Daisy Ávila: 'El porcentaje de mujeres en la aviación aumenta cada vez más'

Actualizado
  • 19/09/2023 00:00
Creado
  • 19/09/2023 00:00
Convertirse en piloto fue un reto que la primer oficial logró alcanzar con perseverancia, disciplina y apoyo familiar
Daisy Ávila, piloto

Desde que Daisy Ávila era una niña, supo que quería ser piloto de avión. Se graduó del colegio y por situaciones de la vida logró entrar a la academia de aviación 10 años después.

Hoy es primer oficial de la aerolínea más importante de Panamá. Es madre y esposa. Conversa con este medio sobre su paso por la academia Alas, revela cómo organiza sus rutinas para cumplir con todos sus roles. También habla de sus mentores y cómo superó momentos de dificultad.

¿Por qué decidiste estudiar aviación?

Siempre me llamaron la atención las cosas que normalmente no eran para niñas o mujeres. Cuando tenía 12 años conocí a un familiar que era capitán, y me dijo cómo era esa vida. Ahí me empezó la idea de la aviación.

¿Cómo fue el proceso para entrar en la academia de aviación?

Fue un proceso bastante largo, riguroso, pero desde el principio te llevan de la mano. Todo está bien organizado. Tienes que hacer varias pruebas, como si estuvieras entrando a un trabajo. Son muchos filtros que se deben pasar. No pude conseguir beca, sin embargo, el Ifarhu me hizo un préstamo y pude costear la carrera.

¿Cómo haces el equilibrio entre tu carrera y tu vida personal?

Con organización. Soy mamá y esposa. Mi esposo es piloto también, entonces hacemos los calendarios que nos permitan estar al menos dos fines de semana en casa. Cuando llego de trabajar ni toco las maletas, voy directo a mi rol de mamá. Mi familia está acostumbrada. Mi hijo de ocho años tiene una nana y mi mamá nos ayuda también.

¿Antes de empezar a trabajar como piloto, trabajaste en otra área?

Cuando me gradué de sexto año tenía 18 años y entré a trabajar en un call center. Después mi mamá vio un anuncio que estaban buscando trabajadores en Copa Airlines, ella se confundió y pensó que era para piloto, yo le decía 'pero si yo no he estudiado para eso'. Fui y el puesto era para tripulante de cabina. Estuve varios años ahí y decidí entrar en la academia para estudiar aviación. Ese siempre fue el plan, pero se fue dilatando un poco.

¿Se te hizo difícil la carrera?

Empecé mis estudios en otra escuela y luego me cambié a Alas, porque ese siempre fue el plan. La diferencia es notoria, desde un principio dije ¡wow! esto es diferente. Fue más complicado, aquí es bastante estricto. Se debe tener disciplina, si no eres disciplinado no vas a avanzar.

Hay que saber comportarse y ser un profesional, la formación de piloto empieza aquí, no cuando entras allá. Todo depende de lo que tú quieres. Tuve mucho apoyo de los instructores, de administración, siempre que necesitaba algún consejo, ahí estaban.

¿Algún obstáculo que se te haya presentado?

Claro, muchos (risas). Me pasó de todo. Recuerdo que el día que tenía la entrevista en Alas, mi abuela cayó enferma. Pasé toda la etapa de piloto privado con mi abuela en el hospital, salía de aquí y me iba al Seguro. El día del examen final de privado, mi abuela falleció. Ella me apoyaba, ella hubiera querido que siguiera, así que fui y presenté mi prueba. Ese fue uno de los más duros, y también la pandemia. Quien es piloto siempre va a decir 'si te contara todo lo que me pasó', no conozco un piloto que diga 'yo hice esto en 10 meses y todo bien'.

¿Tuviste algún mentor en el proceso?

De la academia no podría mencionar ninguno porque se ponen celosos (risas). Tengo uno personal que es mi esposo, mi mentor número uno.

Dentro de la línea, el capitán José Luis Gómez, muy querido ese señor, 'el Charro volador'. Es una tremenda persona. Volé con él en una etapa difícil que estaba pasando en mi vida, las cosas no estaban saliendo, pero él habló conmigo y me sentí mejor. Cada vez que lo veo se lo agradezco, personas como él valen la pena.

¿Cómo ha sido tu experiencia como mujer en la aviación?

Ha sido muy bonito, retador. Es cierto que cada vez hay más mujeres. Los hombres no lo toman mal, pero siempre está la presión de demostrar que también puedes. En el fondo está la presión de que si me das la oportunidad te demuestro. Dentro de la planta de pilotos no se ve discriminación.

Sí he visto algo muy bonito, cuando estoy en los aeropuertos, los niños se me quedan mirando, las personas me piden fotos. Una experiencia que tuve recién, una señora me pidió que le grabara un video para su hijo que quiere estudiar aviación. Ella estaba feliz, me dijo 'tú me trajiste de Miami', casualmente la llevé también a Guayaquil.

¿Sentiste miedo en algún momento?

Para nada, al contrario. No todos los vuelos son, como decimos 'cielos despejados', hay vuelos más demandantes que otros, pero no he sentido miedo, para eso nos entrenaron. El entrenamiento de Alas es fuerte y una vez entras a trabajar también lo es.

¿Qué les dirías a las mujeres que vienen detrás de ti que sueñan con estar en la industria de la aviación?

Háganlo, no hay nada que las detenga. Esta industria poco a poco está creciendo, el porcentaje de mujeres en la aviación aumenta cada vez más. Es bonito. Es demandante, pero sí se puede, no importa si son mamás, si están solteras o casadas.

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