El legado visual de Manuel Encarnación Amador, creador de la primera bandera de Panamá

La muestra ofrece una perspectiva íntima del proceso creativo del artista, organizando sus obras en cuatro secciones: figura humana, animales, escenas cotidianas y semiabstracciones.

Una selección de 12 bosquejos originales realizados entre 1913 y 1917, están exhibiéndose en el salón Simón Bolívar de la Cancillería de Panamá. La actividad es por motivo de la conmemoración del aniversario de su nacimiento, el 25 de marzo de 1869.

La exhibición, que estará abierta hasta el 14 de abril, ofrece una mirada íntima al proceso creativo de un artista que marcó un hito al ser el creador de la primera versión de la bandera de Panamá.

Los bosquejos, que abordan una amplia variedad de temas, se organizan en cuatro secciones: figura humana (con estudios de figuras masculinas y femeninas), animales, escenas cotidianas y semiabstracciones.

Estas obras revelan una dimensión menos conocida del artista: su relación íntima con el papel, un espacio donde sus ideas tomaban forma sin la intención inmediata de ser presentadas al público. Eran realizadas principalmente como ejercicios personales o estudios preliminares.

Esta selección permite introducirse en un aspecto del arte de Amador que, aunque no destinado a la exhibición, invita a conocer el origen de sus inquietudes visuales y sus búsquedas artísticas más profundas.

Algunos de los bosquejos tenían como propósito el estudio del movimiento y se aproximaban a la abstracción, un estilo que, aunque desarrollado por artistas europeos a comienzos del siglo XX, era raro en el contexto panameño. Que Amador experimentara con formas abstractas, a pesar de su entorno cultural y geográfico, demuestra una sensibilidad artística adelantada a su tiempo.

“Los trabajos de Amador, especialmente aquellos relacionados con la figura humana y las escenas cotidianas, nos transportan a una época de grandes cambios, donde las dinámicas de vida cotidiana y la interacción con el entorno natural se entrelazan. Al mismo tiempo, los estudios de animales reflejan una conexión juguetona con la fauna urbana”, escribió el artista visual, Armando Guillen Moreno, en la sinopsis.

Guillen Moreno añadió que “la obra de Manuel Encarnación Amador, a través de estos bosquejos, no solo nos permite comprender la evolución de su estilo y técnica, sino que también nos invita a reflexionar sobre el contexto histórico de Panamá en sus primeros años de independencia”.

El artista aseguró que Amador, por medio de estos trazos, “dejó un testimonio gráfico de una época de cambios, tensiones y esperanza, ofreciendo una visión Los invitarnos a recorrer esta exposición con una mirada abierta para descubrir los matices y las huellas de un artista cuya obra, más allá de ser un legado visual, también es un reflejo de la historia que nos une como nación”.

Diplomático, lingüista y artista.

Manuel Encarnación Amador nació en Santiago de Veraguas, el 25 de marzo de 1869, hijo del Dr. Manuel Amador Guerrero y doña María de Jesús Terreros.

Sus estudios universitarios los realizó en los Estados Unidos y a su retorno fue funcionario de la administración de Hacienda del Departamento de Panamá entre 1890 y 1903.

Prócer de la Independencia, diseñó la bandera nacional, fue firmante de la Constitución de 1904, y primer Secretario de Hacienda de la nueva república.

Fungió como Cónsul General de Panamá en Hamburgo, Alemania (1904-1908( y posteriormente fue Cónsul General de Panamá en Nueva York (1908).

Retornó a Nueva York en 1910, ingresó al reconocido estudio de Robert Henri. Entre 1910 y 1920, pinta sus más conocidos paisajes, desnudos y figuras humanas.

En esa época también se inclinó por la música y la lingüística, aprendió el idioma internacional Esperanto y decide elaborar un idioma propio, el Panamane , ideado como una lengua universal para promover la paz mundial.

En 1926 regresa a Panamá, donde siguió investigando para eventualmente publicar en 1936 la obra Fundamentos del Paname. También se dedicó a la enseñanza del arte. Paralelamente, laboró como auditor de la Contraloría General hasta su jubilación.

A partir de 1930 retomó la producción artística participando en exposiciones colectivas e individuales, durante las siguientes dos décadas. En enero de 1940 donó una parte de sus dibujos, acuarelas y grabados para apoyar a la naciente Universidad de Panamá. Continuó trabajando arte y lingüística hasta su muerte acaecida el 12 de noviembre de 1952, en la ciudad de Panamá.

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