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- 15/02/2015 01:00
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Alejandrina perdió dos embarazos. Un calvario indescriptible para la ‘Niña’ de la familia Gómez, quien acababa de contraer nupcias con el sastre del pueblo, Don Aurelio.
Rezó a San Antonio de Padua, le pidió un primogénito que, de nacer sano, lo bautizaría como el fraile, y no Aurelio, como su esposo había dictado. El consagrado publicista, compositor y humorista de origen cubano y corazón panameño, Antonio Fernández Gómez (Tony Fergo), primogénito de Alejandrina y Aurelio, tiene hoy 92 años y una lucidez que solo puede atribuírsele a un milagro.
ORIGEN HUMILDE
Tony Fergo se enteró que existía la mantequilla cuando tenía doce años. Hasta esa fecha, recuerda haberse levantado todos los días a las seis de la mañana para ir a una esquina de Guanabacoa, la provincia de La Habana que lo vio nacer, donde estaba la panadería que vendía el pan a un centavo; para comprar, por el mismo precio, dos del día anterior.
Con 40 centavos al día desayunaban, almorzaban y cenaban su mamá, su papá, su hermano y él, pan, algunas veces con frijoles, otras con variantes del menú. ‘Yo me vine a enterar de que yo era un niño pobre cuando tenía 17 años, porque a mi pueblo no iban los políticos’, dice el veterano publicista, compositor y humorista.
Para Don Tony son los políticos los que llegan a un lugar para soltar el discurso de acabar con la pobreza, precisamente con los niños pobres. ‘Ellos no acaban con un carajo, y todos los niños terminan con un complejo de niño pobre... pero como a mi pueblo nunca llegaron, yo nunca supe que era pobre’.
La inocencia de un infante que se topaba con la felicidad entre los juegos de antaño, o que esperaba con ansias los días de lluvia para tener una piscina, que jugaba a los tres mosqueteros con su primo, o que incluso encontraba en las carriolas un pasatiempo único y trascendente, lo blindaban ante la progresiva depresión económica de aquella zona de la isla, un lugar cuya arquitectura se remonta a hace cuatro siglos.
EL VALOR DE LA INFANCIA
Hoy, a sus 92 años, el recientemente nombrado doctor por la Universidad Santa María la Antigua, pone énfasis en la relevancia que tienen los primeros años de su vida en lo que él ha sido y es ahora, y no evita pararse de la silla de su oficina para enunciar: ‘La única forma de soportar lo duro que es la vida a través de los años que tienes que vivir, lo único que te refresca, que te da fuerza, que te permite sentir, es recordar tu niñez’.
Hay cierto brillo en sus ojos verdes cada vez que habla de su infancia, por eso no es sorpresa que haya escrito un libro de remembranzas titulado El niño de dentro , donde aparece un infante con traje de sastre, —es él, y su padre el artífice de la prenda— superpuesto ante la figura de un cerebro. ‘Si nosotros cuando ya somos hombres, maduros, y hasta viejos, podemos acordarnos de nuestra niñez, nos rejuvenecemos’, pronuncia mientras escribe una dedicatoria en la primera página del ejemplar.
La primera novia que tuvo se llamaba Norma Gregorich, y asegura que nunca le dijo que era novia suya porque a los cinco años le daba vergüenza. Pero además detalla que él pensaba que ella también se había enamorado de él, pero no se lo decía, entonces, él no volteaba ni a mirarla. ‘Lo que es la niñez —dice entre risas—... pero es el amor puro, puro, puro puro, donde puedes llenar el corazón entero con ese recuerdo’.
BOLERO COMERCIAL
El jingle era una novedad en la Cuba de 1943. En Estados Unidos, el concepto se distanciaba un poco de lo que luego el compositor Tony Fergo haría en la isla junto al trío —una modalidad de agrupación altamente común para la época— Los Hermanos Rigual, quienes luego alcanzarían notoriedad internacional con el éxito ‘Cuando calienta el sol’.
