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- 19/12/2021 00:00
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Muchas veces, cuando pensamos en violencia laboral contra las mujeres, pensamos en el acoso sexual, que ciertamente es una de las formas más comunes de violencia laboral. Sin embargo, hay muchas otras maneras de ejercer violencia en el sitio de trabajo, no solo contra las mujeres, sino también contra los hombres.
La violencia laboral se puede presentar en varias formas: el acoso sexual, que incluso se divide en dos clases, el vertical y el horizontal; el hostigamiento, el favoritismo, la brecha salarial entre hombres y mujeres, el techo de cristal, y el acoso moral.
El acoso sexual vertical se da por parte de un superior jerárquico, hacia una mujer de rango inferior (aunque también puede tratarse de una mujer que sea la acosadora si es ella la que tiene el poder). Es una conducta de naturaleza sexual no deseada por la víctima, que puede ser física, verbal, gráfica, escrita o gestual. Puede ser mediante amenazas de perder beneficios laborales si la víctima no acepta, o promesas de beneficios laborales si acepta. El acoso sexual horizontal, como su nombre lo dice, viene casi siempre de un compañero de trabajo, que no tiene poder para amenazarla ni premiarla si acepta, pero le hace la vida imposible, insistiendo en que salga con él y la llama a su casa, la espera a la salida y entrada del trabajo y no la deja tranquila. Esto afecta la productividad de la víctima y puede ocasionarle problemas familiares o con su novio.
El hostigamiento contra las mujeres crea un ambiente hostil de trabajo. No es de naturaleza sexual, pero sí dirigida al género femenino. Afecta todo el ambiente de trabajo. Se trata de desanimar a las mujeres de trabajar en oficios tradicionalmente masculinos por medio de burlas o comentarios sobre la anatomía femenina, afiches o fotografías de mujeres desnudas en el sitio de trabajo, chistes obscenos, referencias indirectas a la incapacidad de la mujer, conductas que las incomoda y le dificulta la vida. El hostigamiento o ambiente hostil de trabajo se puede dar incluso en profesiones de alto nivel tecnológico o profesional, como se ha visto en casos contra las mujeres astronautas o las médicas neurocirujanas.
El favoritismo se trata de los perjuicios que sufren terceros u otros empleados, cuando una o un superior jerárquico prefiere a una persona de inferior rango, quien se convierte en su 'favorita' y goza de privilegios que no se conceden a los otros empleados. Puede ser por amistad, porque tiene relaciones sexuales con la favorita, por admiración, por familiaridad o por política partidista. Las personas perjudicadas tienen derecho a quejarse, porque es discriminación.
La brecha salarial entre hombres y mujeres es otro tipo de violencia laboral y una forma de discriminación. Las mujeres actualmente en Panamá ganan 73% de lo que ganan los hombres, por hacer el mismo trabajo, y a pesar de tener un promedio de dos años más de estudio que los hombres.
El techo de cristal es una forma bastante común de violencia contra las mujeres. Se trata de una barrera invisible que limita el ascenso laboral de las mujeres al interior de las organizaciones. Es invisible, porque es velada y aunque existe, no se ve. No hay normas que la regulen y protejan a las mujeres. Casi siempre se justifica el ascenso de un hombre con razones inválidas o poco convincentes y se le da el ascenso a un hombre con mucho menos experiencia o antigüedad, solo por el hecho de ser hombre.
El acoso moral no es sexual, aunque las estadísticas nos indican que la mayoría de las víctimas son mujeres, porque normalmente tienen menos poder. Cuando se da en el sitio de trabajo en inglés se utiliza la palabra “mobbing”, mientras que cuando se da en la escuela se utiliza “bullying”. En español con más frecuencia utilizamos los términos en inglés, para diferenciarlos. Es una conducta, como dijimos, independiente del sexo, edad o manera de comportarse de la víctima, pero afecta su salud al punto de que puede llevarla al suicidio. Se trata de ataques a la víctima con medidas organizacionales, aislamiento, ataques a su vida privada, violencia física, agresiones verbales, o incluso rumores infundados. Puede ser por envidia, racismo, orientación sexual, ideología política, religión, o procedencia geográfica. Incluso las víctimas pueden ser profesionales brillantes, personas admiradas, altamente capacitadas, independientes, populares, líderes natos, competitivas, o jóvenes, discapacitados o enfermos.
El sitio de trabajo debe ser un lugar agradable, libre de violencia, donde todos los colaboradores se sientan cómodos, puedan cumplir eficientemente con sus funciones y sientan ganas de trabajar. Esto favorece a la empresa o la institución, porque un empleado satisfecho es mucho más productivo que un empleado marginado, que no tiene interés en lo que hace o se siente marginado y solo se presenta a trabajar porque tiene que ganarse la vida.