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- 15/01/2017 01:00
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Cuando Danilo Pérez quiso crear el primer festival de jazz en Panamá, su esposa Patricia Zárate fue la primera en cuestionarlo. Le preguntó por qué hacer un evento de tal magnitud en 2002. Y el pianista panameño le respondió: ‘¿Es que tú no conoces a Luis Russell?'.
Lo cuenta Zárate a La Estrella de Panamá. Hace 14 años, luego de aquella respuesta, empezó una investigación en la que aún trabaja: ‘The relationship between the US and Panama through jazz history'. La historia jamás contada sobre el jazz y el Istmo.
‘LOS MÚSICOS PANAMEÑOS HAN TENIDO UNA PRESENCIA IMPORTANTE EN LA EVOLUCIÓN DEL JAZZ TANTO EN ESTADOS UNIDOS COMO EN EL RESTO DEL MUNDO',
PATRICIA ZÁRATE
MUSICOTERAPEUTA E INVESTIGADORA
Luis Russell tiene un papel protagónico. ‘En 1919, Russell se ganó 3 mil dólares en la Lotería (un equivalente a $50 mil según narra la Universidad de Stanford, EE.UU.) y con ese dinero se fue a Nueva Orleans', donde se ganó la vida como pianista, añade la investigadora, quien es además musicoterapeuta y saxofonista.
Russell estaba en plena efervescencia. En menos de 10 años, continúa Zárate, su orquesta se transformó en una de las más importantes de jazz en Estados Unidos. Aquello sugiere que ya había una conexión musical entre Panamá y el jazz, puesto que Russell llegó con amplios conocimientos musicales que aportaría a este género, habiendo nacido antes de la construcción del Canal de Panamá en Isla Caranero, Bocas del Toro, en 1902.
El jazzista, arreglista, compositor y director musical panameño fue determinante en la carrera de Louis Armstrong. La orquesta que había formado Russell fue de las primeras en tocar con el legendario trompetista y lo acompañó en el momento que su carrera alcanzaba la cúspide, desde 1937 hasta 1940, según el libro Blues Notes (2011) de Joachim Berendt, que reúne perfiles de personalidades del jazz.
Berendt perfiló también a Russell en aquel ejemplar. Lo describe como ‘quizás hoy el menos conocido de las grandes figuras del inicio del jazz, quien dirigió una de las primeras big band , una orquesta que desde 1929 a 1931 pudo sostenerse frente a casi todos sus competidores', citando un extracto del libro All Music Guide to Jazz (2002) de Vladimir Bogdanov.
DEL ISTMO PARA EL JAZZ
‘Resulta que desde 1850, llegaban a Panamá barcos provenientes de Nueva York, cada 10 días. Entonces, es casi imposible que la cultura estadounidense, en específico el jazz, no se haya fusionado con la cultura panameña y el resto de América Latina', sostiene Zárate.
Hubo un intercambio. Desde principios del siglo XX, continúa la autora de la investigación, se estableció una fuerte relación entre el jazz norteamericano y lo que se conoce como latin tinge (matiz latino).
Latinoamérica tuvo mucho que ver con el jazz. Jelly Roll Morton, explica Zárate, uno de los primeros jazzistas de Estados Unidos, dijo que lo que diferenciaba al jazz de otros ritmos como el soul y el blues , era el matiz latino. Y esto se debe a la interacción que ha habido con Latinoamérica y Panamá.
TESTIMONIOS
El panameño que hizo bailar a Estados Unidos en la Gran Depresión
La librería virtual de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) le dedica un espacio al pianista y arreglista de la ‘era del swing' y director musical durante el ascenso al estrellato de Louis Armstrong, el panameño Luis Russell.
Sus compañeros músicos lo recuerdan, silueteando el perfil de un importante músico de los orígenes del jazz. En 1929, la sección rítmica de la orquesta de Russell contaba con Pop Foster en el bajo, Paul Barbarin en la batería y Danny Barker en la guitarra. Todos de Nueva Orleans.
