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- 08/04/2023 00:00
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Cincuenta años después de su muerte, el español Pablo Picasso sigue siendo “un imán”, un artista que cambió la forma de mirar la realidad y el arte y se convirtió en uno de los más célebres pintores del mundo, que ahora le rinde homenaje, sin obviar temas controvertidos como su relación con las mujeres.
Cincuenta exposiciones y otros eventos componen el Año Picasso, con un análisis historiográfico de su obra y su influencia en el arte contemporáneo.
Los Gobiernos de España y Francia, país donde vivió gran parte de su vida, constituyeron una comisión binacional para este aniversario.
“Picasso cambió la manera de mirar y eso es lo que hace de él un mito, es algo más que un artista común”, asegura a EFE Carlos Alberdi, comisionado para la conmemoración del Año Picasso.
Lo define como “un imán”, sobre el que tratará a finales de este año un congreso de expertos en París, tras el celebrado en el Museo Reina Sofía de Madrid.
Porque Picasso es el artista con más obras en museos de todo el mundo y encabeza la clasificación mundial en subastas de arte.
Nacido en Málaga (sur español) en 1881, y fallecido en la población francesa de Mougins (sureste), el 8 de abril de 1973, Pablo Ruiz Picasso se trasladó con su familia con nueve años a la ciudad española de La Coruña (noroeste).
Allí se inició como pintor y realizó su primera exposición, aunque también sufrió la muerte de su hermana pequeña, lo que marcó su vida. Esta época, quizá la menos conocida, se visibiliza en la exposición “Picasso blanco en el recuerdo azul” en La Coruña.
“Esos cuadros que pinta con 13 y 14 años, al igual que los primeros de Barcelona (noreste español), son curiosos porque son un poco académicos; aunque no rompe en ellos el Picasso que luego fue, muestra que fue un chaval con un talento especial”, explica Alberdi.
En 1904, Picasso se instaló en París, donde vive su “época azul”. En la siguiente etapa, la “época rosa”, pinta cuadros como “Familia de arlequín”.
Y en 1906 llega la “gran transformación”: empieza “Las señoritas de Aviñon”, considerada la primera obra cubista y con la que revoluciona el arte.
Con una necesidad de evolución constante, después de pasar por el “cubismo analítico” y el “cubismo sintético”, empezó un periodo neoclásico. En 1925, se alió con el movimiento surrealista de André Bretón.
En 1936, recién comenzada la Guerra civil española, fue nombrado director del Museo del Prado de Madrid, cargo que no llegó a ejercer, aunque ayudó a evacuar a Francia obras de la pinacoteca.
En 1937, el Gobierno de la II República le encarga un cuadro mural para representar a España en el Pabellón de la Exposición Universal de París, que pinta impactado por el bombardeo alemán que devastó la población española de Guernica (norte). Había nacido el que es hoy un emblema de la paz.
“El 'Guernica', en su momento, fue un cuadro hasta cierto punto controvertido, enorme, en blanco y negro, con una representación del fenómeno de la guerra que, hasta el momento, no se había hecho”, dice Alberdi, que lo considera “un icono del pacifismo”.
“Hoy en día miramos ese cuadro y todos vemos los desastres de la guerra”, apostilla.
El mundo cambia, según Alberdi, “y Picasso permanece”, aunque “es mirado con ojos nuevos”.
Antes, además de un gran artista, era un personaje con una lectura política. Era antifranquista, comunista, pero no seguía el realismo socialista, sino que admiraba a Estados Unidos.
“La política rodeaba a Picasso, mientras que hoy ese tema prácticamente es muy poco tratado, y ahora es su relación con las mujeres el tema protagonista”, comenta el comisionado.
Considera que hay una literatura un poco “activista” que “tiende a convertir a Picasso en un malvado (en su relación con las mujeres), y eso es un poco exagerado”. Aconseja, así, leer los escritos de algunas que compartieron la vida con él.
Una es Fernande Olivier, modelo y escritora francesa que lo acompañó en la bohemia parisina. La otra es Françoise Gilot, artista, crítica de arte y escritora francesa que tuvo dos hijas con él y aún vive. Escribió Vivir con Picasso en 1965.
En total, Picasso tuvo cuatro hijos de seis relaciones sentimentales.
“Era un hombre con contradicciones, machista como la mayoría de sus coetáneos, pero también daba, podía tener cosas molestas, pero también su lado cariñoso y generoso”, argumenta Alberdi. Además, no cree que esas cuestiones ensombrezcan las conmemoraciones.
Fue tan prolífico escultor como pintor, además de poeta; también tenía una gran conexión con la música y una destacada conexión con la revolución de Coco Chanel en la moda.
