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- 07/01/2024 00:00
- 06/01/2024 11:25
Jon Lee Anderson es todo un trotamundos. Si bien abrió los ojos por primera vez en California (Estados Unidos) en enero de 1957, ha vivido en Colombia, Indonesia, Corea del Sur, Perú, Liberia, Nicaragua, Reino Unido, El Salvador y un largo etc.
El autor de crónicas que han sido publicadas en la crema y nata de los medios de comunicación (The New Yorker, New York Times, The Guardian, El País, Life y Le Monde), recuerda en esta entrevista sus años de infancia, cuando jugaba a ser reportero.
Uno de los mejores periodistas del planeta, quien concibe su oficio como un deber público ante la sociedad, también comparte sobre los retos políticos que enfrenta hoy América Latina, así como la actual invasión rusa a Ucrania.
El lector apasionado de Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Alejo Carpentier participará del Hay Fórum Ciudad de Panamá. El 23 de enero, a las 6:30 p.m., en el Museo del Canal Interoceánico estará en una mesa redonda sobre los retos geopolíticos de la región junto con el etnólogo Wade Davis (Canadá), el economista Ricaurte Vásquez, la experta en cambio climático Ligia Castro y la abogada Lina Vega (los tres de Panamá).
Luego, el 24 de enero a las 11:30 a.m., en La Manzana (Santa Ana), Jon Lee Anderson conversará sobre periodismo investigativo con la comunicadora social Amalia Aguilar (Panamá). El programa completo del Hay Fórum lo encuentran en www.hayfestival.com/panama/eventos
El niño reportero
Tu mamá escribía libros para niños. Obras que luego llegaban a tus manos. ¿Qué recuerdas de esos primeros días de lector?
Muy formativos. Mi mamá me inculcó una devoción por los libros y la lectura. Todas las noches eran sesiones de “storytelling”, que eran el deleite durante mi niñez. Esto me abrió un mundo mágico e imaginativo que a la vez ayudó a inspirarme a contar yo mismo mis historias.
A los 9 años tenías un periódico de barrio, en Taiwán. ¿Cómo se dio esta aventura?
Fue idea de mi mamá. Era su manera de cautivarme por la escritura e involucrarme aún más en las historias. Me despertó la curiosidad por el mundo a mi alrededor. Me encantó la experiencia de ser reportero y también el mandar a mis amigos a que hicieran tareas de reportería. ¡Básicamente me gustó ser “jefe”!
¿Qué se necesita para ser un buen reportero?
Entre más intuición, mejor. Te ayuda a saber qué es una buena historia y en las relaciones humanas. Además, hay que tener agallas y ética. Agallas para poder lanzarte a lo desconocido y descubrir cosas nuevas; ética para saber cuáles son los límites de uno con la gente, los deberes que tienes con sus vidas personales y la responsabilidad moral que debemos tener frente al público.
De Gabo al Che pasando por Churchill
Entre las personalidades que has entrevistado, ¿quiénes te impactaron más?
Gabriel García Márquez, por su gran espíritu humanista, más allá de su gran talento como escritor, y el Che Guevara, sobre quien escribí después de su muerte, por su espíritu de sacrificio unido a su impulso de cambiar el mundo por las armas.
Si pudieras elegir cualquier personaje muerto, ¿a quién te gustaría entrevistar?
Podría decir Adolfo Hitler, con el afán de tener cerca al hombre más malvado de la Historia, pero sería mucho más fascinante y ameno entrevistar a Winston Churchill, que vivió casi un siglo y participó del final del Viejo Mundo, cuando las guerras se hacían montado a caballo, y fue activo en la vida pública hasta terminar su vida en la era espacial y la de los Beatles. Era un gran escritor, historiador, pintor y estadista.
¿Cuál es el motor detrás de una buena crónica?
Saber que tienes una gran historia entre manos y el impulso y la dedicación de escribir de la mejor manera posible. Una gran crónica se escribe por el afán de uno de contar bien las historias —como decía Gabo— y de querer compartir esas historias con los demás.
¿Qué te impulsó a reunir tus crónicas en tu libro más reciente, Los años de la espiral?
Sentir que entre los años 2010 a 2020 he vivido y observado mucho durante este periodo clave y de cambios en América Latina.
Derechos humanos y democracia
A los 20 años te haces periodista profesional en Perú. Eran finales de la década de 1970. El semanario The Lima Times necesitaba un reportero y allá fuiste a dar. ¿Cómo observas hoy América Latina en materia de derechos humanos?
América Latina está mejor y peor en materia de derechos humanos hoy en comparación con aquellos días juveniles. Mejor en el sentido de que se sabe lo que son los derechos humanos y las leyes de la mayoría de los países hoy reconocen y amparan esos derechos. En aquellos años, reclamar derechos humanos te podía poner en aprietos en los países con regímenes militares o en donde operaba una guerrilla militar. Era visto como un reclamo que era un sinónimo equivalente a ‘subversión’ y esa sospecha te podía costar ser secuestrado, torturado o asesinado a manos de los paramilitares de turno. Hoy en día, sin embargo, América Latina languidece detrás del resto del mundo en materia de seguridad pública, debido a la falta de un estado de derecho pleno, aún en los países donde impera la democracia, ya que los índices de violencia a manos del crimen y los homicidios están entre los más altos del mundo. Y sigue siendo una de las regiones más desiguales en lo social. Así que hay mucho que mejorar todavía, en términos prácticos, en cuanto a derechos humanos.
Has vivido en El Salvador y Nicaragua. ¿Cuáles son las debilidades de las democracias centroamericanas?
Las debilidades son obvias: corrupción oficial y una falta institucional del estado de derecho por lo que siguen siendo países con altos índices de violencia y de injusticia social. La emigración de muchísimos ciudadanos centroamericanos hacia Estados Unidos es un ejemplo más del fracaso político y económico de estos países, treinta y tantos años después de instalarse de nuevo la democracia. En los últimos años, tanto en El Salvador como en Nicaragua, de manera muy explícita, hay un retroceso de la democracia como modelo político, y la adopción de control por sus líderes autoritarios. Honduras y Guatemala cuelgan todavía en un limbo precario entre la democracia y el autoritarismo. Conclusión: La región está lejos de consagrarse dentro de la familia de las naciones democráticas.
¿Cuál es el papel de Panamá hoy en el escenario global?
Panamá tiene una relativa paz social y un estándar de vida envidiable para muchos de los ciudadanos de los países vecinos. Es muy importante en el mundo, por su Canal y por su posición geográfica, al estar entre dos mares y dos continentes. Además, es un santuario del bosque tropical húmedo. Es un país único. Tiene un papel muy claro y contundente que cumplir como líder potencial en la investigación de las posibles soluciones del cambio climático.
Has sido reportero de guerra en Irak, Afganistán... ¿Qué sentimientos te despiertan la guerra de Rusia contra Ucrania?
He estado en Ucrania en tres ocasiones. En 2014 fui testigo cuando los rusos tomaron el poder por la fuerza en la península de Crimea y he estado dos veces más desde la invasión rusa actual a Ucrania. Me despierta un recelo y una preocupación muy grande el régimen de Vladímir Putin. El mundo de hoy es más peligroso que hace dos años. Con su invasión, Putin amenaza la estabilidad de Europa y ha devuelto al mundo a la Guerra Fría, en donde cada vez más están abiertas las distancias entre los países democráticos occidentales y los países autoritarios.