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- 02/09/2023 00:00
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“Solo hay un bien: el conocimiento. Solo hay un mal: la ignorancia”. Sócrates
No soy gurú de nada. Si tecleas mi nombre en Google, no aparecerán cuantiosas conferencias o videos de mi autoría en YouTube. Tampoco he sido invitado a programas de radio y televisión para conversar y aportar soluciones milagrosas sobre el emprendimiento, empresas familiares o franquicias. Entonces, ¿por qué leerme?
Porque pretendo ayudar a quienes se están planteando iniciar la aventura de crear su propia empresa o una empresa familiar, renglón en el que tengo experiencia.
La vida y Dios han puesto en mi camino a personas fabulosas de quienes he logrado aprender gracias a sus experiencias que me compartieron, tanto sus aciertos como sus fracasos. Estas fueron personas que se cayeron y se levantaron. Me es difícil escoger entre tantos seres excepcionales que he conocido y espero seguir conociendo.
A este punto ya podrás darte cuenta de que mi objetivo es convertirme en fuente de inspiración para muchos emprendedores en el mundo, ser anunciador de que sí pueden lograr sus sueños mediante el uso de las claves que estoy dispuesto a compartirte.
Mi idea es que los emprendedores podamos aprovechar todas las lecciones de quienes están experimentando el camino del éxito. Mi consejo incluye que podamos ajustar a nuestras vidas esas fórmulas ajenas. Es por esa razón que no me avergüenza decir que todavía sigo aprendiendo. A diario leo, me actualizo sobre diversos temas en la búsqueda de ser cada día una mejor persona y profesional.
A continuación, quiero que desarrolles las siguientes preguntas mientras piensas en tu próxima meta o emprendimiento. Te las he redactado en primera persona para que puedas promoverte una reflexión más honesta.
¿Lo que quiero hacer se parece a algo que ya he visto antes? ¿Es algo diferente y que no se encuentra entre lo que he visto? Si es así, ¿qué me motivó a querer hacer eso? ¿Es que acaso lo que quiero es irrealizable o simplemente no se le ha ocurrido a nadie? De todo lo que he visto, ¿podría hacerlo yo? ¿Podría hacerlo igual o mejor? ¿Es posible que no me sienta capaz de hacer lo que me gustaría hacer? Si es así, ¿qué me hace pensar eso? ¿Considero que no estoy preparado para hacerlo? En ese caso, ¿qué necesito aprender para llevarlo a cabo? ¿Cuánto esfuerzo y dedicación estoy dispuesto a dar para lograrlo? Al evaluar mi personalidad, habilidades, fortalezas, lo que suelo hacer y hago mejor, ¿qué es lo que destaca en mí? ¿Cómo me situaría respecto a las otras personas que siguen similares metas a la mía? ¿Me siento superior, igual o inferior a estos? ¿Cómo sería yo siendo protagonista de mi propia empresa? ¿Cuáles son mis fortalezas y debilidades? (Haz una lista).
¿Cómo podría aprovechar mejor mis fortalezas? ¿Cómo podría transformar mis debilidades en fortalezas?
¿Cuánto tiempo al día voy a dedicar a la tarea de convertirme en un empresario exitoso? ¿Qué necesito aprender y cuánto esfuerzo voy a poner en ello? ¿Cómo soy cuando actúo de manera auténtica? ¿Qué es lo que mis amigos aprecian más de mí? ¿En qué momento me siento ligero? ¿En qué momento es que fluyo o me siento más cómodo al demostrar lo que mejor hago? ¿Por qué no lo hago así siempre?
Estamos acostumbrados a leer casos de éxito de personas que empezaron de cero, triunfaron con empresas creadas de la nada –casi siempre desde un garaje– y de pronto se hicieron millonarios. Sobre ellos ya se han hecho libros, películas y sus casos se exponen como ejemplo en las más prestigiosas escuelas de negocios del mundo.
Como autor, conferencista y empresario he sido testigo numerosas veces de cómo emprendedores aspirantes, luego de concluir algún seminario, se creen sentir muy inspirados a causa de la fortaleza y habilidad del conferencista. Según estos novatos, ya se sienten prestos a vencer cualquier adversidad. Lo cierto es que cuando pasa la euforia, el mundo real parece aplastarlos de nuevo, creyendo que se habían convertido en superhombres o supermujeres capaces de alcanzar el éxito.
¿Significa esto que debemos estar arruinados para poder superarnos? ¿Que debemos tocar fondo para que nuestra única opción sea mejorar? Leemos o escuchamos historias de personas que cambiaron su vida para siempre y de pronto tenemos la falsa idea de que un cambio positivo es únicamente posible después de un mar de desgracias. Pero, qué tal si nuestra historia es diferente a la de esos casos que hemos leído. Qué tal si somos simplemente personas con vidas “normales” que deseamos un cambio. ¿Debemos pasar por calamidades para triunfar? De ninguna manera. Sigamos soñando, y despertemos para trabajar en hacer realidad esos sueños. ¡Hasta la próxima, guerrero, guerrera!