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- 09/05/2019 09:35
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La cantante sudó la gota gorda para subir las escaleras del Museo Metropolitano de Nueva York porque su atuendo para la cita más importante del mundo de la moda le impedía moverse con facilidad
En ausencia de Rihanna, que se vio obligada a perderse la gala del Met de este año para cumplir con otros compromisos profesionales en Reino Unido, Katy Perry se propuso recoger su testigo y dejar bien alto el pabellón para las estrellas de la música con su vestido de lámpara de araña que, desde luego, se ajustaba a la perfección a la temática 'camp' de la velada gracias a su estilo excesivo y rayano en el mal gusto.
A diferencia de otras celebridades, cuya mayor preocupación era si su elección de vestuario recibiría el visto bueno de los expertos, la artista tenía otros asuntos más serios en los que centrar su atención y que se reducían a intentar no caerse de bruces en las escaleras del museo mientras hacía su entrada triunfal.
"No he acudido nunca a ninguna escuela de modales ni nada por el estilo, pero por una vez resultaba vital para mi persona que consiguiera caminar en línea recta y sin perder el equilibrio", ha explicado la cantante a su paso por el programa 'Good Morning America'. "Quería ir a saludar a todos mis amigos en cuanto llegué al evento, pero la verdad es que bastaba con que alguien me mirara fijamente para que empezara a tambalearme. Me aterraba la idea de acabar cayéndome de lado en algún momento porque mi atuendo pesaba 18 kilos".
En comparación, el disfraz de hamburguesa que eligió para la segunda mitad de la noche era muchísimo más cómodo a la hora de moverse y bailar, pero irónicamente acabó siendo ese atuendo el que le jugó una mala pasada en la fiesta posterior a la gala organizada por Gucci en el gimnasio de Hunter College, durante la que acabó rodando por los suelos.