‘Tocamos en Savoy Ballroom, luego fuimos a Roseland y le quitamos el trabajo a Fletcher Henderson. Hombre, el ritmo era realmente salvaje. Quiero decir, realmente poderoso. Y, los trompetistas soplaban suave, así que podías escuchar los pies del público raspado el piso. Trabajábamos siete días a la semana y lo amábamos. Era como estar de vuelta en Nueva Orleans. ¡La banda de Luis Russell era genial, excelente en 1929, teníamos todo los alrededores en Nueva York monopolizado!', recuerda el bajista Pops Foster.
‘La banda de Luis Russell, sin ninguna duda, una de las más finas reuniones de intérpretes de swing, todos en una sola banda, que jamás podrás encontrar. Cuando estoy balanceando mi trompeta lejos frente a ellos —siempre sé que por más lejos que improvise de la música que estamos tocando, a donde sea que la trompeta los lleve— ellos estarían justo ahí, siguiéndome de cerca —enardecidos y seguros del ritmo— y nunca perdiéndose ni por un segundo. Es justo como si pudieran ver a través de mi espalda y saber lo que viene a continuación —casi tan pronto como lo toco—. Estuve muy orgulloso y feliz de haber tocado en esa banda cada noche', rememoraría nada menos que Louis Armstrong.
‘La primera semana fue intimidante. Luego, aprendí que esta era el tipo de banda que pasaba el rato como una familia. Tenía una cosa de amor fraternal. Era la mayor banda de swing en Nueva York. Ponía a las audiencias en alboroto. Russell hizo todos los arreglos y cuando te tocaba un sola, la banda completa se prendía en fuego', describiría el trumpetista Red Allen, incluido en el portal Riverwalk Jazz.
‘Todo el histórico movimiento migratorio de Estados Unidos a Panamá (y viceversa) se toma en cuenta solo desde los puntos de vista políticos o económicos, pero no desde lo cultural', lamenta la también fundadora del Simposio Latinoamericano de Musicoterapia. ‘Los músicos panameños han tenido una presencia importante en la evolución del jazz tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo'.
Hay un ejemplo preciso. El ensayista e investigador panameño, Mario García Hudson, revela a La Estrella de Panamá que el concepto de big band no lo crea un estadounidense, sino que lo acuña un compatriota: Luis Russell.
‘El crear esa connotación de big band es una particularidad que hizo el panameño Russell. Y no lo digo yo, lo dice Enrique Muñoz Velez en el libro Jazz en Colombia (2007), en el que menciona esta condición', señala García Hudson.
En el campo de la música panameña siempre van surgiendo nuevas pistas, dice. Pero es probable que Russell sea el primer panameño que hace música jazz y la graba.
No cualquiera grababa en los años 20 o 30. ‘Había que ser muy bueno. El criterio comercial pesaba, pero exigía una calidad para que se pudieran hacer los trabajos artísticos, porque la técnica de grabación en esas décadas era muy distinta a la que hay ahora', añade García Hudson, quien dictó durante el XIV Panama Jazz Festival, en el marco del Simposio de las expresiones musicales artísticas y culturales, la conferencia ‘Presencia afropanameña en la discografía panameña', y en la que reprodujo vinilos de Luis Russell y Violeta Green. Esta última, la gran homenajeada del festival de este año.
‘¿Qué hace relevante a Russell? Innovador en la técnica de arreglos, en la forma de ejecución del piano. Aunque algunos digan que no era un gran pianista sino un gran arreglista, para mí es una combinación de ambos factores', detalla el autor de la investigación ‘Los pianistas antes de Danilo Pérez'.
Zárate menciona otro gran aporte panameño. Russell es uno de los más importantes, pero otro pianista estuvo junto a los grandes en la industria estadounidense.
‘Por la década de 1940, cuando nadie quería hablar sobre el linchamiento de los negros en Estados Unidos, la cantante Billie Holiday escribe la canción ‘Strange Fruit', un tema que se considera catalizador del movimiento de los derechos civiles. El pianista con quien ella grabó la canción fue Sonny White, era panameño', desvela la investigadora.
Hay otro ejemplo destacable. Aunque con más reconocimiento, no se puede dejar de hablar de Vitín Paz, ‘La trompeta de América', quien ha contribuido, por mencionar algunos nombres, con Beni Goodman, Frank Sinatra, Ella Fitzgerald, Ray Charles y Tony Bennet.
