El barrio de Chualluma en Bolivia, es único en la ciudad de La Paz ya que todas sus paredes están pintadas de colores que resaltan los rostros de las cholas,...
- 02/10/2018 02:00
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‘El mejor modo de encontrarte a ti mismo es perderte en el servicio de los demás', lección atemporal de Mohandas Karamchand Gandhi, abogado, político, pensador y pacifista. Aludía a la fuerza transformadora del espíritu, a través de la consistencia entre el pensamiento, la palabra y la acción.
Adelantado a su tiempo por generaciones, es ejemplo vigente del deber ser humano. Más allá de una humildad sin límites y de un liderazgo con talante a apostolado, el ser humano cuyo natalicio tuviera lugar frisando los 150 años, es hoy un líder del siglo XXI. Marca un antes y un después en el equilibrio de poder del planeta. La fuerza de sus profundas convicciones enraizadas en una inquebrantable espiritualidad y en una natural sabiduría hace de su llamado a la desobediencia civil y a la resistencia pacífica un nuevo paradigma en la geopolítica mundial. Su ejemplar humildad y su voluntad de servicio son la antítesis del boato que se entronizaba en la entonces joya más preciada de la corona del Imperio Británico: India.
Hizo resplandecer la fuerza de la razón a través de sus convicciones convertidas en acción. Hombre de fe, recurría al ayuno, al autocontrol y al estudio, como norte, para enrumbar su camino, cuidadoso de no perder la brújula. Construía sobre las convergencias, dándose la oportunidad de romper con prejuicios, para acercar a musulmanes e hindúes. Es su historia, una curiosa mezcla de espiritualidad, fortaleza en la fragilidad, imbatibilidad en sus convicciones y en sus posturas.
Se encamina a los mayores sacrificios: cárcel, escarnio en sus primeras luchas en África del Sur, como resultado de su indignación por la discriminación sufrida por los lugareños, motivaron la histórica marcha de la sal, en rechazo a un incremento impositivo, que inspirara, años después, a Martin Luther King, en su reivindicación por la igualdad de derechos de los negros y blancos en Estados Unidos.
Es en África del Sur, el escenario que acerca sus orígenes, a un proceso de autodescubrimiento que lo hace dejar las vestimentas occidentales y escoger una vida modesta y carente de prodigalidades. Gandhi sufrió cárcel, persecución y separación de sus seres queridos. Son sus convicciones las que lo hacen resiliente ante el reto, e imbatible, con su mejor arma: la paz y la no violencia.
Los que lo admiramos vemos en él a un alma tocada por una clara superioridad espiritual que lo lleva a concretar actos de gran heroicidad que le granjean seguidores y detractores.
Rabindranath Tagore lo llama ‘Mahatma', alma grande. Es justo esa alma grande que lo convirtió en un luchador en primera fila por la verdad, en un creyente en la capacidad del cambio desde la sociedad, escudriñador de los abismos del alma y del espíritu, para hacer de su trayectoria de vida, un homenaje justo a la verdad y a la virtud.
Vivió por años en la África del Sur de Mandela, que lo encarceló in corpore , mas no en alma. Comparten el mismo escenario con décadas de diferencia. Ambos dejan en África del Sur una huella indeleble por sus luchas contra todas las formas de discriminación, privilegiando sus convicciones a expensas de su propia libertad.
Al hombre del alma grande le correspondió vivir rodeado de pequeñez. Fue encarcelado y perdió seres queridos. Jamás claudicó en su lucha contra la injusticia, la discriminación y la emancipación de su bien amada India del Reino Unido. Balas asesinas intentaron silenciar su voz. Fracasaron.
Hoy el mensaje de Gandhi es central en un mundo convulso. Mientras miro los matices con los que juega el Supremo, para colorear un atardecer de ensueño, recuerdo la poderosa frase que me enseñaran en la Facultad de Derecho de la Universidad de Panamá. ‘Los mártires por las balas mueren, pero por la pureza de sus ideales viven para siempre'. Mahatma, el del alma grande, vive y vivirá entre nosotros, como la prueba viva que nuestros sueños están equidistantes a nuestros miedos.