Con solo 22 años entra a trabajar en una agencia de publicidad, y junto a Osvaldo Farrés, el artífice de boleros como ‘Quizás, quizás, quizás’ o ‘En el mar la vida es más sabrosa’, hicieron campaña publicitaria a Carlos Prío Socarrás, con un éxito que llevó al candidato directo a la silla presidencial. Aquí Antonio Fernández Gómez decide crear su propia agencia uniendo la primera parte de sus dos apellidos, y el nombre con el que lo conocen en todos los rincones de esta industria: Fergo.
Recibe una llamada telefónica dos años después —luego de composiciones, bole ros y cuñas publicitarias que perfilaban su estatus en el mercado—. Era Larry De la Vega, director de mercadeo de Coca Cola en Cuba, muy amigo de él. ‘Dámaso Pérez y Hnos. son los madereros más famosos de Cuba y quieren que yo les haga un jingle , sácame de este lío, házte un jingle para esta gente’, oía Tony por el auricular. ‘Qué te parece tocando superstición, algo que sea un problema y haya que tocar madera, y cuando toquen dicen ‘36 años vendiendo las mejores maderas del país”.
Así, en lugar de hacer un jingle normal, se juntó con el Trío Servando Dí az, los más sonados de la época, y escribió: ‘No me asusten caballeros, déjenme tocar madera’. Una línea que vibraría en las cuerdas vocales del bigote más famoso de los años cuarenta, Bienvenido Granda, junto a la Sonora Matancera. Un éxito que seguiría sacándole brillo al talento de Antonio Fernández Gómez. ‘Todavía yo recibo dividendos de Tocando Madera’, confiesa a Facetas .
PADRE DEL ‘JINGLE’ EN LA MADRE PATRIA
Pisa España en la década siguiente, y cuando dijo que en 30 segundos podía hacer lo que los españoles demoraban tres minutos —‘allá acostumbraban hacer un paso doble entero para vender un cigarrilo, o un café’, explica—, nadie se lo podía creer.
En el país ibérico haría una veintena de jingles , amasando el género publicitario hacia la popularidad, y entablando amistad con compositores como el español Gregorio García Segura, o el trío Los Panchos, con quienes se encontraba en el Café Daiquirí, y luego grabarían la composición de Fergo ‘Alma vanidosa’ y ‘Luna lunera’, junto a la inmortal voz envolvente de Eydie Gormé.
Una época dorada, en el que le costeaban los pasajes, se reunía con otros músicos, cantaba y componía. El bolero era el amo y señor de los géneros musicales. ‘Yo soy el último dinosaurio que queda de esa época’, dice con una sonrisa en el rostro.
LAS CARTAS DEL DESTINO
Fulgencio Batista sacaría de la silla presidencial a Prío Socarrás con un golpe de estado, consolidando la política castrense en Cuba. En este punto de la historia Tony escribe cinco cartas.
Eran cinco lugares que él mismo se proponía para establecer hogar y oficio, lejos de La Habana, en tierras foráneas. Una correspondencia iría a Puerto Rico, para Publicidad Toledo; a Colombia también escribió para trabajar con Gloria Valencia de Castaño; en España esperaba radicarse para laborar con José Luis Pécker; y en Venezuela, que es donde él realmente iba a ir, haría mancuerna con el hijo de Aurelio Mendoza. Pero también le escribió al istmo. Lo había visitado una vez antes de mandar la misiva, cuando conoció a los hermanos Eleta, y a Carlos se lo encontraría luego en un restaurante en Cuba. ‘A mí me gustaba el reto de Panamá’, dilucida hoy Fergo.
Fue así que, cansado del militarismo que crecía en Cuba, viajó en 1957 a Panamá, a los dos meses se trajo a sus hijos y esposa, y se afincó en la tierra del Canal, donde le da vida a la industria publicitaria local.
PIONERO
‘Tony Fergo es el padre de la publicidad panameña —asevera el periodista Rubén Murgas—. Una de las cosas más difíciles que hay en radio es recordar un número de teléfono, pero él lo vendía con un jingle donde cantaba el número de Fumigadora Nacional, por ejemplo, una cosa tan difícil de vender, una fumigadora...’.
