Ciclistas, atletas, patinadores y paseantes de la capital colombiana tienen una cita infaltable desde hace 50 años: la ciclovía de los domingos y festivos,...
- 06/12/2009 01:00
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La entrevista con Nivia Rossana Castrellón está pactada para las 6 de la tarde en su casa en Costa del Este. Debe ser ese día porque al día siguiente sale de viaje a Costa Rica. Después de haber sido vicecanciller, embajadora en misión especial y presidenta de El Siglo, entre otros cargos, Nivia Rosanna se dedica ahora a una de las cosas que más le gusta: educar. Precisamente su viaje tiene como fin exponer ante el Sistema de Integración Centroamericana su experiencia en la implementación del currículo de Cultura de la Ilegalidad en el Instituto Cultural, fundado por su madre, una reconocida educadora. Anuncia, sin embargo, que está un poco retrasada. Llega apurada, sube a su recámara a arreglarse y unos minutos después de llegar baja elegante, distinguida y sonriente, como siempre.
“¿Qué quieres conocer de Nivia Rossana?”, pregunta como dispuesta a abrirse completamente para Facetas. “Su vida personal más allá de lo que hasta ahora se sabe”. “¿Personal? Es muy aburrida, de verdad es muy aburrida”…, dice con franqueza. Pero realmente no es así. Inteligente, bonita, estudiosa, dedicada y con una energía envidiable, Nivia Rossana es una mujer que ha tenido una vida intensa, como ella misma la define. A pesar de su infinito amor por el estudio, se casó muy joven y a los 23 años se encontró de pronto divorciada y con un hijo. “Fui una de las muchachitas que cometió errores”, confiesa.
“Tengo un hijo con necesidades especiales, de 27 años y 1.85 de estatura”, cuenta orgullosa. “Se llama Fernando Miguel González- Marcos Castrellón. Cuando me ven con él todos piensan que es mi novio y empiezan a llamar y a preguntar: ¿ese hombre tan grande y tan guapo que anda con ella quien es?”, dice sonriendo.
Ser madre de Fernando Miguel ha sido para ella una bendición. “Por naturaleza soy inclinada a la perfección, que peca por impaciente. Fernando me ha hecho mejor ser humano”, reconoce. “Soy mejor persona, gracias a mi madre y a él".
Sin embargo, ser madre de un niño especial, no ha sido tarea sencilla. “Fue muy difícil, pero mi mamá me apoyó muchísimo. Fernando Miguel y mi madre son lo mejor que me ha pasado en la vida”, agrega risueña y con cara de satisfacción. "Mi madre es una mujer extraordinaria, capaz, emprendedora, visionaria y trabajadora. Yo siempre digo que la inteligente es ella. Me dio un maravilloso ejemplo, Ha sido clave en lo que yo soy. Tengo muchas cosas que agradecerle".
Hija única, su mamá –que era maestra– la quería tanto que creó una escuela con su mismo nombre, Instituto Cultural Rossana. “Fue mi primera maestra en primer grado y sigue siendo mi maestra”, recalca con una gratitud que le brota a manos llenas. “Pero siempre ha sido muy autocrítica, con una gran ética y me ha dado el mejor ejemplo. En su momento me dijo, ¿quieres estudiar? Estudia. ¿Quieres viajar? Viaja. ¿Quieres quedarte cuidando a tu hijo? Házlo. Yo siempre te voy apoyar. Y gracias a ella hice lo correcto. Terminé mi Licenciatura en Derecho y después de una especialización de comercio en Panamá tuve la audacia de considerar hacer una maestría en EEUU”, cuenta.
Con la mente siempre puesta en lograr lo mejor, Nivia Rossana aplicó a las mejores universidades de los Estados Unidos y la recibieron en todas. “No quería simplemente un cartoncito en inglés. Yo me decía “si voy a aspirar a algo, voy a ir a la mejor”. Y así fue.” Se decidió por Harvard y el resultado no podría ser mejor. Se graduó con honores. Su tesis fue summa cum laude y recomendada para publicación. “Las democracias funcionan cuando dan oportunidades. Yo no conocía a nadie allá. Simplemente mandé mis papeles, me admitieron, lo pude hacer bien y eso es lo que vale. Por eso tuve la oportunidad de trabajar internacionalmente”, observa.
Estuvo 7 años fuera de Panamá. Primero en Europa. Después en Venezuela, Argentina, Chile, Perú, Costa Rica, Colombia y Brasil. “Nunca quise mudarme de Panamá, sobre todo por mi hijo. Usualmente me iba los lunes y regresaba los viernes. Lo hice por siete años”. Pero la vida le puso nuevamente por delante una prueba. “Cuando tuve un intento de secuestro en Venezuela pensé que no había que tocar a Dios con la mano y que debía regresar a Panamá”. Eso fue en el año 97.
“En ese tiempo era una gordita simpática con pelo largo”, explica. “Por eso la gente habla de la reinvención. Decidí que debía bajar de peso. Y como viajaba tanto, me cortaba el pelo con un famoso peluquero, con quien me lo corto hace 16 años. Un día me dijo que me quería hacer unos cambios, me convenció y me cambió el look”.
El cambio fue paulatino. Sin embargo, aunque aparecía en los medios con frecuencia, las personas lo percibieron como una transformación radical. "Un día, una señora se quedó mirándome y me dijo “Tienes que darme el secreto. ¿Quién te hizo la cara para ir también allá?” Me entró un ataque de risa y le dije “No se va a poder” “¿Por qué?”, me preguntó. “Porque fueron mi mamá y mi papá”, cuenta entre risas.
