El barrio de Chualluma en Bolivia, es único en la ciudad de La Paz ya que todas sus paredes están pintadas de colores que resaltan los rostros de las cholas,...
- 16/12/2022 10:52
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Casi dos metros de altura. Enfundado en traje negro -como de costumbre- y zapatillas. Un animal nocturno despierto y carismático. Un hombre poco iluso que guarda bajo su abundante melena una memoria de revoluciones, historias de bares, de taxis, de palabras de amor, de nostalgia. Ajeno a los disgustos que le ocasiona la impuntualidad - porque así lo demuestra en cada una de sus presentaciones- Ricardo Arjona apareció en el escenario. Lo hizo con porte de lince, sonríe… y canta. Al fondo, su escuadrón musical camina en un antiguo condominio con aires británicos. En la noche de este miércoles, la Plaza Amador de Panamá miró perpleja a un ídolo romántico y ha recordado ‘cuándo fue la última vez’ que vieron juntos 'las estrellas'.
Eran las 21: 50 de la noche. El grupo tocó los acordes de Si yo fuera y Arjona comenzó el último concierto del año de su gira Blanco y Negro. Le siguió Morir por vivir y Ella, con sus versos, el público se levantó de las sillas y dio rienda suelta a la emoción propia de un concierto que alcanzó un sold out a pocas semanas de su promoción. Tras la trilogía del opening, el cantautor lanzó: "Han pasado muchas cosas desde que no nos vemos".
Y agregó -con ironía-: “Dos años complicados. Nos encerraron, nos pusieron mascarilla. Nos pusieron con celular en mano, redes sociales, nos pusimos creativos y se jorobó la cosa. Sin nada que hacer y nada más peligroso que eso”.
La reflexión pandémica le sirvió para fustigar la proliferación de los libros de autoayuda, los influencers y la presencia del lenguaje inclusivo. “Empezamos a inventar cosas extrañas que estamos padeciendo hoy (…) Entre otros, 32 géneros han aparecido, como si lo importante fuera estar sumando géneros y no respetar a la gente por lo que quiere hacer con su cuerpo y con su vida. Apareció un montón de gente tratando de cambiar las vocales a las palabras y como si eso fuese lo importante. Yo tendría que saludar esta noche: ¡buenas noches a todes!. Apareció un montón de gente ganándose la vida como podía. Y aquellos que fracasaron en su casa, en su barrio, en su vida, en su país… hoy son coaches, escriben libros, dan conferencias. Hay por todos lados ahora”. Su premisa dio pie para entonar Hongos.
Al cantar, Arjona pone morritos leves de manera que las palabras parecen salir a pequeñas dosis directas al alma, como si cada frase fuese dirigida a una fanática que va quedando sin voz, mientras tararea sus estribillos. Al turno de Apnea, el cantautor guatemalteco se apoderó del piano, situado en el centro de la tarima londinense, de piso de ajedrez. Tras ello, le dijo a una de sus fanáticas: “Mírame a los ojos fijamente y es cuando yo te digo: Acompáñame a estar solo”.
Tras la escena, Arjona justificó las mentiras de los hombres, porque según él “armonizan” - en algunas ocasiones- las relaciones. “Me voy a disfrazar del hombre sincero que ustedes quieren esta noche ”, dijo. Un alegato que empujó a entonar el ‘Amor, El Problema' y ‘El flechazo y la secuela’ De fondo, una tela virtual en la que se proyectan paisajes urbanos, lluvia, nieve y momentos memorables de cada canción de turno.
La multitud enmudeció cuando las luces bajaron y Arjona irrumpió con Tarde (Sin daños a terceros), en compañía de violín y piano. En pocos minutos, la música estalló con una versión roquerísima de Si el Norte fuera el Sur. En el público, casi más celulares que brazos acompañaron la icónica canción Señora de las cuatro décadas, hasta Arjona hizo una llamada en directo para dedicar el hit.
Arjona sonó vivaz y alegre cuando cantó Lo poco que tengo es tan poco, y la melodía contagió a los presentes. Cumplidas las casi dos horas de espectáculo, el músico caminó como quien va de paseo y se sentó delante de una clásica cabina telefónica inglesa, elemento de su escenografía. Tomó la guitarra y le pidió a los miles de oyentes que le orientaran qué cantar. Fue el momento de los versos de Ella y él, A ti y Quién diría.
La ranchera mexicana cobró fuerza en el espectáculo. Jhonatan, integrante de la banda cantó Porque puedo junto con Arjona. Uno de los grandes momentos de la actuación.
No sobró nada en el repertorio. Más de un espectador veterano (mayoría) sintió que aún podía seguir disfrutando y escuchando. Hubo tiempo para Desnuda, Te quiero, Te conozco y Minutos. Con Fuiste tú, Arjona tocó el piano y el público se transformó en su compañera del duo, Gaby Moreno.
Secundado por su imponente banda internacional : Saco de Puerto Rico, Vicente y Amady de Cuba, Jovany de México, Jonathan de Estados Unidos, Florencia y Mari de Venezuela, Arjona regaló las melodías más vigorosas de sus viejos y nuevos trabajos.
El hombre que se atrevió a cantarle a las Mujeres al final de su fiesta, regaló un guiño a su público panameño: lució la camisa de La Roja en una noche en blanco y negro.