La ceremonia del traslado del féretro del papa Francisco, que falleció este lunes a los 88 años, de la capilla de Santa Marta, comenzó a las 9.00 hora...
- 03/02/2018 01:01
Del libro homónimo publicado por La Rama Dorada Ediciones (2015)
Para Helena, Ethielt Ethielín e Ivana.
Aquí nací,
En un diminuto grano de sal
Que flotó a la deriva
Y se aposentó
En la placenta aguamarina
De mi madre.
Ella nació de la abuela
Quien, a su vez, fue
Hecha de la piel escamada
De aquellos que vinieron desde las aldeas distantes
En las costas de África.
Aquí crecí,
En el estallar de las olas contra las rocas
Y los deshechos de las playas;
Entre el óxido del hierro
Que hirió la pureza de las finas arenas.
Con maderas añejadas
Hicimos la casa y las cruces,
El muelle de las bienvenidas y de los adioses,
Nuestras canoas
Que nos llevaron tan lejos y perduraron tanto
Como el tiempo transcurrido
Por el joven guerrero que se hizo anciano.
Fui libélula
Y volé entre un majestuoso mar
De mariposas multicolores
Y fue estremecedor el despliegue del carmesí,
Del violeta y el bermejo,
En las orillas virginales de las playas sin daño.
Apiñé los años
Oyendo el latir de corazones engarzados
Que aún retumba en los tambores
Que se descosen y se desguazan;
En las caderas sudorosas
De las madres que se abrieron como flores
Pariendo hijos.
Fue un tiempo muy largo,
Casi la eternidad en salmuera,
Entre la pobreza agridulce de la niñez
Y la longeva concavidad de mis huesos roídos
Por el rumiar de los días;
Por años sin dientes que ya no me mordieron el alma.
Retornaré a la diminuta bahía de la infancia,
A la muralla donde se estrellaba el mar,
A las calles de la ciudad ultramarina
Donde chorrearon amaneceres y atardeceres
En el gris de los aguaceros,
Al charco en la acera
Y a la puerta de madera.
El celeste fue mi vértigo y mi ternura;
Vi transcurrir un tiempo irrepetible,
Con destellos lapislázulis,
Que me colmó de inmensas dichas,
Insoportables pérdidas y devastadoras ausencias.
Caeré lentamente en la refulgencia del agua
Donde nadé dentro del velo de la libertad.
Moriré en la tarde
Sin poder ver la siguiente aurora;
Cuando la pizca de sal
Que fue mi origen se evapore,
Inevitable, solitaria,
Pulverizada en átomos errantes
Y vencida en la luz;
Cuando la última ola que vean mis ojos
Se desparrame en la playa
Y se inicie la resaca
Que me llevará como un tronco maltrecho,
Un caracol partido,
Una espina de pez quebrada,
Una momia húmeda envuelta en harapos de algas,
Sin un alarido, sin una queja,
Con las vísceras hechas añicos
Y el corazón triturado
En una molienda de agua salada
Y tierra dulce.
Naufragará el barco de papel
Que hice de niño y perdí;
Pero no lloraré como entonces,
Seguiré trotando junto con los caballos de mar
En los jardines del agua,
Como la segunda infancia,
Como repasar los años
Y recoger las sueltas alegrías de la inocencia.
Llegarán otros hijos,
Vendrán las madres de otras madres,
Y ésta será también su patria sagrada.
Aquí estará por siempre
El lugar donde nací.
Este delicado hilo de luminiscencia
Que entró a mis pupilas al nacer
Y salió al morir,
En este privilegiado y amoroso
Filamento de tierra,
Entre dos prodigiosos océanos.
BIOGRAFÍA
Manuel Orestes Nieto
Nació en Panamá, en 1951. Licenciado en Filosofía e Historia por la Universidad Santa María la Antigua. Diplomático, director editorial de Udelas.
Premio Nacional de Literatura ‘Ricardo Miró' de poesía en cinco ocasiones: 1972, 1983, 1996, 2002 y 2012. Premio Casa de las Américas 1975 de poesía por ‘Dar la cara'.
Premio Extraordinario de Literatura ‘Pedro Correa', 2000, a la excelencia literaria por el conjunto de su obra publicada. Ostenta la Medalla Gabriela Mistral.
En 2010 recibe el Premio Honorífico José Lezama Lima en poesía, de Casa de las Américas, por su obra reunida de 40 años de sostenida creación poética: ‘El cristal entre la luz'.