Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
Los dolorosos golpes del maltrato infantil
- 09/04/2022 00:00
- 09/04/2022 00:00
Golpear, patear, quemar a un niño con agua caliente, un cigarro o una plancha, amarrarlo, entre otras acciones violentas, es maltrato infantil, tema que pese a los esfuerzos de las sociedades por al menos disminuir el número de casos, la pandemia incrementó las cifras, asegura el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, (Unicef-junio 2021), quien enfatiza que el asunto debe mantenerse en el foco colectivo y en las agendas de los gobiernos.
En Panamá, “el maltrato físico infantil es una situación en auge”, advierte por su parte la capitana Abdisielmi Pineda, del Servicio Policial de Niñez y Adolescencia de la Policía Nacional de Panamá.
El informe 'Derecho' a una vida libre de violencia' (2019), publicado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), recoge que en el país para 2018, 2.811 niños denunciaron haber sufrido maltrato, de los cuales 893 se ubican en la provincia de Panamá, 551 se registran en la provincia de Panamá Oeste, 385 en la provincia de Chiriquí y 298 en la provincia de Colón. El menor número de denuncias se observa en las provincias centrales y en Darién (Ministerio Público).
Según los últimos datos disponibles del Órgano Judicial, agrega el documento, “para 2018 se identifican 1.718 niños y adolescentes víctimas de maltrato, de los cuales 527 son por maltrato físico, 70 por maltrato psicológico y 65 manifestaron maltrato físico y psicológico. En el resto de los niños y adolescentes atendidos (1.056) se definió el tipo de maltrato como genérico. Más de la mitad de las personas menores de 18 años ingresaron en los juzgados de las provincias de Panamá y Panamá Oeste”. (Las cifras del Ministerio Público y el Órgano Judicial difieren en tanto no todas las denuncias recibidas por el Ministerio Público llegan a ser atendidas por un Juzgado de Niñez y Adolescencia. El Ministerio Público puede desestimar las denuncias o canalizarlas a través de acuerdos de pena o métodos alternos de resolución de conflictos).
“Varios son los factores que pueden influir en el aumento de casos de maltrato a niños y adolescentes en Panamá”, asegura Pineda. “El estrés que vive la ciudadanía”, continúa la capitana, “es un detonante, aunque no se justifica la acción. Muchos padres llevan situaciones al hogar que de pronto no son graves, pero ellos les dan mayor importancia y empiezan a golpear a sus hijos con tal de sacarse el enojo que tienen encima. Muchas veces el problema no viene del niño o adolescente, sino del mismo padre o de la persona que está causándole el daño”.
“La ley por sí sola no protege de los malos tratos ni previene de sentir miedo hacia los progenitores y familiares. El alto número de denuncias de violencia doméstica en Panamá (15.000 en 2018) refleja de manera muy aproximada una situación que afecta a los niños, con independencia del estrato socioeconómico al que pertenezcan. Los tribunales de justicia apenas lograron procesar un tercio del número total de denuncias recibidas”, anota el informe de Unicef.
Pineda, del Servicio Policial de Niñez y Adolescencia, asegura que los factores que podrían determinar si un niño o adolescente ha sido o es maltratado parten de la conducta del infante. “Las víctimas de maltrato sienten culpabilidad, vergüenza o están confundidos. Posiblemente teman contar a los demás su situación, en especial si se trata de sus padres, familiar o amigo de la familia”, indica.
Agrega que “muestran señales como aislamiento de los amigos o de actividades rutinarias, cambio en el comportamiento, puede ser agresión, sienten enojo, mucha hiperactividad, cambio en el rendimiento escolar, depresión, ansiedad, y miedos inusuales; muchas veces, pérdida repentina de la confianza en sí mismo, ausencia repentina de la escuela, rechazo a participar en actividades en casa y en la escuela, tienden a evadirse de su residencia, son rebeldes, desafiantes, y en ocasiones intentan hacerse daño ellos mismos hasta llegar al intento de suicidio”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el abuso físico como el uso deliberado de la fuerza física contra un niño, de modo que ocasione, o muy probablemente ocasione, perjuicios a su salud, la supervivencia, el desarrollo o la dignidad del niño. Se incluyen en este concepto los golpes, palizas, patadas, zarandeos, mordiscos, estrangulamientos, abrasamientos, quemaduras, envenenamientos y asfixia. Gran parte de la violencia infantil en el hogar responde al propósito de castigar al niño.
A ello, la capitana de la Policía Nacional añade que el infante maltratado “muestra lesiones que son inexplicables, como moretones, fracturas y quemaduras, que no coinciden muchas veces con las explicaciones que ellos dan”.
En cuanto a los abusos emocionales y psicológicos, la OMS sostiene que pueden manifestarse tanto en incidentes aislados como en una reiterada dejación por parte de un progenitor o cuidador, que mantiene al niño en un entorno inapropiado a su desarrollo y carente de apoyo. Los comportamientos de este tipo dañarán muy probablemente la salud física o mental del niño, o bien su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social. Se incluyen en esta categoría: las restricciones de movimientos, el menosprecio continuado, la culpabilización, las amenazas, los actos de terror, la discriminación o ridiculización, y otras variantes no físicas de rechazo o de trato hostil.
