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John Wayne, testigo de excepción
- 21/08/2020 00:00
- 21/08/2020 00:00
Para muchos panameños el papel que jugó el artista estadounidense John Wayne en la ratificación de los tratados Torrijos-Carter es desconocido. El Duke, como se le apodaba, es recordado por sus rutilantes películas y también por su impresionante altura de casi dos metros. Representó por varias décadas al gringo rudo y masculino, y era muy conocido por sus posturas conservadoras y anticomunistas.
De manera sorprendente, John Wayne fue pieza clave para que los tratados que habían negociado Omar Torrijos y Jimmy Carter fueran aprobados en el Senado estadounidense, por un estrecho margen. Todos estos detalles están en el libro Las guerras del general Omar Torrijos, escrito por el periodista español Zoilo Martínez de la Vega, que próximamente saldrá a la venta, pero me he permitido rescatar esta historia, que seguro sorprenderá a muchos.
Cuando comenzaron los debates en el Senado estadounidense, los panameños estábamos en desventaja en un margen de tres a uno para obtener la ratificación. Se supo entonces que el partido Republicano había contratado al artista John Wayne para una campaña de televisión en contra de los tratados canaleros. Era el actor más taquillero de la historia del cine y como personaje público, el segundo más famoso, después de Abraham Lincoln, según datos estadísticos de esa época.
El Duke se había dedicado en los últimos años a hacer cuñas publicitarias que prácticamente obnubilaban a los que la veían a hacer lo que él promocionaba. El presidente Carter entró en pánico al conocer las intenciones de los senadores republicanos, y no lograba hablar con el actor para justificar que era una falaz mentira la campaña que se estaba montando: que el Canal de Panamá sería entregado a Cuba y Rusia si se ratificaban los tratados.
Cuando Carter le comunicó al general Omar Torrijos el asunto, él sí pudo llegar donde el Duke, porque en 1972 este había visitado su casa de Farallón cuando vino para los Juegos Centroamericanos y del Caribe invitado por el Comité Olímpico. Se habían conocido en un acto social y Wayne estaba entusiasmado con hacer una película sobre la extracción de oro en Veraguas. La persona que unió los vínculos con el militar panameño y el legendario actor fue el empresario Arturo McGowen.
Ante esa noticia, que tenía devastado al presidente estadounidense, Torrijos se puso en contacto con McGowen, y lo envió a Los Ángeles a hablar con el actor, con el que mantenía amistad. Corrobora esta historia el intelectual panameño Omar Jaén Suárez, quien acompañó al empresario a Los Ángeles, como especialista en los tratados y autor de un libro sobre la negociación de estos, y Flavio Velásquez.
“Arturo McGowen, extrovertido empresario de la Cámara Americana de Comercio y amigo de Wayne, lo llamó a su casa en Newport Beach, exclusiva urbanización del condado de Orange al sur de Los Ángeles, y Wayne lo invitó a California”. Añade que Torrijos les solicitó a él y a Flavio Velásquez que acompañaran a Mc Gowen, para que colaboraran con Wayne en su defensa de los tratados. “El actor –escribe Omar Jaén– se había comprometido con la ratificación de los tratados de manera intuitiva, pero en realidad no conocía sus términos y nadie se los había explicado. Durante una semana conversamos detenidamente acerca de los pactos y le explicamos que no menoscababan la capacidad de Estados Unidos de utilizar el Canal, de operarlo y defenderlo hasta fines del siglo XX, luego de garantizar su seguridad de manera permanente. Convencido esta vez de haber decidido bien, el actor, mentor de la carrera política de Ronald Reagan, que lo llevó a la gobernación de California y después a la Casa Blanca, se dedicó durante varias semanas, con nuestra ayuda, a preparar cartas y enviar correspondencia a los principales líderes conservadores, sobre todo del partido Republicano, senadores y gobernadores, y a comunicarse telefónicamente con los más prominentes. De esa forma contactó a gente como Barry Goldwater, John Tower y Ronald Reagan con quien tuvo, con nosotros como testigos, discusiones épicas para tratar de convencerlo de apoyar los tratados Torrijos-Carter. Más tarde se afirmó que “muchos senadores expresaron que el aval de Wayne fue el más decisivo para la aprobación de los tratados”.