—Hay quienes piensan que usted no era antes tan sofisticada como ahora..
— Se equivocan...ahora soy menos sofisticada. Eso sí, buen gusto siempre voy a tener. Me gusta la armonía, la belleza y la estética.
—Incluso hay quienes dicen que 'se reinventó'..
—Me reinvento constantemente. Toda persona debe hacerlo, no solo físicamente. También en lo intelectual, lo personal y lo social. Intelectualmente me gusta mucho aprender. Soy una constante aprendiz.
Aquello de la 'reinvención' física, sin embargo, parece dejarla inquieta. Sube entonces a su habitación a buscar su carnet de estudiante y lo muestra. “Mira la foto, no he cambiado en nada. Ahora me parezco más a esa foto”, comenta riendo.
Por su permanente inquietud intelectual y por su trabajo Nivia Rossana ha viajado muchísimo. En muchas ocasiones, su hijo Fernando Miguel va con ella. “Ha viajado 10 veces a Europa”, cuenta orgullosa. En sus viajes se ha encontrado con mucha gente interesante, entre ellos el presidente del Brasil, Ignacio Lula Da Silva, a quien considera “el hombre más sencillo que he conocido, simpático, agradable, inteligente, capaz, muy enfocado y un verdadero demócrata”. Otro hombre interesante, en su concepto, es el presidente de Colombia, Álvaro Uribe. “Es excepcional, inteligente, obsesivo con su país, se sacrifica hasta el cansancio y realmente se ha comprometido con una misión que no es sencilla”.
Nivia Rossana es ahora una mujer más madura, a la que no la llenan las cosas materiales. “La sociedad nos exige muchas cosas que son absolutamente innecesarias”, dice en tono de reflexión. “A mí me gusta andar por la vida ligera de equipaje”. Como prueba de ello cuenta que hace aproximadamente dos años no usa joyas. “Fue una decisión personal porque siento, y eso es algo muy mío, que las cosas materiales a mi no me hacen. Lo que vale la pena es lo que uno es como ser humano”.
—¿Cuántas Nivias conviven en usted?
—Muchas, porque las personas tenemos muchas facetas. Pero siempre trato de mantener entre ellas la integridad y el hilo conductor, teniendo presentes los principios y valores.
Y en realidad son muchas Nivias: la diplomática, la empresaria, la educadora, la madre, la política.. “la abogada, la periodista.. ¡Ah.. y la buena amiga. Soy muy buena amiga!”, complementa con una carcajada. “Me apasiona la gente. Me encanta conocer personas de todas partes del mundo. Me encantan los niños de todas las edades. Solo tengo uno, pero en el colegio tengo 700 hijos”. Conversar con ellos es, en su concepto, uno de los secretos de su juventud. “Tienen la mente ágil y siempre te están enseñando cosas”, anota.
Sociable y leal, pero también frentera y arrolladora, Nivia Rossana asegura que solo le tiene “miedo al miedo, porque immobiliza” y que no tiene enemigos. “El enemigo es alguien a quien uno le da mucha importancia”, explica. “Jamás hablo peyorativamente de nadie, mis debates son sobre ideas nunca sobre personas”.
LA BARBIE BIÓNICA
Paradójicamente, ser bonita ha implicado para Nivia Rossana un mayor reto. “Los hombres panameños le temen a la mujer, profesional, inteligente y bonita. Están acostumbrados a la mujer inteligente, pero fea, y cuando rompes ese estereotipo es difícil. A mí me decían 'mira que linda y ¡sabe hablar!'. Me llamaban la Barbie biónica”, cuenta entre risas.
— ¿Es feminista?
—Ja, ja, ja...(suelta una carcajada). Feminista no, femenina sí. Las mujeres no deben pedir cosas por ser mujeres, sino por su capacidad. Creo mucho en la mujer, pero también en su responsabilidad. Desafortunadamente, las mujeres son las peores criticas de las mujeres. Yo he vivido el machismo, pero para mí el peor machismo, el más peligroso, es el de las mujeres.
Nivia opina que la mujer panameña debe "tener liderazgo, trabajar, no tener temor, no tener que pedir permiso y asumir su papel no porque usa una faldita, sino porque se lo ganó y se lo merece”.
Avanza la noche y, antes de terminar, hay que preguntarle sin duda cómo anda su corazón. “Estoy soltera y contenta”, dice con firmeza. “Me acostumbré a vivir en un entorno donde no tienes que andar al lado de un señor para ser una señora, pero muchas veces la gente no entiende eso.
—¿Es difícil conquistar el corazón de Nivia?
No sé si ha llegado la persona correcta. A mí me seducen cosas que no seducen a la gente normal. Jamás me van a seducir con cosas materiales. He tenido toda clase de propuestas...Pero el que venga con cosas tradicionales, cara bonita, cuentas de banco importantes, no me va a impresionar. Esas cosas nunca me han impresionado. A mí me impresiona la calidad de la persona, que sea íntegra y decente.
— ¿Y de llegar esa persona?
— Es una buena pregunta. Mi limitación es el tiempo...Tendría que ser una persona que entienda el verdadero concepto del amor, que no es apego, no es andar los dos juntos todo el tiempo.
— ¿Cambiaría algo de su vida?
—No, no cambiaría nada, pero hubiera querido ser mejor persona en algunos momentos. Trato de ser el mejor ser humano que pueda, pero soy una obra en construcción.