Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 12/02/2011 01:00
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Este es un tema delicado pero que algunas personas abandonadas en su propia soledad y desamparo emocional se atreven a probar suerte o a buscar aventuras a la deriva de cualquier circunstancia, incluso con personas que ni siquiera conocen personalmente. Un día cualquiera se deciden a ingresar a fríos e impersonales chats públicos, en teléfono o internet, donde impera la osadía más atroz, la majadería y el desorden psicológico de cualquiera, como si fuera un mercadeo de intercambio de emociones fuertes a cualquier precio e incluso hasta gratis.
Tan pronto alguien les aborda contestan inmediatamente a tal ‘halago traicionero’, sin siquiera imaginar lo que les espera. Se entabla la comunicación en el mejor de los términos con las preguntas de rigor: ¿de dónde eres?, ¿qué edad tienes?, ¿a qué te dedicas? ¿eres casada, soltera, viuda, separada, divorciada o qué?
Sigue el cortejo y galanteo deliberado de parte y parte, hasta que llegan a la parte culminante y más emocionante de la conversación y más que inmediatamente empieza el intercambio de adulaciones. De pronto todo el mundo de soledad cambia como por arte de magia, pensando que hasta se sacó la lotería, para terminar entregándose en caricias íntimas a aquel perfecto desconocido, y en algunas ocasiones, para ya nunca volver a saber de él. Algunas lo hacen por amor con su pareja en la distancia, otras porque son casadas y no pueden reunirse con el oportunista en turno, otras por satisfacer instintos, otras por vergüenza de hacerlo personalmente, otras porque les gustan las relaciones ocasionales en secreto absoluto, y otras que se dedican hasta a vender sexo profesionalmente por teléfono o la internet mediante las famosas compañías de ‘online sex shop’.
Y me sigo preguntando: ¿Es prudente o conveniente este tipo de relaciones por teléfono? ¿y por internet?, también se dan millones de casos de éste tipo, en que ambos, hombre y mujer terminan abrazando su ordenador, o besando el micrófono, retorciéndose de las ganas frente al computador y hasta casi adorando su propio teclado, desnudándose frente a la camarita para que al otro se le alteren sus hormonas y terminan pidiendo el teléfono para culminar en verdaderas orgías a través de los cables y redes.
Dedica tu tiempo a cosas que realcen tu dignidad como persona. Y ten presente que tu intimidad no se vende o alquila por un momento de placer con una persona desconocida.
Geraldine Emiliani psicóloga y sexóloga