García Hudson añade más nombres. Por un lado está Carlos Federico y la época dorada de la música y baile latinos en California, Estados Unidos. El piano de Frank Anderson y la huella que dejó en Broadway en la década de los 40. El flautista y saxofonista Mauricio Smith, que llegó a tocar con el enigmático contrabajista y pianista Charles Mingus. El trombón de Alex Blake padre y el piano de Alex Blake hijo.
Avelino Muñoz planteando también el jazz en la música caribeña, quien grabó con el reconocido Bobby Capó. Benny Velarde y su percusión, conocido por el jazz latino al unirse con Cal Tjader; entre otros.
CRISOL DE MELODÍAS
La migración es crucial. Es un elemento al cual se debe la contribución de Sonny White y de Luis Russell al jazz. Pero en tierras istmeñas también se desarrolló un movimiento que asimiló el jazz y lo fundió con sonidos autóctonos: el Tambo Jazz.
Una interesante evolución del jazz. Sin embargo, tampoco es conocida. Según Zárate, se dio a partir de mediados del siglo XX paralelamente al desarrollo del jazz en Estados Unidos.
‘El jazz se integró a la música panameña. Y nació el Tambo Jazz. Un documental (homónimo) sobre este tema lo hizo el profesor Gerardo Maloney', complementa García Hudson. ‘El tambo jazz debe mucho a Víctor Boa, porque él logró mezclar música cubana, latinoamericana, con panameña y mezclarla con elementos de jazz'.
Este movimiento oyó voces femeninas. Violeta Green, la homenajeada de este año en el XIV Panama Jazz Festival que concluyó ayer, es una de las cantantes que más impactó causó.
‘Era una voz melodiosa, no era potente pero hacía muy bien su trabajo', describiría García Hudson durante su conferencia.
Enid Lowe, Barbara Wilson y Violeta Green son las vocalistas de mayor reconocimiento, según García Hudson. Wilson hizo grabaciones en Panamá con Clarence Martin, después grabó con Panama Jazz Effect y Violeta Green con Los Embajadores.
Enid Lowe no grabó en Panamá comercialmente, pero sí en Estados Unidos con Benjamin Lapidus, músico de cuerdas que hizo recientemente un disco con ella, Jim Jefferson (saxofonista) y Frank Anderson (organista y pianista), quienes han ejecutado jazz. En este último disco hay una marcada tendencia hacia el jazz, indica el investigador.
Hubo jazz hasta en los combos nacionales. ‘Roberto Gyemant trata de rescatar el periodo probablemente más ecléctico de nuestra música: los combos nacionales. En esta época se dio todo tipo de música. Hay elementos jazzeados, como por ejemplo ‘Los Exciters' y la música de Víctor Boa, aunque no diga que sea jazz', comenta García Hudson.
Los combos nacionales es una manera de hacer música de acuerdo con la realidad que vivía Panamá en ese momento, agrega. Funk, soul, tamborera y jazz.
‘Es una mezcolanza porque Panamá siempre fue eso en términos musicales. Hubo de todo y este es un disco de la década de los 50', concluye Hudson, señalando otro álbum, perteneciente a Papito Baker, en el que se oye jazz, boleros y hasta valses peruanos.
García Hudson se remite a los discos. Sus trabajos de investigación son a partir de evidencias discográficas, mientras que Zárate realiza su investigación en asociación con el David Rockefeller Center for Latin American Studies de la Universidad de Harvard y la presentará para mayo.
Con el material de esta última investigación quiere hacer un libro. Que sea accesible a todos. Es parte de la historia de Panamá, ‘la cultura nos une', argumenta.
‘He encontrado música de principios del siglo XX que tocaba temas muy variados, por ejemplo canciones de jazz que se utilizaron como propaganda sobre las supuestas virtudes de Panamá para atraer a personas de Barbados o Jamaica para venir a trabajar en la construcción del Canal. Ahora estoy viendo cómo podemos publicar esa música, porque se debe tocar de nuevo, que evolucione, que haya una respuesta', concluye Zárate.