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- 23/08/2023 00:00
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Gaby Pérez Islas es de esas autoras que no titubean al momento de escribir sobre el dolor más profundo que cualquier ser humano puede experimentar. Ese que parece arrancarte el alma sin perdón, pero que es necesario compartir. Sus páginas se llenan de historias que son capaces de erizar la piel de sus lectores y escapar lágrimas sobre un tormento que nadie piensa vivir: la muerte.
Y es que muchos pensarían que al tratarse de un tema tan desgarrador, su expositora sería tal cual: fría, distante y quizás apática. Pero Pérez Islas es todo lo contrario. Al ingresar al salón donde se pactó su conversación con “La Decana” durante la feria del libro, en el rostro de la escritora mexicana se dibuja una sonrisa dulce, aquella que no desaparece e invita a los oyentes no solo a prestar atención, sino a compartir.
Gaby Pérez Islas es tanatóloga, escritora, y por sobre todo, humana y amante de la vida. Ser escritora “es parte de mi ADN y aquello que me define como persona”, explicó. Sus pasiones se conglomeran en dos fuerzas enormes: las letras y las personas.
“Soy un alma sensible y alguien con una misión muy clara: traducir un lenguaje muy difícil como el de la pérdida y la muerte con el fin de hacerlo mucho más accesible para el resto de las personas”, expresó.
Su familia es uno de los pilares más importantes de su vida. Mencionó al diario el amor que tiene por sus padres y las características que heredó de cada uno. “De mi madre tengo el carácter y esa tenacidad de lograr lo que me proponga. De mi padre heredé el gusto por viajar y el disfrute de la buena comida y la vida”.
Su vida dio un giro inesperado que la hizo valorar el sentido de la vida y dedicarse a lo que es hoy: psicóloga, tanatóloga y escritora. Sin embargo este último ya era un camino que había definido desde muy pequeña y que fue formándose conforme pasaron los años.
Pérez describe su infancia como “feliz y llena de libros”. Le explicó al diario que su amor por los libros comenzó debido a su hermana cinco años mayor, quien nunca quería jugar con ella. “Gracias a ese desapego, encontré mi afición por los libros”, dijo. “En ellos encontré esos grandes amigos, esas grandes aventuras, y cosas mucho más interesantes que hacer o vivir”.
Su primer amor por la lectura se la dio El principito, pero agregó que aquel libro que de verdad la marcó fue Pregúntale a Alicia, una obra sobre la experiencia de una chica que se escapa de casa y desarrolla una adicción a las drogas.
“Fue un libro muy crudo, fuerte y descriptivo”, apuntó. “Pero sin duda ese fue el primer libro de autoayuda que leí y decidí que quería justo eso: poder plasmar el dolor de alguien al servicio de otros”.
Con el pasar de los años, y al decidir que su camino profesional se definía por la tinta y plumero, Pérez adquirió su licenciatura en letras e hizo una especialidad en literatura infantil, por lo cual comenzó a trabajar en un centro de estimulación temprana donde la dueña le pidió se asociara al centro y colaboraran.
“Esto fue un jueves, y al lunes siguiente llegó y me dijo que cerraría la escuela, lo que me asombró, y al preguntarle qué había ocurrido, me contestó que había intentado suicidarse el fin de semana”. Por la cabeza de la escritora corrían mil dudas.
“Me quedé perpleja porque era una chica muy joven, brillante, con dos niños pequeños, un marido que la adoraba, ningún problema económico y cumpliendo el sueño de su vida, ¿cuál era su motivo para querer quitarse la vida?”, cuestionó la mexicana.
“En ese momento pensé, ¿qué tan delgada es la línea de salud emocional que puedas pensar en quitarte la vida?”. Ahí tuvo su momento eureka. “Quise dedicarme a estudiar la tanatología y compartirlo con el mundo”.
Pérez había publicado su primer libro Cómo curar un corazón roto en el que tenía un “inventario de pérdidas”. En él hablaba de la muerte de padres, amigos y más. Pero sabía que había un dolor que aún faltaba explicar, y para eso debía dedicarle una obra completamente distinta.
