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- 25/02/2021 00:00
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Desde mediados del siglo XX se desarrollaron numerosas expresiones artísticas en América Latina cuya particularidad es la asimetría, la pluralidad y el lenguaje artístico enmarcado en el contexto social, político y cultural de cada país.
Claro ejemplo de ello es la pintura mural mexicana, de carácter social y pionera en este tema en relación a Europa.
Con marcado acento expresionista, es de vital importancia para entender la configuración de un lenguaje político e ideológico que cobrará fuerza en la segunda mitad del siglo XX. Prueba de ello son los trabajos de Oswaldo Guayasamín en Ecuador, Roberto Matta en Chile o los murales de Carlos Alberto Palomino en Panamá.
Después de la Segunda Guerra Mundial nace un nuevo discurso político y con ello una nueva concepción del arte. Por un lado, surgen corrientes de talante más visceral y dramático. Se reinterpreta y matiza el expresionismo como instrumento para posicionar el arte al lado de los más vulnerables.
Por otro lado, van cobrando fuerza otras corrientes más racionales como el cubismo, movimiento enfocado en aspectos mentales e intelectuales, que propone eliminar la tercera dimensión del arte al suprimir la perspectiva y de este modo devolverle a la pintura las dos dimensiones que le son propias.
Descompone la imagen hasta reducirla a simplificaciones geométricas y permite la articulación racional de los colores. Pretende captar las simplificaciones primarias del objeto, es decir, su esencia, y a partir de allí construir visualmente un nuevo orden compositivo. En América podemos encontrar a Wifredo Lam o Portocarrera, entre los artistas más sobresalientes que experimentaron con elementos cubistas.
En Panamá influyó poderosamente en pintores como Sinclair y Trujillo, que hacen paisajes siguiendo estructuras geométricas y cromáticas afines a estos planteamientos.
Con una naturaleza similar aparece el futurismo. Proclama la destrucción de toda la tradición de las artes y sostiene la necesidad de acabar con los museos, galerías y toda la tradición artística anterior, afirmando que el futuro del mundo y del hombre son las grandes construcciones, los avances tecnológicos y la velocidad.
El futurismo alcanza importancia en la medida en que, al conjugarse con otros movimientos, por ejemplo, el abstraccionismo geométrico, proporciona una nueva forma de interpretación figurativa. Podemos encontrar en la obra del cubano Gustavo Acosta, escenas urbanas de gran profundidad que abogan por los nuevos tiempos.
También entran en escena corrientes como el dadaísmo, caracterizado por mantener una actitud permanente de rebeldía y crítica al sistema.
Del 'Dadá' nace el surrealismo como propuesta que busca superar el absurdo y el sinsentido de los seguidores de Tristan Tzara y Marcel Duchamp.
En una Europa devastada por las dos guerras, el pesimismo, la muerte y la nada se hacen presentes en el arte. El surrealismo tiene amplia difusión e impacto en América. Propone la exploración del subconsciente como elemento dinamizador de la obra de arte. Utilizando el automatismo psíquico para aflorar libremente, sin restricciones y de manera automática, las pulsiones reprimidas del inconsciente.
La importancia del surrealismo radica en que no suprime la figuración y, por ende, nos propone imágenes reconocibles aunque asociadas de manera ilógica pero que permiten que el espectador sienta cierto grado de identificación.
Al surrealismo recurrieron casi todas las artes en la primera mitad del siglo, no solamente en la pintura sino también en la literatura o el cine. No hay más que recordar la poesía automática de Federico García Lorca o el cine de Luis Buñuel. También dio origen a movimientos como el creacionismo de Huidobro, centrado en la armonía del poema en el ritmo y en la sonoridad de las palabras.
Al igual que el resto del mundo, llega un momento en el que América Latina se decanta por el abstraccionismo. Puede deberse a que maneja un discurso plástico que permite incursionar con autonomía y con una gran libertad en la plástico y esto lo convierte en una alternativa atractiva para plasmar los tiempos de la postmodernidad.
El abstraccionismo expresivo se interesa por desatacar las posibilidades cromáticas construyendo complejos juegos de colores y luz, sin orden preestablecido y sin una finalidad argumentativa o racional.
En Panamá lo podemos observar en la obra Antonio Alvarado, Luis Olaciregui o Emilio Torres, cuyos trabajos están fuertemente influenciados por el 'tachismo', que se caracteriza por el trazado libre, voluntarioso, de líneas, figuras geométricas o rayado sobre lienzo con el cual se pretende construir planos imaginarios que se dejan a la libertad de interpretación del espectador.
Dentro del abstraccionismo existe una corriente que se caracteriza por el empleo de una gran fuerza expresiva a través de la agresividad cromática y el uso de planos grandes y corrosivos. Aborda la representación de manera impulsiva, permitiendo liberar las sensaciones que animan al artista, dejando en libertad al espectador para que establezca una comunicación con la obra.
Esta corriente tomó diversas orientaciones en América y dio paso a una versión muy particular que muchos denominan arte fantástico, y que es de alguna manera dominante hasta hoy día. Ejemplo de ello es el trabajo que hace Trujillo, en el cual sintetiza figuras zoomorfas y antropomorfas con vegetales.
Por último, es preciso mencionar los grandes avances que han tenido en América corrientes como el arte óptico. Su máximo exponente es el venezolano Carlos Cruz-Diez, con varias obras ubicadas en el territorio panameño.
El op art, nace en los primero años del siglo XX, como resultado de la rigurosidad de los estudios científicos de la época y del interés artístico por utilizar estos descubrimientos en el arte. Representa un arte popular que llega a todos y es fácil de comprender.
Detrás de esta corriente se encuentran conocimientos matemáticos y aplicaciones de leyes físicas, que determinan los efectos del color sobre la capacidad de visión humana, proporcionándonos una vivencia visual fisiológica a partir de la combinación de luz y color. En algunos casos simulan la sensación de movimiento. Sin embargo, cabe mencionar que se trata de una ilusión óptica, ya que son estáticas a diferencia de, por ejemplo, el arte cinético.
En este repaso por las corrientes estéticas más influyente en América Latina, no podemos olvidar el arte conceptual. Movimiento que replantea los esquemas tradicionales del arte y le confiere mayor relevancia a la idea subyacente que al objeto.
De este modo se genera una nueva concepción del acto creativo dándole prioridad al proceso. Podemos mencionar los trabajos de artistas como el colombiano Roberto Obregón, donde destacamos la construcción de un herbario conceptual a través de la figura recurrente de la rosa. O la cubana Ana Mendieta, cuyas imágenes evocan la sangre, la violencia sexual y la feminidad.
Por último, debemos hacer referencia a un término que hizo presencia en el imaginario colectivo de la representación plástica hace ya varios años. Nos referimos al arte postconceptual. Término que se relaciona con el arte generativo y digital donde, en muchos casos, no es el artista el que toma las decisiones de la obra, sino que se sustituyen por soluciones algorítmicas. De este modo nace un arte basado en lo impredecible, tan autónomo que no precisa de su creador.
Doy un agradecimiento al profesor Pedro Prados, ya que este artículo contiene datos proporcionados de sus apuntes.