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- 21/09/2008 02:00
- 21/09/2008 02:00
E n los últimos tiempos, el papel que desempeña la mujer en las diferentes facetas de la sociedad está causando revuelo. Aquella figura, a la que se acostumbraba ver como ama de casa, al cuidado del esposo y de los hijos, ha pasado a la historia y dado lugar a la mujer independiente y profesional. Una que conjuga las responsabilidades personales y profesionales con éxito, pero con mucho esfuerzo.
Su protagonismo traspasa las paredes del hogar para insertarse en diferentes posiciones del ámbito social y laboral.
Esto es palpable en los medios que destacan, a nivel global, el papel de las féminas en todos los campos del saber humano.
La revolución femenina representó un verdadero desafió. Algunas señalan que además incrementó la carga física y emocional de sus congéneres. Pero, pese a todo, la mujer desempeña de la mejor forma posible su rol de madre, esposa y profesional.
Las razones por las que las muchas deciden trabajar y formarse académicamente, varían. La más imperiosa se vincula a la necesidad de contribuir con su aporte económico al presupuesto del hogar. Más aún, cuando las circunstancias la obligan a tomar por completo las riendas de la familia, por decisión o por imprevistos.
Es muy común encontrarse en todas las esferas sociales, casos como este. Carmen, es un ejemplo. Ella conversó con La Estrella y dijo: “Luego de 15 años de casada, un día mi esposo decidió abandonarme. Quedé sola y con cinco hijos que mantener. Sin importarle, simplemente, desapareció. Fui a la policía y puse la denuncia para que lo buscaran, pero fue en vano”.
Después de tres años Carmen volvió a saber de su pareja. “con la excusa de que estaba enfermo”. Ella no se había preocupado por trabajar y él nunca me lo permitió. “Juan prefería trabajar de sol a sol para traer la plata a la casa. Hacía trabajos de construcción y ebanistería, y no ganaba mucho, pero nos daba lo que necesitábamos en la casa: la comida, un techo, y pagaba los estudios de los niños”. Pero ella, encargada de criar a los muchachos, tuvo que enfrentar la situación y salir a trabajar en oficios domésticos. Un poco acongojada, cuenta, “cuando miré hacia atrás, había dejado pasar los mejores años de mi vida. Por eso le digo a mis hijos que aprovechen su educación, para que no les pase lo mismo”.
Tal como se tocó en la columna del domingo pasado, el machismo reinante cierra las puertas a la mujer para educarse y desempeñar cualquier oficio. Sin embargo, cada vez son más dueñas de su destino y aprenden a descubrir su valor como personas.