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- 25/12/2024 00:00
- 24/12/2024 15:31
“Hubo una vez en el mundo un pesebre, y en ese pesebre, algo más grande que el mundo”, C.S. Lewis.
La fiesta de la Navidad se celebra el 25 de diciembre y no es la celebración de una fecha sino la conmemoración de un acontecimiento, la natividad del Hijo de Dios, encarnado en la Virgen María.
“En estos días el mundo está sumergido en una vorágine mercantilista que poco tiene de cristiano, recordemos el verdadero significado de la Navidad, preparando los corazones como un pesebre adecuado para que Jesús recién nacido repose en él”, comenta el papa Francisco durante la última semana de adviento.
La tradición cristiana y la Biblia, cuentan que Jesús fue concebido de la siguiente manera:
Durante el año 42 del imperio de Octavio Augusto, rey de Roma, en el pueblo de Nazaret un ángel se le apareció a una virgen, que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la estirpe de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.
Y el ángel le dijo, “no temas, María, porque Dios te ha favorecido, concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin... El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios”.
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el imperio. José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba en cinta.
Mientras se encontraban en Belén, llegó el tiempo de dar a luz a su hijo primogénito. Una vez nacido, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada.
En un mensaje sobre la Navidad de 2001, el papa Francisco resalta que “para aprender a ponernos de rodillas y adorar al Señor en su humildad, y no a otros señores en su vacía opulencia, seamos como los pastores, seamos como los magos de Oriente, seamos como Jesús. He aquí la lección de la Navidad: la humildad es la gran condición de la fe, de la vida espiritual, de la santidad”.
La Navidad de Jesús es recordada como un acto de humildad divina porque “Jesús, siendo Dios, eligió nacer como un ser humano vulnerable, dependiendo completamente de José y María, como cualquier niño pequeño, sin poder ni riquezas. Este hecho destaca la esencia de su misión en la Tierra: acercarse a la humanidad desde la sencillez”, así lo comparte la Iglesia a través de la historia.
A lo largo de su vida, Jesús demostró una profunda humildad, reconociendo que su fortaleza provenía de su completa dependencia del Padre. En sus propias palabras: “No puedo yo hacer nada por mí mismo... no busco mi voluntad, sino la voluntad del Padre, que me envió”. Este ejemplo invita a la reflexión sobre la relación con Dios y nuestra disposición a confiar plenamente en Él.
“La Navidad es una celebración del amor de Dios hacia la humanidad y del amor de Jesús por cada uno de nosotros. Es también un tiempo para reflexionar sobre cómo podemos seguir su ejemplo, cultivando la humildad y el amor en nuestras relaciones con los demás, buscando siempre ser más semejantes a Cristo”, comparte el papa Francisco en una homilía del 2021.
La Navidad se remonta al siglo IV, instituida por la Iglesia católica, pues, según la Santa Sede “algunos escritores sagrados y profanos señalan entre el 747 y 749 de la fundación de Roma (del 7 al 5 A.C.), y del día, que han hecho oscilar entre el 25 de marzo y el 17 de diciembre”.
Hay pruebas del este de Grecia y del oeste latino, donde los cristianos intentaban averiguar la fecha del nacimiento de Cristo mucho antes de que lo empezaran a celebrar de una forma litúrgica, incluso en los siglos II y III.
El nacimiento de Jesús marcó un hito en la historia de la humanidad, pues tan grande es el acontecimiento que su nacimiento es utilizado como punto de partida para el calendario que se utiliza actualmente, pues ya han transcurrido 2025 años desde este hecho.
Se conmemora el nacimiento de Jesús porque según los antiguos grandes profetas del pueblo de Israel, “Él es el Salvador, que llevará paz y redención a todos los pueblos de la tierra”.
“Como lo importante es el significado, todo lo anterior se resume en que se debe ser consciente de que hubo un día en el que Dios encarnado llegó a nuestras vidas, las cuales deben estar listas para fructificar bajo su luz”, como dijo el papa san Juan Pablo II.
“Jesús nace para la humanidad que busca libertad y paz; nace para todo hombre oprimido por el pecado, necesitado de salvación y sediento de esperanza” agregó.
Por otra parte existen varias religiones y denominaciones que no celebran la Navidad por diferentes razones, generalmente relacionadas con interpretaciones teológicas, históricas o culturales. A continuación se describen algunas de ellas y sus razones:
Los Testigos de Jehová no celebran la Navidad porque consideran que no tiene un origen bíblico y está vinculada a tradiciones paganas. Creen que Jesús no nació el 25 de diciembre, ya que la fecha no se menciona en las Escrituras, y asocian las celebraciones modernas de Navidad con prácticas y símbolos no cristianos. Para ellos, la adoración debe centrarse únicamente en lo que está explícitamente establecido en la Biblia.
En el judaísmo, la Navidad no se celebra porque es una festividad cristiana centrada en la figura de Jesús como el Mesías, un concepto que el judaísmo no comparte. Los judíos celebran otras festividades propias, como Janucá, que ocurre en una época cercana, pero tiene un significado completamente diferente, relacionado con la dedicación del Templo y la lucha por la libertad religiosa.
En el islam, la Navidad no es celebrada porque Jesús es reconocido como un profeta, no como el Hijo de Dios. Los musulmanes veneran a Jesús y a su madre, María, pero no consideran su nacimiento como motivo de celebración. En cambio, tienen sus propias festividades, como el Eid al-Fitr y el Eid al-Adha, que están directamente relacionadas con los pilares de su fe.
Algunas denominaciones cristianas, como los Adventistas del Séptimo Día, los Cristadelfianos y los Cuáqueros, pueden optar por no celebrar la Navidad. Sus razones incluyen evitar el materialismo asociado con la festividad moderna, la falta de evidencia bíblica sobre la fecha de nacimiento de Jesús, o el deseo de enfocarse en prácticas más sobrias y espirituales.
En resumen, las religiones y grupos que no celebran la Navidad lo hacen generalmente por cuestiones doctrinales, históricas o porque consideran que las prácticas asociadas no son coherentes con sus enseñanzas fundamentales.