Coincidentemente llegó a Panamá un grupo de periodistas estadounidenses a entrevistar al general, que los recibió en la misma terraza de Farallón donde hacía unos años había estado John Wayne. Entre las muchas preguntas que le hicieron, estuvo la de si era cierto que John Wayne estaba a favor del tratado y dispuesto a defenderlo. Presente en esa entrevista estaba McGowen, que reiteró el apoyo del actor, y Torrijos les conminó a que lo llamaran y le preguntaran. Así lo hicieron, y la respuesta del Duke fue afirmativa, lo que causó una conmoción mediática cuando se supo. Uno de los titulares decía: “el actor John Wayne no cabalgará con Ronald Reagan en la campaña contra la ratificación del tratado del Canal de Panamá. Wayne se pronuncia en favor de los tratados”. Fue una bomba que provocó una avalancha de comentarios y cartas de recalcitrantes conservadores que no entendían la posición que había asumido el venerado actor. Algunas de las más destacadas se reproducen en el libro a publicarse.
Fue tal la avalancha de reacciones, que los negociadores Jaén y Velásquez, asistidos por McGowen, clasificaron la correspondencia recibida y no dejaron de responder a cada una, siempre con la firma y la anuencia del actor. “Fue un trabajo importante y eficaz. ¿Qué norteamericano podía soñar con recibir una respuesta personal de John Wayne a sus objeciones a los tratados del Canal?”.
Una carta que fue definitiva fue la que dirigió a Ronald Reagan al que, además de ser su colega y amigo, había respaldado en su campaña para gobernador de California. Se destaca lo siguiente de la extensísima misiva: “El nuevo tratado representa una alianza firme entre Estados Unidos y Panamá. No le da poder a Estados Unidos para que intervenga en su política interna; pero nos permite actuar para impedir la intromisión de cualquier país extranjero, no solo en el área del Canal, sino en cualquier punto del territorio nacional. Esta alianza sirve a nuestros propósitos, salva la dignidad de los panameños y nos permite un mejor control del que antes tuvimos”.
En octubre de 1977 se redactó la “Declaración sobre el tratado del Canal de Panamá”, que fue enviada a cada uno de los 100 senadores, junto a una nota personal de John Wayne. Este documento, que está archivado en la Biblioteca del Congreso, rebate de forma contundente los prejuicios históricos de la opinión pública estadounidense sobre el Canal de Panamá, justifica los puntos fundamentales de los tratados Torrijos-Carter y defiende la personalidad y conducta política del general Torrijos. Fue un concierto a cuatro manos, dirigido por Wayne y ejecutado magistralmente por los virtuosos panameños Omar Jaén y Flavio Velásquez, dice el libro de Martínez de la Vega.
El día 18 de abril de 1978 el Senado estadounidense ratificó los tratados Torrijos-Carter por 68 votos a favor y 32 en contra, es decir, por la mayoría indispensable y ajustada de dos tercios. La primera llamada a Torrijos fue de John Wayne para celebrar el resultado y confesarle que acababa de vivir la aventura más difícil de su vida, pero que había valido la pena: “me siento orgulloso de haber podido contribuir a esta asociación de dos países hermanos”. Torrijos le agradeció emocionadamente su colaboración, que había garantizado la victoria y, sintiéndose cheyenne le llamó –ya para siempre– “Blood Brother” (“hermano de sangre”).
John Wayne viajó a Panamá para manifestar su apoyo a los tratados, antes y después de la ratificación de estos y siempre causó revuelo. Estuvo para la ceremonia de toma de posesión del presidente Aristides Royo, el 11 de octubre de 1978. Posteriormente, Carter se enfrentó a otra batalla, la ratificación del presupuesto de implementación de la transferencia del Canal, y Torrijos volvió a buscar la ayuda de “su hermano de sangre”. Esta vez, ya el Duke estaba siendo consumido por un cáncer y en el hospital. Esto no fue óbice para que pusiera manos a la obra y desplegara todo su poder de convencimiento con los senadores recalcitrantes que estaban contra los tratados.
El famoso Duke murió en junio de 1979, y en su tumba se lee esta frase, en español: Feo, fuerte y formal. Panamá le debe mucho a este gran actor.