Antonio Fernández Gómez llega a Panamá y se filtra en la radio a través de jingles y cuñas publicitarias, pero también por medio de poemas que escribía y ponía a locutar a las voces doradas de la época. Fue, además de todo, una pieza crucial en el momento que se da la transición de la radio a la televisión, ese lapso en el que todos los actores de teatro y radionovela empezaban a mostrar el rostro en la pantalla chica, una revolución en la audiencia.
Iba junto a Ralph Smith, gerente del proyecto, a Cuba a ver a Goar Mestre —pionero de la industria audiovisual de Latinoamérica— y a México a conversar con Emilio Azcárraga —magnate de las telecomunicaciones—, buscando contenido para un proyecto televisivo de los hermanos Eleta, que luego se cristalizaría con el nombre de Radio Programas Continentales, RPC.
‘Las cuñas eran slides , y se ponía un disco o a un locutor que leía’, recuerda. ‘Hice varias cuñas con Marta Estela Paredes, con Palmira Larrinaga... No había más que un estudio de grabación, empezábamos a las 12:30 —cuando se acababa la transmisión de televisión—, hasta las 2:30, y era una cuña muy bonita porque era una canción completa y cuando acababa decía: ‘Ava, lava”.
Junto a él trabajaron una infinidad de actores y locutores, desde Eneida Valdés y Harry Iglesias hasta Fernando Navas y John Gres. A la par, escribía columnas de corte humorístico en los diarios locales como ‘Me muero de la risa’ en La Estrella de Panamá , y ‘Estupideces dominicales’ en La Prensa , por mencionar algunas.
LA LUZ DE LA CREATIVIDAD
Hoy, en épocas en las que el consumidor es el principal y más importante ente en el mercado, capaz de dañar la imagen de una marca con tan solo tener acceso a una red social, Tony Fergo deja ver su sensata filosofía publicitaria. ‘El comprador es la persona más importante para un ceativo, no el dueño de la empresa, porque si el comprador no le compra, el dueño de la empresa quiebra. A quien yo quiero mimar y amar, y tenerlo consentido es al comprador’, enuncia el veterano publicista.
De hecho, Rubén Murgas comenta que un día Don Tony le confesó que la temporada de menor ventas de la cadena de almacenes Gago era a mediados de año. Pero, en un abrir y cerrar de ojos, Tony Fergo creó Julio Gago. Un mes mercantil fantasma, lejos de las vacaciones y de navidad, fue convertido en un mes de ofertas por Fergo, transformando a julio en la mejor época de facturación de Gago. ‘Todo el mundo creía que era un personaje, y era el mes de Julio... un ejemplo de cómo la creatividad no es solo publicidad en sí, sino también decisiones estratégicas. Él buscaba la efectividad de una campaña’, señala Murgas. De pronto, vender un producto mutaba en una actividad menos frívola, con arte y chispa de por medio.
Cuando le preguntan si hubo productos para los que él no quería trabajar, piensa en una mueblería, que andaba económicamente muy mal. ‘Le inventé el muñeco ‘Ana de la Americana’ y la mueblería quedó en primer lugar... luego vino un individuo, me quitó la cuenta, se quedaron con ella, y quebraron’, rememora Fernández Gómez.
MIRADA A LA PUBLICIDAD DE HOY
Para el maestro de los jingles , hoy esta herramienta sigue una línea distinta. ‘El jingle ahora es menos explicativo, no vende la imagen del anunciante, sino que sirve para entretener el anuncio’, formula a la vez que compara cuñas musicales actuales con ‘Ana la Americana’ o ‘Julio Gago’.
También esboza un punto sobre el apoyo en formatos tecnológicos y la deformación de la creatividad. ‘El publicista de hoy, el creativo, depende mucho y se basa en lo que las computadoras le permiten hacer, y no por lo que tienen en la mente’, comenta. ‘No hay alma’.