La Ciudad de Saber conmemoró su vigésimo quinto aniversario de fundación con una siembra de banderas en el área de Clayton.
- 24/04/2022 00:00
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Yo pensaba que conocía Konya, la quinta ciudad en importancia de Turquía, ubicada en la provincia homónima en el centro de Anatolia. También llamada en la antigüedad Iconium, fue visitada por el apóstol Pablo, de Tarso, según consta en el Nuevo Testamento y es el lugar donde nació santa Tecla.
Se le ha conocido a través de la historia como Koniah, Konieh, Konia, Qunia e Iconium. Entre 1097 a 1243 fue la capital del sultanato selyúcida de Rüm, y refugio de los cruzados, que la ocuparon temporalmente (Godofredo de Boullon en 1097) y Federico Barbarroja en 1190.
Posterior a esas fechas, Iconium alcanzó su máximo nivel de desarrollo entre 1205 y 1239, bajo el control de Anatolia de parte de los sultanes, que también ejercían su influencia en Armenia, Crimea y parte del Oriente Medio. En ese período, en 1219 acogió a los refugiados persas que huían del avance mongol, que habían derrotado al sah Mohamed II. Sin embargo, los mongoles capturaron la ciudad en 1243 y designaron a Möngke como jefe de gobierno.
Una vez cayó el sultanato de Rüm, se convirtió en emirato en 1307 hasta su sumisión a los Karamanides, en 1322. En 1420 pasó a manos del imperio romano y en 1453 se convirtió en la capital de la provincia otomana de Karamanid.
Profundamente religiosa, su desarrollo está ligado al poeta místico e iniciador de los derviches giróvagos, Yalal ad-Din Muhammad Rumi, mejor conocido como Mevlana, a quien veneran y el complejo en donde está su tumba y la mezquita, que se distingue por su torre turquesa, es de obligatoria visita. Mevalana no nació en Turquía, sino en lo que es hoy Afganistán, pero desarrolló sus ideas en esta ciudad, que por su conservadurismo se le identifica como “La ciudadela del islam”.
Había estado en dos ocasiones y siempre las visitas giraron en torno al área donde desarrolló su actividad el poeta místico. En esta ocasión, invitados por las autoridades de la provincia, nos fuimos en el tren rápido y nos esperaban sendos autobuses para transportarnos (la invitación incluía a los familiares de los embajadores) hacia el hotel escogido para nuestra estancia. De allí arrancamos en una agenda frenética por dos días que me mostró la otra cara de Konya.
Primero fuimos al estadio de fútbol donde juegan los Konyaspor, el club local, cuya capacidad es de 42 mil personas. Es una impresionante construcción donde nos mostraron el campo de juegos y también la sala de trofeos. Allí nos sirvieron un almuerzo típico de la región, que son una especie de pizzas que se enrollan y dentro se les pone perejil y picante. Salimos hacia el Mariposario que recrea un jardín tropical donde hay más de 8.000 especies de mariposas en una estructura muy bien diseñada. El recorrido te adentra en un ecosistema donde las plantas tropicales, tipo palmas, crecen a unas dimensiones inconmensurables. Montado como la gran atracción turística y educativa que es, tiene las explicaciones de cómo mantienen, de dónde vienen y cómo se reproducen las mariposas. Fue realmente una visita inolvidable e inesperada entrar, en medio de la agreste Anatolia, al Kelebek Bahcesi.
Proseguimos nuestra visita en el Centro de Ciencias, un museo interactivo donde chicos y grandes aprenden sobre toda una variedad de desarrollos tecnológicos. Este en particular ha sido concebido para que la ciencia y la tecnología sean entendibles a los ciudadanos, a la vez de incrementar su importancia en forma lúdica. Allí pudimos experimentar muchas innovaciones robóticas, químicas, muy al contrario de los museos que muestran, detrás de una vitrina, los desarrollos tecnológicos.
