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- 12/04/2018 13:36
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Gobierno y sociedad se han unido para trabajar a favor de la inclusión social de las personas con algún tipo de discapacidad. Especialistas aseguran que hoy son más visibles las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) que hace veinte años. A pesar de estos avances, falta por hacer y las acciones en el hogar continúan siendo claves en el tema.
Diseñar un ambiente consciente y respetuoso para las personas con TEA juega un papel importante en la seguridad y confianza que se les pueda ofrecer. En su estudio Autismo: Espacios Especiales. Manual de Diseño Residencial, las diseñadoras de interiores Karenny Güílamo y Carmen Ariza aseguran que son varios los elementos que contribuirán con la creación de un ambiente amigable para un niño con autismo.
El TEA es una condición neurológica y de desarrollo que comienza en la niñez y dura toda la vida. Afecta cómo una persona se comporta, interactúa con otros, se comunica y aprende. Este trastorno incluye lo que se conocía como síndrome de Asperger y el trastorno generalizado del desarrollo no especificado. Se nombra "trastorno de espectro" porque diferentes personas con TEA pueden tener una gran variedad de síntomas distintos.
Según explica Melina Mancuso, médico psiquiatra especialista en autismo, el color es un factor sumamente importante al decorar espacios donde viven, descansan o trabajan las personas con trastorno del espectro autista. En su experiencia, “los colores tienen la capacidad de generar estados y respuestas emocionales en todos los seres humanos” y agrega que “como amplio es el espectro del autismo, igual de amplia es la paleta de colores y opciones que tenemos para utilizarla a favor del mejoramiento de su entorno."
Para la psiquiatra, la decoración debe ser muy sencilla en estas habitaciones, evitando colores demasiado estridentes (así como los patrones), ya que pueden excitar demasiado a la persona que tiene autismo. En esa línea, María del Mar Ruiz, gerente de Color y Experiencia de Glidden, recomienda los colores neutros y blancos, “ideales para esos espacios porque promueven la preservación de la calma y una mejor asimilación de la información. Además, estos son colores 'purificadores' y brindan una sensación de limpieza y claridad”.
Ruiz agrega que si se trata de un niño o adolescente, ”se puede tener en cuenta cuál es su color favorito, con el que se siente más identificado y aplicar tonalidades suaves de este color para pintar las paredes de su cuarto, o dar pequeñas notas de color en la decoración”.
Sugiere, por ejemplo, las tonalidades verdes y azules, considerados colores "fríos", ya que resultan muy relajantes y transmiten tranquilidad y una sensación de paz. Y los amarillos, que son colores cálidos, para zonas de estimulación motora e intelectual ya que, como complementa Mancuso, “fomentan la actividad cerebral y la creatividad. En cambio deberíamos evitar colores anaranjados y el rojo porque son ansiogénicos, salvo que se utilicen de manera muy precisa”.
Para la psiquiatra, “el uso del color es un excelente medio para dar estructura y organizar los espacios y le permite al niño con TEA ubicarse mejor en diferentes entornos”. Como ejemplo, Ruiz, aconseja aplicar un color que demarque en el piso, en el cielo raso o la pared, el recorrido de la cama al baño, o definir códigos de colores de acuerdo a las actividades que se realizan en cada zona.
Mancuso detalla que “los colores pueden servir de apoyo para que el niño o joven, por sí mismo, sepa la secuencia de las actividades que tiene que hacer en un momento del día y en un lugar específico, de manera independiente".
La psiquiatra y la experta de color concuerdan en que lo primordial es que se logre un espacio seguro, previsible, fácil de utilizar y libre de distracciones y estos detalles y los colores adecuados pueden hacer la diferencia.