- 15/08/2014 02:00
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Costumbres distintas, idiomas diferentes y una religiosidad heterogénea no fue obstáculo para en el Canal de Panamá fusionará todo el brillo de la cultura india, la majestuosidad de la china y el ritmo peculiar de los afros para dar como resultado una nación en la que la diversidad y el crisol es la característica más autóctona mostrada por siglos.
Los primeros en llegar a Panamá fueron los negros, pero no lo hicieron exactamente para la época de la construcción del Canal, ellos llegaron desde los tiempos de la colonia española allanando el camino para lo que luego se convertiría en la vía interoceánica más importante del mundo.
Los afrocoloniales, como han sido llamado históricamente los primeros negros que arribaron a Panamá, fueron los encargaron de dar las tierras en las que hoy día están ubicadas las esclusas de Canal. Ese fue un episodio traumático para su historia, pero la herencia que han dejado es incomparable.
‘Mi abuela vivió allí, aún recuerdo los cuentos que me echaba. Dice que fueron sacados y obligados a vivir en la montañas, ella lo perdió todo; sus fincas, animales todo lo que había trabajado por años’, dijo al diario La Estrella de Panamá la actual reina congo, Marcia Rodríguez.
Según Rodríguez los aportes étnicos de la raza negra son numerosos pero fue la población afrocolonial la que hizo los cimientos culturales en los que se apoyaron los siguientes inmigrantes provenientes de Francia y de las Antillas.
‘El corte culebra fue un sitio trágico, allí murió mucha gente, muchos negros. Las condiciones en las que trabajaba nuestra gente eran infrahumanas, no había seguridad laboral para ellos por eso murieron producto de las enfermedades tropicales y a eso súmele la esclavitud disfrazada de libertad por los franceses y gringos’, relata Glenroy James, de la asociación de amigos del Museo Afro.
James y Rodríguez coinciden en que el mayor aporte cultural que ha dejado la raza negra que llegó a Panamá para construir el imponente Canal de Panamá fue su exuberante gastronomía y todo el sonido de su música folclórica.
La historia cuenta que los negros eran obligados a comer las vísceras de los animales preparados para el alimento de los blancos. Ese acto de racismo fue convertido después, gracias a la creatividad del negro, en exquisitos platillos que hoy día son parte de las fiestas panameñas como el popular ‘mondongo a la culona’ o el saus.
Por otro lado, el repicar del tambor que sonaba de manera clandestina a los inicios de la república fue la herencia más directa para la tradición panameña. El instrumento ameniza todas sus danzas con su contagioso sonido.
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