El número de víctimas mortales por la dana en la provincia de Valencia se eleva a 212, de las que 183 están ya plenamente identificadas, según el último...
- 05/07/2020 00:00
- 05/07/2020 00:00
La historia nos ha demostrado que en cada época la Iglesia y sus acólitos necesitan escoger chivos expiatorios: la mujer era la responsable del pecado original, la responsable de haber abierto la caja de Pandora, la que tentó a Adán, la pérfida, la mala, la bruja, etc. En la Biblia, la mujer se convierte en un personaje subalterno y dependiente, cuando se dice que la mujer no tiene derecho a hablar en una congregación (1 Corintios 14:34); no tiene derecho a enseñar (Timoteo 2:11-12); el jefe de familia será el hombre (Efesios 5:22 – 23); si no es virgen puede ser lapidada (Deuteronomio 22:20-21); etc. Para los más ilustrados, esas creencias anacrónicas irán dando paso a la aparición, primero, de la ilustración, que da campo al pensamiento crítico y racional y luego, al feminismo, que vendrá a completar ese cambio con la integración de la perspectiva de género, concepto que choca profundamente con las raíces patriarcales de la Iglesia católica.
Después será el turno de los indígenas, a los cuales se les trataba como seres inferiores o cuasi animales (ver los recuentos de Bartolomé de las Casas), porque pensaban que no eran seres racionales o con ánima. Esta duda, que se subsanó durante la gran controversia de la Junta de Valladolid, tuvo como resultado la conclusión de que el indígena era un “ser humano racional”. Claro, no sin antes haber sido objeto de múltiples abusos, violaciones y masacres, que costaron millones de vidas humanas.
Después, fue el aval que la religión le dio a la esclavitud, basándose en la Biblia: Éxodo 21, Levítico 25:44-46, Efesios 6:56, Tito 2:09, etc., donde se sometió a una parte de la población africana para saciar la avaricia de los europeos, siempre apoyados por la Corona Española, investida del poder divino.
Lamentablemente, la Biblia y la religión todavía son utilizadas por organizaciones racistas como el KKK (Ku Klux Klan), la Derecha Alternativa y los Neonazis, que justifican sus asesinatos y torturas en nombre de una segregación racial, según ellos inspirada en las escrituras, (según entrevista que Ilia Calderón de Univisión le hiciera a un líder del KKK). Así justifican ellos los 100 años de segregación racial que se dieron en Estados Unidos de 1865 a 1965, donde se dieron abusos, torturas, violaciones, asesinatos, y otros ultrajes a los afrodescendientes. Tuvo que darse una nueva interpretación de “la palabra” y el surgimiento de movimientos a favor de la abolición de la esclavitud para que esta terminara y se pusiera fin a la segregación racial.
Ahora le toca a la diversidad sexual. Homosexuales, lesbianas, transexuales, travestis e intersexuales son catalogados de: “anormales, abominaciones, aberraciones, anatemas, antinaturales, pervertidos, depravados, etc.”. Este lenguaje de odio transmitido por algunas autoridades eclesiásticas y feligreses fanáticos religiosos acarrea para los miembros de la comunidad LGBTI baja autoestima, inseguridad, automutilaciones, ostracismo, rechazo, humillación, acoso, violencia de todo tipo, ideas suicidas y hasta asesinatos. En efecto, como es sabido por todos, el lenguaje de odio es el preámbulo a todo tipo de agresión. Una vez que catalogamos a un grupo de la población como animales o cosas despreciables, se da un paso hacia su eliminación.
A partir de la década que inicia en 1990, las secciones más conservadoras y fundamentalistas de las iglesias católica y evangélica comienzan a manifestarse contra lo que llaman “ideología de género”, un concepto inventado por ellos, que incluye todo lo rechazado por fanáticos y fundamentalistas religiosos: igualdad de oportunidades, recursos y derechos entre hombres y mujeres, la perspectiva de género, la palabra género, el derecho a la salud sexual y reproductiva, la diversidad sexual, la legalización del matrimonio civil igualitario, la existencia de familias homoparentales y la educación sexual integral. En efecto, en toda América Latina se han dado manifestaciones en contra de los derechos de la comunidad LGBTI, de la emancipación de la mujer (a la cual quieren regresar al hogar y a la cocina) y contra la educación integral en sexualidad.
Estos movimientos antiderechos no son más que una reacción de miedo contra los cambios que se están dando en todo el mundo a favor de la aceptación de la diversidad y de una mayor libertad, para lo cual debemos estar preparados. Pareciera que algunos lo único que han internalizado de la religión es el miedo y la culpa, que se traduce en rabia y frustración y luego se proyecta contra las minorías, que sirven de chivo expiatorio a toda esa frustración social. ¿Y dónde quedó el amor al prójimo? ¿El libre albedrío? ¿El no juzgar para no ser juzgado? Solo depende de cada uno de nosotros el tratar al otro con dignidad y decir BASTA YA de prejuicios y discriminación.