La reunión de este miércoles 13 de noviembre en la Casa Blanca entre el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario electo, Donald...
- 03/12/2022 00:00
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¿Alguna vez ha pensado cuántos lienzos desechó Van Gogh para que el mundo admirara la majestuosidad de su 'Noche estrellada'? o ¿cuántos bocetos desgarró Picasso para regalarle al universo el cubismo?
No me imagino a Antonio Vivaldi componiendo las notas de las 'Cuatro estaciones' sin antes haberlas observado en vivo y a todo color; ¿Se imagina a John Lennon diciendo que 'Imagine' estaba lista en el primer boceto?, ¿qué hubiese sido del mundo digital sin un Steve Jobs o Bill Gates? Cuando la excelencia llama, la sangre del verdadero líder galopa...
El adjetivo excelente viene del latín excellens excellentis (que sobresale, que destaca o que es eminente).
En pleno siglo XXI y, con tantos avances tecnológicos, aún hay regiones, Estados, países y personas que carecen de este valor. En ellos impera la mediocridad y esta ahoga todo esfuerzo a querer ser único y especial.
Recuerdo haber leído en una ocasión la siguiente historia: “Hace mucho tiempo, en Persia, había unos arqueros fantásticos. Entrenaban de noche, lanzando flechas a la luna. Nunca dieron en el blanco, sin embargo, siempre fueron los mejores”. Esto... esto es excelencia, es fijarse un objetivo claro, aunque inalcanzable para algunos críticos. Repetir una y otra vez una actividad hasta perfeccionar su habilidad, también es excelencia. Le recuerdo, amigo lector, que el mundo está lleno de críticos, muchos de ellos temerosos de llevar a cabo sus propios sueños.
Antes de dar unos consejos para adquirir este valioso estilo de vida, debo advertir que: El camino no es fácil, tendrá que aprender a lidiar con el error, le criticarán cuando se aleje del pensamiento mediocre, la excelencia no es perfección, porque en el mundo no hay nada perfecto, solo Dios, y por último, una vez alcanzada, no es fácil mantenerla.
Si no da este paso, no logrará alcanzar el resto. Estúdiese usted mismo, conózcase y descubra sus talentos. ¿Qué quiere en su vida personal y profesional?
Las preguntas clave para ayudarle son: ¿Dónde se ve en los próximos años? Lo que hoy va a hacer, ¿realmente lo quiere hacer? Si la respuesta a esta última pregunta es no, entonces necesita cambiar su vida o meta. Aprenda a decir sí o no.
Segunda clave: Haga lo que haga, hágalo con pasión. Viva, ame, sueñe, trabaje, abrace, bese, cante, eduque, aprenda con pasión. En mi escrito “El Da Vinci que lleva dentro” indico que cuando en algunas empresas vemos cuerpos sin alma, es porque hay una falta de pasión y compromiso.
Ahora pregunto, ¿cómo está su compromiso? Porque para saborear la excelencia, hay que descartar hacer las cosas simplemente por dinero. No se imaginan cuántas veces los alumnos en clase me han preguntado: ¿Cuánto gana un creativo? Cuando la pregunta correcta debería ser, ¿qué gana un creativo cuando ama lo que hace?
No hay recompensa sin esfuerzo. Si falta este elemento, no importa cuán efectivas sean las estrategias de negocios o el plan de trabajo, lo cierto es que estas siempre fallarán.
Algunos colaboradores se van cuando aprietan las tuercas, los matrimonios terminan porque se pierde el valor del esfuerzo. Nada en esta vida es gratis o fácil, ni siquiera el aire, porque para disfrutarlo tiene que respirarlo.
Conozco a muchos que pasa el mediodía y aún están en la cama o llegan a los trabajos y en ocho horas laborables no logran nada. Recuerde, cada actividad tiene su razón de ser; aproveche cada una de ellas hasta que el tiempo se acabe. Ser excelente es un acto de vida, aprovechar el tiempo es un acto inteligente.
Haga suyo el conocimiento que viene de la experiencia, los consejos, momentos y oportunidades que reciba para ser excelente.
Mi mamá siempre me dice: “Si a tu edad hubiese escuchado x consejo, mi vida sería más efectiva en algunos aspectos”. De ella y de muchos otros aprendí que para conocer más, para dar lo mejor de mí, para ser un factor de cambio en un mundo carente de excelencia, jamás debo dejar de aprender.
La excelencia moral es resultado del hábito y también es clave. Nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía. Si el mundo que le rodea acepta la corrupción y ve con buenos ojos vivir del juega vivo, de la hipocresía y del engaño, pues, camine solo, porque muchas veces el camino de la excelencia es solitario.
Cierro con un fragmento de Pablo Neruda: “Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no escucha música, quien no halla encanto en sí mismo. Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar. Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos senderos, quien no cambia de rutina, no se arriesga a vestir un nuevo color o no conversa con desconocidos”.
“Muere lentamente quien evita una pasión y su remolino de emociones. Muere lentamente quien no cambia de vida cuando está insatisfecho con su trabajo o su amor. Quien no arriesga lo seguro por lo incierto para ir detrás de un sueño... muere, ¡quien no busca la excelencia!”.