Diseñados para estimular la creatividad de los que lo visitan, el centro fue concebido para que se desarrollen pensamientos creativos, especialmente a los jóvenes, enfatizando la responsabilidad que les corresponde en las decisiones que tomen. Su contenido, la integración con hermosos jardines y agresivos diseños arquitectónicos hacen de este centro un lugar de obligada visita para los que van a Konya.
La agencia estatal Tübitak es la responsable de su manejo, y es financiado con recursos tanto públicos como privados. Su visión a futuro es establecer más centros de este tipo en otras ciudades de Turquía para promover la cultura científica.
De allí salimos a visitar el velódromo, en construcción, y finalizamos el primer día con una cena magnífica servida en el Selcuklu Congress Center, con las autoridades de la provincia presentes, quienes nos dieron la bienvenida a todos en la entrada. Este centro, una antigua bodega de sólida construcción, se presta para todo tipo de eventos, desde exposiciones hasta cenas como a la que asistimos, teniendo en el altillo una estupenda biblioteca. Allí nos mostraron la convocatoria de los próximos Juegos Olímpicos Islámicos, que se van a celebrar en agosto en esa localidad, mediante un video muy descriptivo.
Al día siguiente tocó dedicárselo a Mevlana, visitando su museo, su tumba y todo el entorno que recrea cómo viven los derviches una vez entran a la orden sufi. En ese museo, que ya había visitado con anterioridad, se muestra el Corán más pequeño que existe. Seguimos hacia el Tantavi Center of Culture and Arts para degustar un manjar tradicional que se sirve en las bodas, que consiste en varios platos muy típicos de esa región, donde se come delicioso, especialmente los que se hacen con cordero.
Nos dirigimos entonces, mediante una larga caminata, hacia la mezquita Alaeddin, los practicantes musulmanes fueron a su oración (era viernes) y los que no, recorrimos los alrededores, donde se destaca una hermosa cascada. Después presenciamos la ceremonia de cambio de guardia en la tumba de los sultanes, interpretados por actores profesionales vestidos a la usanza de la época, ceremonia a la que asistió el gobernador y el alcalde y donde todos pudimos apreciar, posterior a la misma, la belleza de esta mezquita, sus cerámicas y altares de mármol y sus enormes lámparas.
Llegó el momento de ir al museo Panorama, que tiene toda una serie de pinturas sobre la vida de Mevlana y sus discípulos y, al lado, ver el espectáculo de los derviches danzando, en un teatro de estructura redonda y en un silencio sobrecogedor, algo que no tiene precio. Yo los había visto, allí mismo en Konya, bailar al aire libre, pero esta presentación es inolvidable.
Casi todos salimos con sendas fotos o videos de esa mística danza y nos dirigimos a un restaurante muy importante, el Lokmahane, donde nos fueron a ver también las autoridades, y encontramos en la silla de cada uno un libro de cocina de Konya, en inglés. Los turcos son espléndidos y orgullosos de sus productos, por lo que nos dieron desde camisetas del Konyaspor, hasta souvenirs del mariposario, así como productos orgánicos: desde frijoles, bulgur, tayín, hasta mermeladas.
Konya tiene un moderno tranvía dentro del sistema de transporte urbano, desde 1992, con dos líneas y 35 estaciones. Los vagones son de manufactura alemana y los originales fueron reemplazados en 2013 por estos supermodernos y silenciosos.
Como todo lo bueno se acaba, nos dirigimos a la estación de tren para tomar el que nos traería a Ankara, que llegó puntual, todos llenos de paquetes, de comida, de buenas experiencias. La hospitalidad de este lugar es incomparable y ahora nos planteamos que después de esa amenaza de matarnos a punta de comida, nos tendremos que meter en un régimen de ayuno interminable en vez de ayuno intermitente, que está de moda. Al día siguiente empezó el Ramadán, así que los musulmanes están forzados a ayunar durante su mes sagrado.
Quedamos agradecidos de tantas atenciones, de tantos detalles y de descubrir una ciudad con tantos desarrollos científicos y tecnológicos, a la par que conserva su historia ancestral.