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Iniciando el 2025, el autor y abogado panameño, Juan David Morgan, publicó su nueva obra histórica La rebelión infinita. Entre sus páginas desató uno de los acontecimientos que definió la liberación del pueblo guna. Fue en 1925 que aquel pueblo originario adquirió su libertad luego de casi dos décadas de lucha en contra de diferentes mandatarios y miembros de la iglesia que intentaban “civilizarlos”.
“Estamos hablando de la rebelión de un pueblo originario y sabemos que no solamente en Panamá, sino que también en el resto de América, todas las naciones tienen una deuda pendiente con los indígenas”, afirmó Morgan en la presentación de su libro el pasado miércoles 15 de enero.
“El pueblo guna ha pasado por varios acontecimientos que incluso, posterior al tiempo en el que se sitúa la obra, da a entender que no ha sido una población del todo libre. Su rebelión es simplemente la manera de exigir y luchar por lo que les corresponde”, dijo.
La rebelión infinita parte desde 1907 cuando Panamá tan solo tenía cuatro años de alzarse como república. Bajo el mandato de Manuel Amador Guerrero inició la misión de despojar a los indígenas de sus tradiciones, idioma, religión y vestimenta.
El objetivo era claro: “civilizar” a aquella población y celebrar al país como un solo pabellón. Sin embargo, el gobierno no se percató de que a veces, la identidad vale mucho más que sus ordenes y que no todos están dispuestos a entregarse a un Estado que deseaba, a cómo de lugar, borrar su historia.
Novelas históricas
Los escritos de Morgan sumergen al lector en un viaje en el tiempo. Entre sus páginas detalla acontecimientos que marcaron el rumbo del país y cómo estos han repercutido en el presente nacional. La rebelión infinita no es la excepción. “Después de años, el pueblo guna sigue luchando por mantener sus creencias vivas”, aseguró.
“Me propuse, a través de las novelas históricas, contar episodios importantes del pasado panameño. Aun así, tenía que escoger temas que no fuesen solo de nuestro país, sino que tuvieran una trascendencia más allá de las fronteras”, explicó.
En cuanto a su investigación, Morgan descubrió que el pueblo guna era muy distinto, no solo a los demás grupos indígenas de Panamá, sino de todo Latinoamérica, Estados Unidos y Canadá. “Son una verdadera democracia”, señaló. “Además, valoran y respetan mucho a las mujeres, aspecto que no he visto en los demás pueblos originarios que he estudiado. Por otro lado, están muy avanzados en tecnología, arte y ciencia”.
En cuanto a su investigación, Morgan descubrió que el pueblo guna era muy distinto, no solo a los demás grupos indígenas de Panamá, sino de todo Latinoamérica, Estados Unidos y Canadá. “Son una verdadera democracia”, señaló. “Además, valoran y respetan mucho a las mujeres, aspecto que no he visto en los demás pueblos originarios que he estudiado. Por otro lado, están muy avanzados en tecnología, arte y ciencia”.
En La rebelión infinita, Morgan recopiló hechos históricos que acompañó con diálogos que facilitan la lectura de la obra y ponen en contexto lo que se vivía en aquel momento.
Su historia comienza en 1907 cuando Manuel Amador Guerrero definió el plan e intenciones del Gobierno en “civilizar” al pueblo indígena. Los miles de intentos culminan en 1925, cuando ocurre el levantamiento guna en Panamá debido al cansancio de una población que por medio de educación, leyes y costumbres se les iba despojando de su identidad.
A lo largo de 22 años, los esfuerzos integradores presentaban pocos resultados, pero los enfrentamientos se iban intensificando. Durante la construcción del Canal, los norteamericanos jugarían un papel clave en también inyectar sus costumbres entre los aborígenes al igual que empresas extractivas que deseaban robarles sus riquezas como el látex, el carey, los cocos, los plátanos y los minerales, para luego venderlas.
La rebelión guna marcó un antes y después, una lucha por su libertad y la insistencia en mantener vivo su pasado, su identidad y su pueblo.
La obra retrata historias de superación, de lucha, de quienes perpetuaron en contra de los pueblos originarios y aquellos quienes lucharon hasta el final por adquirir su libertad. Morgan aseguró que todos los personajes en su obra existieron y que fueron parte de la historia panameña a excepción de dos: Tavo Benítez y Nisgwa.
Ambos personajes reflejan, en la novela de Morgan, un amor prohibido: el de una indígena con un waga (no guna). Entre encuentros a escondidas y palabras dulces, una historia al estilo Romeo y Julieta parecía desencadenarse, pero la indígena y el panameño eran más sensatos que eso, porque incluso en el amor, en algunos casos, las tradiciones y la familia pueden ser más fuertes.
Además de la institución gubernamental, La rebelión infinita presentó como protagonistas a líderes religiosos que persistían en que los gunas abandonasen sus dioses para convertirlos al cristianismo o protestantismo. Esto también causó fuertes fricciones entre el gobierno nacional con los norteamericanos ya que ambas partes deseaban instruir sus respectivos idiomas y creencias a los gunas que solo imploraban por mantener las suyas.
El aventurero Richard Marsh también entra en escena y alienta la Revolución Tule de 1925 para redactar el acta de independencia de los gunas en inglés. Miles de personajes participan a lo largo de la historia, como cómplices o rivales de los pueblos originarios.
Morgan tiene clara la misión que quería completar con su novela histórica: que “el panameño se interese en estudiar más la historia de su país”, dijo en su conversatorio.
“Mi interés es que no solamente conozcan lo que fue esa rebelión de los gunas, sino las motivaciones y las consecuencias que generaron. Quiero que los lectores sepan que a raíz de esa lucha, otros pueblos originarios se levantaron para defender lo suyo”, concluyó.