En medio del amplio debate sobre la figura de Picasso y su relación con las mujeres de su vida, la presidenta del Museo Nacional Picasso de París, Cécile Debray, pide en entrevista con EFE tratar esta cuestión “de manera histórica” y con “un poco más de serenidad”.
El cincuenta aniversario de la muerte del artista se cumple hoy sábado, y Francia y España llevan ya meses celebrando juntas el Año Picasso para recordar la inmensa obra del artista nacido en Málaga en 1881 y fallecido en 1973 en Mougins (Francia), que Debray considera “un artista fundamental para el arte moderno”.
Una de las cuestiones que más se ha discutido en las últimas décadas sobre Picasso es su relación con las mujeres de su vida y su comportamiento cuanto menos abusivo, con una crítica especial por parte del feminismo actual.
“Creo que es necesario mirar esta cuestión, que es necesario releer la obra”, pero huyendo de reacciones “viscerales” y apostando por un análisis más histórico, considera la responsable del mayor museo dedicado exclusivamente al artista en todo el mundo.
Debray reconoce que el artista “no fue el mejor padre ni el mejor compañero”, pero recalca que esta visión pena de “anacronismo”, ya que “miramos hoy a Picasso como si fuera un hombre de nuestra época, que no es el caso”.
Por ello, invita a los jóvenes historiadores del arte a “retomar este asunto y a tratarlo con más distancia y de manera más histórica”, con herramientas académicas que no sean “el rumor o testimonios muy afectivos” y así revisar la obra de Picasso “con un poco más de serenidad”.
A pesar de que se ha dicho ya prácticamente todo sobre Pablo Ruiz Picasso, Debray considera que todavía quedan cosas por explorar del artista: “Queda una exposición formidable por hacer sobre la relación de España con Picasso, es decir, la identidad española de Picasso o de la identidad picassiana de España”, opina.
Sin embargo, recalca que la trayectoria del arte “evoluciona con su tiempo”, por lo que “aún hay muchas cosas que saber sobre Picasso”, aunque pide para ello un análisis con las herramientas de la historia.
Por ello, rechaza también de plano las acusaciones que se lanzaron contra Picasso por no irse de París durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial, entre 1940 y 1944, y el hecho de que no firmara una petición de intelectuales y artistas para que la Gestapo liberara al escritor y pintor Max Jacob, un amigo suyo enviado al campo de internamiento de Drancy, en el que murió enfermo.
Explica que esta acusación “indignante” se originó en la extrema derecha francesa y “es totalmente falsa”: “Picasso quiso firmar la petición, pero sus amigos le dijeron que no lo hiciera, ya que se hubiera puesto en peligro", al estar fichado por las autoridades alemanas como antifranquista y "artista degenerado”.
Sobre las polémicas que planean sobre el artista, subraya que “estamos demasiado cerca” de Picasso, pero vaticina que “en los próximos decenios su obra se terminará decantando respecto a su biografía” y su producción se verá “como la de Tiziano o la de Miguel Ángel”.
Y cree que la enorme popularidad del artista en todo el mundo se debe tanto a su longevidad como a su trabajo con las principales corrientes artísticas del siglo XX, igual que a su destreza con muchos medios: “Era un gran pintor, un gran escultor y un gran dibujante”, enumera, además de su paso por la cerámica y otras formas artísticas.
En un lado más personal, considera “un reto” estar al frente de esta institución dedicada a un solo arista, en una ciudad con “un ecosistema cultural” como el de París, que también tiene otros grandes museos del Estado como el Louvre o el Orsay, además del Pompidou (arte contemporáneo) o el de la Orangerie (arte moderno), pero aún así cree que ejerce tiene un papel “importante”.
Fundado en 1985 y ampliado en 2014, el Museo Picasso está en el Palacio Salé, una de las mansiones barrocas del siglo XVII de la zona del Marais, que en las últimas décadas se ha convertido en una de las áreas tendencia para las artes y la moda de la capital francesa.
Sus fondos incluyen más de 5.000 obras de Picasso y algunas de otros artistas que formaban parte de su colección particular y de los acuerdos de dación con sus familiares o donaciones de coleccionistas, así como 200.000 piezas documentales, por lo que es también una referencia para los investigadores.
Pero su presidenta insiste en que el Picasso también se abre a otros artistas, como muestra la actual exposición de Faith Ringold, la primera retrospectiva que se hace en Europa de esta artista neoyorquina.
Para este aniversario, el museo presentó a finales de marzo una exposición en la que el diseñador británico de moda Paul Smith eligió una serie de obras y las organizó según su idea del color, para “darle más humor”, explica Debray.
Ello ha permitido “mostrar un Picasso más juguetón, más espiritual, también más humano”.