Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
Los disidentes de la norma
- 16/10/2023 00:00
- 16/10/2023 00:00
Una mosca gigante se encuentra apostada en la pared. Mide más de un metro. Es la más grande de todas; las otras tienen dimensiones más pequeñas, pero igual son visibles en el taller de Clandestino, el primer estudio de arte y diseño en Panamá que usa como materia prima el plástico reciclado.
Aquellas moscas son la representación de todos esos temas incómodos de la sociedad. Esos temas de los que nadie quiere hablar, pero que están ahí, explicó Nahuel Galeano uno de los fundadores de la iniciativa.
Galeano desarrolla el proyecto junto a su esposa, Juliana Luján, quien es un pilar fundamental para el desarrollo de Clandestino. Arrancaron en pandemia haciendo sus primeros productos en el balcón de dos metros cuadrados del apartamento donde vivían, detalló durante una entrevista con La Estrella de Panamá.
“Teníamos dos hornitos de cocina y cocinamos nuestro plástico nuestro propio plástico, porque era el plástico de consumo diario nuestro hasta que lo consumimos todo. Luego empezamos a pedirle el plástico a nuestra familia, nuestros amigos y a la comunidad cercana”.
Después de dos años de trabajo, que integran el ahorro, el esfuerzo y la determinación, este emprendimiento familiar es sostenible. Actualmente las instalaciones del estudio se encuentran en Ciudad del Saber, y tienen cinco personas asalariadas. Venden desde taburetes, sillas, armchairs (sillones), entre otros productos solicitados.
“Hasta la fecha hemos transformado 15 toneladas de plástico que equivalen a 411 metros cúbicos de plástico que no han llegado al Cerro Patacón (...) Queremos triplicar la capacidad de producción; hoy en día estamos procesando dos toneladas por mes, queremos pasar a procesar entre 6 y 8 toneladas por mes. Con esto se tendrá la capacidad de exportar y entrar en nuevos mercados (...) La idea es abrir la primera fábrica en Panamá de láminas de plástico reciclado de todo Latinoamérica”, puntualizó.
Otro emprendimiento que utiliza como materia prima el plástico reciclado para confeccionar sus productos es Luciérnaga, una tienda que vende lámparas sostenibles en Panamá. Luciérnaga nace por la preocupación de la problemática del plástico. Una de las fundadoras de la empresa, Carolina Arango empezó en el año 2015 con investigaciones en la zona de Portobelo de los desechos que se generaban. En una de las comunidades se percató que la manera en que recolectaban la basura era poniendo todos los desechos al lado del río y esperar a la crecida para que se lo llevara, indicó Sergio Vélez uno de los socios de Luciérnaga durante una entrevista con este medio.
Esto influyó para que Carolina y su socia, Marela Carreyó establecieran el taller de la empresa en Portobelo, provincia de Colón. En el proceso de crear las lámparas, se hicieron más de 300 prototipos, se quiso además, tocar en paralelo el tema de educación ambiental a través de varias visitas a Portobelo. Las visitas se realizan en un pequeño centro de acopio y se reúne a la comunidad para hablar sobre la problemática del plástico y los daños ambientales que esto produce, ponderó.
“En Luciérnaga trabajamos con plástico HDPE, que es un material muy sólido y resistente. Nuestra idea, desde un principio, ha sido crear un producto de larga vida, de modo que el plástico ahí incorporado se quede y no vaya al mar o al vertedero. Por eso, también, hemos apostado por un producto de diseño premium de alto nivel, con el propósito de hacer productos más permanentes”.
El proceso de confección de los productos inicia con la compra de la materia prima del plástico reciclado que compran en más de cinco recicladoras de Panamá. “Ellos nos proveen el plástico separado por categoría y por color. La confección de las pantallas de las lámparas se realiza en nuestro taller en Portobelo con máquinas extrusoras que derriten las hojuelas de plástico y las saca en filamentos y con esto hacemos un moldeado artesanal con las manos. La confección de los sockets y de las lámparas, los hacemos con madera certificada de Chiriquí (Teca) y trabajamos de la mano con la UTP para la confección de los mismos utilizando su tecnología para los cortes”.
Actualmente son tres socios en Luciérnaga y se trabaja con múltiples colaboradores y proveedores externos, dependiendo de la demanda. “A la fecha llevamos más de media tonelada de plástico capturado y reaprovechado. Esperamos terminar el año alcanzando nuestra primera tonelada”.
En Luciérnaga se produce la colección 'Océanos', y cuenta, por ahora, con dos modelos de lámparas de diseño colgantes: Anémona y Erizo, ambas en 5 colores. Erizo fue distinguida como Finalista en la Bienal Iberoamericana de Madrid de 2022, la única participación panameña a nivel finalista.
Carolina Arango es una apasionada por soluciones sostenibles, es por ello, que impulsa su segundo emprendimiento de productos con materia reciclada. Con 'Trasto' vende productos para la mesa y cocina, como vasos soplados a mano con vidrio 100% reciclado y tablas gourmet en madera certificada que protege la biodiversidad.
“Fabricamos productos con vidrio 100% reciclado de botellas y envases. Decidimos fabricar con vidrio reciclado porque el vidrio a diferencia de otros materiales se puede reciclar infinitas veces y utilizar una y otra vez para hacer nuevos productos sin que el material pierda su calidad”, dijo Arango a 'La Decana'.
“Sabemos que el desafío más grande serán las primas verdes. Esa diferencia en precio entre nuestros productos toma en cuenta todo el impacto social y ambiental para un producto sostenible contra aquellos productos que no incluyen estos costos ambientales (degradación de recursos, pérdida de biodiversidad) y sociales en sus precios. Por esta razón nuestros clientes pagan una prima verde o una diferencia en precio más alto por consumir productos que son amigables con el medio ambiente”.
Un colectivo de mujeres en el Darién lleva el sustento a sus casas con la venta de papel reciclado
Los capitalinos no son los únicos que desarrollan emprendimientos sostenibles. En el corregimiento de Jaqué, provincia de Darién, un colectivo de mujeres impulsa 'Hojas del Darién', una iniciativa que produce y vende papel reciclado.
Gume Flores Murillo, la coordinadora de esta iniciativa, luego de terminar su jornada laboral en Ciudad del Saber, atiende a las 6: 00 pm a 'La Estrella de Panamá' para conversar sobre el proyecto que nace en 1997.
Murillo se encuentra visiblemente cansada en la silla de una cafetería. La lideresa comentó que el proyecto no le brinda a ella, ni a las mujeres que integran 'Hojas del Darién' el suficiente dinero para sostener a sus familiares. Pero es una fuente de ingresos extra es un alivio para sus casas.
Todas las artesanas son cabezas de familia. Pero a pesar de que el negocio no es 100% sostenible, estos 26 años han sido una montaña de constantes subidas y bajadas en las ventas de papel, pero han sabido mantenerse de pie. De llegar a hacer los papeles en sus casas, ahora tienen un taller donde confeccionan el producto.
Actualmente hacen papel reciclado a base de diferentes materias orgánicas que fueron descartadas. Murillo destaca orgullosa que tienen una variedad de papel: banano, fibra de coco, pétalo, piña, cebolla, óxido. Es decir, papeles rústicos de diferentes texturas y colores, con los que se pueden hacer múltiples trabajos, como cartas, tarjetas de presentación, sobres, etiquetas, libretas, gafetes, y otros.
Murillo subrayó que el colectivo se mantiene unido para lograr varios objetivos, como la mejora del taller, y la compra de una máquina holandesa, la cual permitirá hacer más papel reciclado con ropa descartada.