En defensa de la piel

Actualizado
  • 01/04/2009 02:00
Creado
  • 01/04/2009 02:00
E nvejecer es una realidad insoslayable. Con los años se hacen evidentes los signos del paso del tiempo y las señales de deterioro, tant...

E nvejecer es una realidad insoslayable. Con los años se hacen evidentes los signos del paso del tiempo y las señales de deterioro, tanto del cuerpo como de la piel. Frente a este tema, hay muchas posiciones y teorías; una de las más importantes es el desgaste de tipo celular cuyo proceso de regeneración se va haciendo mucho más lento. Cuando la piel es joven se renueva cada 28 días, cumpliendo un ciclo completo durante el cual las células crecen y forman una capa cuya acción principal es protegerla de los efectos nocivos del medio ambiente. Luego, a los 14 días, las células liberan ciertas propiedades que permiten una exfoliación natural que favorece que la piel se vea continuamente lozana y joven.

Pasados los 25 años, este proceso se hace más lento y, sumado al estilo de vida que contempla a su vez el tipo de alimentación de cada persona, los hábitos como el consumo de alcohol y el cigarrillo, las horas de sueño, la mala alimentación y el estrés, produce en algunas personas un envejecimiento prematuro.

Una lenta renovación celular hace que las capas de la piel pierdan continuidad y aparezcan las líneas de expresión. En este proceso intervienen las coenzimas que son esenciales en el metabolismo de la energía en todas las células del cuerpo. Para la piel, la coenzima Q10 es fundamental, ya que sus propiedades o funciones van dirigidas a fabricar energía e intervenir en la renovación celular. El proceso energético de las células se va deteriorando por acción de los radicales libres, que son moléculas desestabilizadoras de la función celular, y se generan por una mala dieta, los medicamentos, la contaminación y el exceso de exposición solar, entre otros. La cantidad de Q10 en el cuerpo se disminuye con el paso de los años. A su vez, esto reduce el suministro de energía necesaria para la protección de la célula y la reparación de la misma. En la medida en que envejecemos, el metabolismo de energía en las células de la piel reduce su velocidad, por esta razón, la piel pierde elasticidad y empieza a verse cansada. Los tejidos se ven menos firmes y comienzan a aparecer las primeras líneas de expresión, que con el tiempo se convierten en arrugas. La tensión, los factores exógenos y, sobre todo, la luz UVA aceleran esta disminución.

A los 50 años, la renovación celular multiplica su tiempo de ocurrencia. Es decir, que el proceso puede tardar hasta el doble y por lo tanto la recuperación de la piel es mucho más lenta. Este es el indicador común para definir la edad, y lo que asusta a muchas mujeres es que a veces no encuentran el camino para que este proceso sea menos evidente y traumático.

El secreto está en hallar aquellos mecanismos que permitan estimular la renovación de la piel. El suministrar de Q10 de forma adecuada y constante restituye el ciclo de la renovación celular. Para que la coenzima sea absorbida correctamente por la piel, debe estar muy bien procesada y ser de alta calidad.

Los hallazgos en torno a la coenzima Q10 son cada vez más evidentes e importantes. Continuos estudios realizados por expertos demuestran que su acción antioxidante es muy parecida a la que generan las vitaminas E y K, porque inhibe la destrucción celular provocada por los radicales libres. Esta beneficiosa enzima retarda el envejecimiento porque neutraliza la acción de éstos.

En el Centro de Investigación de la Piel de Beiersdorf, en Alemania, 650 científicos trabajan en la investigación dermatológica. Ellos cumplieron la tarea de estudiar la Q10 y descubrieron que su concentración disminuye en la piel, por lo cual se acentúan las líneas de expresión. Había, pues, que evitar este efecto proporcionándole a la piel esa coenzima desde el exterior.

Desde el descubrimiento de esta coenzima en los años 50 se ha comprobado que su uso continuo puede retrasar el proceso de envejecimiento de la dermis. ©ELPAIS.SL.

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