“ Elige no tener miedo fue ese espacio que me permitió mostrar ese dolor inimaginable de perder a un hijo en distintos escenarios: secuestro, suicidio, enfermedad, aquel que nunca nació y más”, explicó hablando de la obra que actualmente cumple diez años desde su lanzamiento. Pronto comenzó a recibir historias de sus lectores y les solicitó utilizarlas como testimonios en su obra “siempre y cuando determinase que estuviesen listos para compartir su historia al mundo”.
Su comunidad de lectores ha sido uno de los más profundos orgullos de Pérez, porque “han sabido consolarse unos a otros”. A esto añadió que Elizabeth Kübler-Ross, la madre de la tanatología, decía que “las personas bonitas no pasan porque sí, pasan porque les ha pasado algo y, de esas, están llenas mis redes y mi canal”.
Intentando llegar a más audiencia, la tanatóloga decidió compartir sus conocimientos por medio de YouTube con un especial llamado Tanatotip con Gaby Tanatóloga. Ahí comparte contenido sobre cómo llevar un duelo, cómo manejar una pérdida y más.
En su canal, al igual que su libro Elige no tener miedo, Pérez habla de dos temores natos, es decir, aquellos con los que el ser humano nace: el miedo a la muerte y el abandono.
“El miedo al abandono es algo con lo que nacemos y se puede ir agrandando por conductas de nuestros cuidadores primarios”, dijo. “Esto puede dejar una huella enorme, la cual si no es tratada a tiempo y de manera correcta, puede afectar nuestras relaciones a futuro”.
En cuanto al miedo a la muerte, la experta apuntó que “mucha gente tiene este miedo, pero ¿para qué tenerle miedo a la muerte, si no la puedes controlar? La muerte está tan segura de su victoria que te da una vida de ventaja, porque finalmente ella va a ganar”.
A esto agregó que “el antídoto del miedo es la fe”.
“Creo que cuando tienes fe, fluyes más con la vida creyendo que lo que viene, conviene”.
La psicóloga mexicana explicó que “no existen reglas de cómo vivir un duelo, pero sí hay tres cosas fundamentales: tomar postura y decidir “si algo nos va a construir o destruir”, atravesar el dolor ya que “el dolor es paciente y te alcanzará en cualquier momento por más que creas que lo evades” y por último “entender que no tenemos porqué sufrir solos” ya que “para eso están mis libros y existimos los profesionales o los compañeros de duelo”.
“No le tengo miedo, pero si mucho respeto” fue la respuesta de la escritora al conversar con el diario sobre su relación con la muerte.
“Soy una persona que vive con mucha precaución, pero también entiendo que todo es posible y la muerte es algo de lo que nunca vamos a llegar a escapar”, explicó. “Si te soy honesta, no le tengo miedo a la muerte, pero sí a cómo me voy a morir. El sufrimiento físico, la incapacidad, la dependencia de otros, las demencias son temas que sí me causan temor”.
La tanatóloga ha estudiado la muerte desde muchos ángulos, religiones y culturas, lo cual la ha hecho reflexionar sobre el tema. “Quiero saber qué se siente morir y no me lo quiero perder”, confesó. “Quiero que al llegar a mi puerta, la muerte me encuentre viva y quiero estar así hasta mi último momento”. A esto agregó: “Uno no tiene la muerte que merece, tiene la que le toca, y eso lo tenemos que aceptar”.
De tener 24 horas de vida, Gaby Pérez Islas quisiera “comer delicioso, estar con mis hijos, abrazar a mi marido, ponerme a escribir y seguramente leer”.
Gaby Pérez Islas definió su camino desde temprana edad. Por sus venas corre sabiduría, tinta y plumero, sus aliados para compartir al mundo aquel dolor inimaginable del que nadie puede escapar, un dolor que nos acompaña de por vida, pero que se puede manejar de una manera sana con la compañía correcta. Sus obras servirán como una biblia para aquellos que han pasado por una pérdida, y sus consejos quedarán marcados en ellos para siempre.