en grado limitado la costa norte de América del Sur.
No obstante, en una publicación de la plataforma digital de la revista National Geographic, se indica que el cambio climático y sus impactos están desplazando las tormentas hacia el este de Estados Unidos de América; es decir, la frecuencia y posición de los huracanes está cambiando.
Los huracanes son generados en latitudes cercanas al ecuador como resultado de la liberación de calor y humedad en la superficie de los océanos tropicales, necesaria para mantener el equilibrio entre el calor atmosférico y el balance de humedad entre las áreas tropicales y no tropicales.
La OEA explica en su manual que la formación de los huracanes requiere una temperatura en superficie del mar igual o superior a 27 grados Celsius, de manera que el sistema contenga suficiente temperatura para que las aguas que están en la superficie del mar calienten el aire sobre ellas, y este al ascender con más temperatura choque con el aire aún más caliente que está en el sistema.
Estas dos masas de aire que se encuentran, crean una inversión atmosférica con posibles tormentas eléctricas, desarrollando una depresión tropical cuyos vientos alcanzan una velocidad sostenida menor o igual a 62 kilómetros por hora.
Posteriormente, si la velocidad sostenida de los vientos se incrementa entre 63 y 118 km/h, se forma una tormenta tropical cuyas nubes se distribuyen en forma de espiral, y en este estado recibe por su intensidad un nombre según la Organización Meteorológica Mundial.
Si la tormenta evoluciona y sus vientos máximos sostenidos alcanzan o superan los 119 km/h, se forma un huracán (ciclón tropical) cuya extensión de área nubosa varía entre 500 y 900 km de diámetro, produciendo lluvias intensas.
Características de los posibles daños materiales provocados por el viento
Los daños causados por los huracanes se clasifican según la escala Saffir-Simpson por la velocidad de sus vientos, en cinco categorías. Cuando estos alcanzan, categoría 1, entre 119 km/h a 153 km/h, los daños esperados son árboles pequeños caídos y daños al tendido eléctrico.
La categoría 2 se alcanza con vientos entre 154 km/h a 177 km/h y los daños que provocan son la suma de los ocasionados en la categoría anterior más daños en tejados, puertas, ventanas, y desprendimiento de árboles.
La categoría 3 se alcanza con vientos entre 178 km/h a 208 km/h, causando daños de la categoría 2 además de grietas en construcciones.
Durante la categoría 4, los vientos se encuentran entre 209 km/h a 251 km/h, y además de los daños provocados en la categoría 3, se esperan desprendimientos de techo en viviendas.
La categoría 5 o categoría máxima es cuando los vientos alcanzan 252 km/h o mayores, lo que provoca daños severos y extensos en ventanas y puertas, fallo total de techos en muchas residencias y en construcciones industriales.
Hay daños asociados a las lluvias generadas durante los huracanes o ciclones tropicales que dependen de la topografía del lugar, la interacción con otros fenómenos meteorológicos como frentes fríos, ondas tropicales, canales de baja presión, un segundo ciclón tropical.
Adicionalmente, los huracanes tienen efectos en las zonas costeras provocados por el oleaje y marea de tormenta que ocurren durante el evento meteorológico.
Los huracanes aumentan el caudal en los ríos, favorecen el intercambio de las corrientes fluviales, recargan los acuíferos y forman parte de las fuerzas que equilibran el planeta. Para enfrentar el desafío que conllevan, es imperante entender que son cíclicos, y debido a ello es importante preparamos para enfrentar el riesgo que producen en las ciudades que habitamos.