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- 13/04/2020 09:55
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Hace tres semanas nos preparábamos para organizar la primera reunión anual del equipo completo de la Fundación. Planeábamos darle un tono distinto a la conversación, dejar temporalmente de lado la ilusión y las buenas noticias para hacer un llamado a la introspección y a la autocrítica, a valorar lo que hemos logrado pero no regocijarnos en nuestras victorias, un llamado a despertar del letargo pues nuestra misión nos exige estar alerta, a reconocer nuestro privilegio como tal y no darlo por sentado, en fin a volver a la esencia de Ciudad del Saber.
El mejor hilo conductor que pudimos encontrar para esta conversación era nuestro Arquetipo. Nuestro Arquetipo es una suerte de inconsciente social, único de la Fundación, que contiene nuestra naturaleza como organización, como equipos y como colaboradores, y que resume nuestra visión, misión, estrategia, principios y valores. Este Arquetipo servía al propósito de traer a la consciencia el material escondido en el inconsciente para poder utilizarlo para transformar la realidad de la organización.
Todos estos planes se ven interrumpidos por la irrupción del COVID-19 en Panamá. Esta amenaza que antecede en la jerarquía de necesidades básicas a la que tenía la Fundación, le da vuelta a la mesa, nos obliga a adaptarnos como organización y frente a esta amenaza se activan nuestros mecanismos de adaptación más primitivos: "Lucha o Huida".
La reacción de Lucha o Huida es una respuesta fisiológica ante la percepción de daño, ataque o amenaza a la supervivencia, que prepara al cuerpo y a la mente para una de estas dos posibles reacciones: pelear o escapar. La Fundación decidió pelear. Y ahí inicia el resurgimiento del arquetipo.
Al hacer esta regresión en la escala de nuestras necesidades, la organización recurre a sus elementos constitutivos, a lo fuertemente instaurado, tal como el síntoma en el paciente, que encuentra un espacio en el límite del inconsciente para manifestarse en la realidad. En el caso de la Fundación, sin embargo, lo que emerge son las mejores herramientas para afrontar esta situación, y se reavivan nuestros valores y principios.
Así hemos derribado de inmediato las fronteras entre áreas para entendernos como un único equipo que afronta una amenaza mayor y que para superarla necesita de todos. Entendemos que nuestra misión nos sobrepasa y que por esto tenemos que continuar brindando nuestro servicio.
Comprendemos que el liderazgo es vital para seguir adelante y que los líderes emergen naturalmente. De este modo, hoy tenemos más y mejores líderes que tres semanas atrás. Esta situación ha representado el mejor desencadenante de lo que buscábamos con nuestra reunión anual. Nada nos ha demostrado a todos cuán capaces somos, qué bien preparados estamos y qué tan profundamente están instaurados estos valores en cada uno de los colaboradores de la Fundación.
El reto ahora es sostener al arquetipo en su retorno una vez que la amenaza desaparezca: mirar de frente a esta situación y reconocer que no es sólo tragedia sino también oportunidad; promover un espacio que sea tan fértil para la innovación como el que tenemos hoy, y comprobar que no hay espacio más preparado para gestionar la innovación para el cambio social que la Ciudad del Saber.
Esta situación puede ser un hito histórico para Ciudad del Saber. El momento es ahora, ha llegado el momento de multiplicar el impacto de la experiencia acumulada en 20 años. Nuestras demandas de relevancia, de ser fuente de información confiable, de agilidad y de reconocimiento como agente de cambio social han sido escuchadas.
Ahora la pelota está en nuestra cancha. Por favor equipo, no la dejemos salir de ahí.