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- 25/11/2017 01:05
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Maquiavelo, que hizo de la corrupción el tema central de toda su obra, propuso también un remedio para esa lacra todavía vigente: la convivencia civil y la solidaridad.
Así lo explica Francesco Di Donato, especialista en el humanista florentino que hace más de 500 años identificó en las pasiones humanas el origen intrínseco de los males de la sociedad, según él la conocía.
‘A Maquiavelo hay que leerlo con el contexto de su tiempo, pero su pensamiento es totalmente actual',
FRANCESCO DI DONATO
UNIVERSIDAD DE NÁPOLES
‘Para entender a Maquiavelo hay que tomar en cuenta su contexto. Como en la traducción, el que comete el error de transcribir literalmente de un idioma a otro, se equivoca. Así ha pasado también con la obra de Maquiavelo, que por la tendencia a caer en generalidades se ha desvirtuado', señala Di Donato, que está en Panamá para participar en la Semana de Italia, organizada por la Embajada de ese país.
A su entender, se ha malinterpretado su pensamiento, porque no se ha tomado en cuenta que escribía para su tiempo y en sus circunstancias, y aun así, su obra ha trascendido y se ha universalizado, sobre todo en el trabajo de sus importantes seguidores, como Hobbes, Spinoza, Montaigne o Rousseau, ‘todos grandes lectores de Maquiavelo'. ‘Se ha demostrado que hasta (Abraham) Lincoln leyó a Maquiavelo, y con anotaciones', sostiene.
El Príncipe , el más popular escrito de Nicolás Maquiavelo (Florencia, 1469-1527) es el libro en italiano más traducido; ‘más que Pinocho', recalca divertido Di Donato. Es normal que se haya desdibujado su pensamiento sin el contexto correcto, apunta tras recordar que la más famosa de sus frases no es realmente suya.
‘El fin justifica los medios. Nunca lo dijo. Es una interpretación de su trabajo, que él ya no pudo refutar porque cuando se publicó ya estaba muerto', indicó Di Donato, catedrático de Historia de las Instituciones Políticas en la Facultad de Derecho de la Universidad de Nápoles ‘Parthenope', en Italia.
De Maquiavelo, dice también que fue el primero en formular una estructura del Estado en relación con la sociedad, con el pueblo, sin por eso promover la eliminación de las diferencias sociales. ‘Hoy hubiera sido de la izquierda moderada', afirmó tras asegurar que el maquiavelismo es un modelo antiguo de lo que hoy podría considerarse el ‘sueño americano', aun cuando se haya quedado caduco.
‘Con una inteligencia y sensibilidad privilegiada, Maquiavelo entendió que la felicidad de los hombres dependía de la erradicación de sus tendencias primitivas y que esas tendencias primitivas solo desaparecían con la educación, que a su vez dependía de instituciones firmes que fueran también sancionadoras y orientadoras.
‘Antes que Darwin, Maquiavelo presentó al hombre como a un animal y entendió que había que educarlo para que pudiera alcanzar la felicidad a la que aspira cualquier buen gobernante. Un pueblo feliz se gobierna mejor que un pueblo insatisfecho', indicó a La Estrella de Panamá Franceso Di Donato, que resaltó la peculiar visión de Maquiavelo cuando el pensamiento dominante estaba encaminado a purgar las penas terrenales en el infierno. Con ese concepto, no había cambio en la tierra viable y se perpetuaba el círculo vicioso.
Su ‘fórmula mágica' todavía es eficaz, favorecer una simbiosis virtuosa entre los hombres y las instituciones en la que no cabe la corrupción, porque daña a todos.
‘Desde la empatía, el sufrimiento de uno es el sufrimiento de todos y se sanciona al corrupto. La corrupción es la antítesis de la convivencia civil', repitió para subrayar que la corrupción surge cuando el ser humano se mueve por sus impulsos egoístas de supervivencia.
Esa reflexión que le atribuye a Maquiavelo, como sutilísimo sicólogo, contravino en su momento el supuesto de que el hombre era el reflejo de Dios. ‘Si hubiese sido así, Dios sería un desastre', detalló. Es en torno a la ‘animalidad' del hombre que Maquiavelo construye su pensamiento, desde un supuesto realista y no idílico.
‘El hombre es un animal fallido y supera su animalidad desarrollando la convivencia cooperativa. Son propuestas vigentes y optimistas', destacó el letrado, para quien Maquiavelo fue un revolucionario.
En un mundo cada vez más fragmentado, con referencias difusas del bien y del mal, producto de la gran movilidad y el desarraigo de la vida moderna, el método de Maquiavelo se impone.
‘Educando se reprime y reprimiendo se educa. El espíritu de la sociedad debe ser tan fuerte que el hombre reduzca sus instintos de apropiación egoísta y aprenda a relacionarse en términos de cooperación. Es así como se reduce la corrupción', indicó optimista Di Donato.
La corrupción, que ha existido siempre, se puede curar a través del espíritu de la sociedad. Que el móvil de la actuación humana sea ser útil para los otros y no dañino', destacó con la idea de que ese comportamiento también se ha identificado en algunas especies como las hormigas, donde el bienestar de la comunidad depende del bienestar del individuo.
‘La solidaridad es la expresión máxima de la humanidad y se manifiesta indefectiblemente ante tragedias y catástrofes; hay que cultivarla', subrayó.
‘Como estudioso, creo que la actualidad del pensamiento de Maquiavelo es que si queremos vencer la corrupción, que él sufrió, identificó y combatió, debemos reforzar la cooperación social. La responsabilidad del hombre es todavía decidir qué es bueno y qué es malo. Si en una sociedad hay más desfavorecidos que favorecidos, es muy difícil generar empatía. En ese sentido, Maquiavelo fue un poco como Jesús de Nazareth, su mensaje fue de colaboración y cooperación', declaró.
Nicolás Maquiavelo no se merece el atributo negativo que se la ha imprimido a su nombre a través de la historia, de lo que Di Donato responsabiliza directamente a los jesuitas, que ‘quisieron desacreditar su pensamiento laico en un momento de supremacía eclesiástica'.
Se enfrentó a la corrupción desde la reflexión y concluyó que es imposible ser feliz bajo la ley del más fuerte.
‘Hay que leer más a Maquiavelo para entenderlo mejor', recomendó el experto. Su consejo, los ‘Discursos', en los que se aboga por la república como la más aconsejable forma de gobierno.