Ariadna Andrade, psicóloga clínica, manifiesta que “este tipo de maltrato incluye insultos, constantes gritos, indiferencia, desprecio y humillación”. “Se han dado los casos”, continúa Andrade, “de confinamiento y hasta amenazas a los infantes”.
La psicóloga afirma que los síntomas del maltrato psicológico emocional son similares a los del maltrato físico, “van desde problemas en la escuela hasta dificultad para dormir y descuido de la higiene personal”. “Su rendimiento escolar baja, tienen falta de concentración, les da ansiedad, depresión, problemas alimenticios y un mal comportamiento”, detalla.
La OMS manifiesta que las consecuencias sanitarias y sociales del maltrato infantil van mucho más allá de la defunción y las lesiones, ya que abarcan también los casos graves de daño a la salud y al desarrollo físico y mental de las víctimas.
“Diversos estudios indican que la exposición al maltrato y a otras formas de violencia durante la infancia está asociada a factores y comportamientos de riesgo en la edad adulta. Este tipo de comportamientos abarca: victimización con violencia y perpetración de actos violentos, depresión, tabaquismo, obesidad, comportamiento sexual de alto riesgo, embarazo no deseado, y consumo de alcohol y de estupefacientes”, dice la organización mundial.
Explica que estos factores de riesgo y comportamientos pueden traer como secuelas algunas de las causas de defunción, enfermedad y discapacidad, como las enfermedades cardíacas o de transmisión sexual, el cáncer o los suicidios. “Por ello, el maltrato infantil contribuye a una gran diversidad de consecuencias adversas para la salud física y mental que entrañan un costo, tanto para el niño como para la sociedad, durante toda la vida de sus víctimas”, anota.
Además de los costos sanitarios y sociales que conlleva, las consecuencias económicas del maltrato infantil “son enormes” asegura la OMS. “Estas se manifiestan en forma de costos médicos directos, pérdida de ingresos personales y fiscales por muerte prematura, educación especial, servicios psicológicos y de atención social, servicios de protección, adopciones, servicios de prevención, o criminalidad adulta con penas de prisión por maltrato infantil”, afirma.
Según un estudio realizado en Estados Unidos con base en diversas fuentes, los costos anuales, tanto directos como indirectos, como consecuencia del maltrato infantil ascienden a un total de $94,000 millones, que representan un 1% del producto interno bruto del país.
“Sabemos que a los niños hay que corregirlos, sin embargo, se debe hacer de una forma que no dañe su integridad física ni mental”, dice la capitana de la Policía Nacional de Panamá.
Según la OMS, frecuentemente la disciplina es confundida con el castigo, particularmente entre los cuidadores que se valen del castigo corporal para corregir y modificar el comportamiento del niño. Hay varias diferencias entre uno y otro concepto. “Las estrategias de disciplina positiva reconocen el valor personal de cada niño. Su finalidad es reforzar su fe en sí mismo y su capacidad para comportarse adecuadamente y para entablar relaciones positivas. Por otra parte, el castigo físico o emocional refleja frecuentemente la ira o la desesperación del cuidador, y no una estrategia para dar a entender al niño lo que se espera de él”, detalla la organización.
Pineda indica que “el maltrato físico es cuando existen marcas, señales, moretones, sin embargo, corresponde a la autoridad competente determinar si hubo o no maltrato. “Pero si se muestra al menos tres factores de los que hemos mencionado, hay una alta probabilidad de que ese niño esté siendo maltratado”.
Según la Unicef, los padres mantienen prácticas de crianza que validan la violencia a través de la disciplina, así como una comunidad que la tolera, a través de pautas de comportamiento que legitiman la violencia como primer recurso utilizado para resolver los conflictos. “Las familias se organizan en un contexto de desigualdad en sus relaciones de poder por edad y género, lo que, en ocasiones, puede llevar a que se valide la violencia”, dice.
Ante la sospecha de maltrato infantil, la capitana Pineda informa que se puede denunciar llamando al 104 y “tras la llamada se hacen las coordinaciones necesarias con el servicio de la policía de la niñez que esté en el área de responsabilidad. Nosotros como policías no necesitamos los datos de esa persona que está denunciando, lo puede hacer de manera anónima”. “Como funcionarios, los docentes, trabajadores de las instituciones de salud ... tenemos la obligación en un término no mayor de 24 horas de presentar ante las autoridades competentes cualquier sospecha de maltrato infantil. Las acciones silenciosas injustificadas ante el hecho se consideran como complicidad del maltrato”, precisa.
Una de las debilidades que presenta Panamá en la lucha contra el maltrato infantil es la data. “Las instituciones varían en sus métodos de recolección de datos, creando dispersión en las estadísticas, así como falta de continuidad en sus mediciones. Los datos disponibles no cuentan con la desagregación requerida para visibilizar las brechas en el cumplimiento de derechos de los niños y adolescentes, ni con el cruce de variables necesario para hacer el análisis intersectorial que permita atender las situaciones que afectan a determinado grupo poblacional”, asegura Unicef.
Añade que “las decisiones no son tomadas con base en información estadística confiable que oriente una gestión pública por resultados, ni tampoco se cuenta con indicadores que midan el avance de las políticas, planes, programas y servicios implementados”.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia indica que antes de la pandemia, “América Latina y el Caribe ya registraba una alta prevalencia de violencia contra la niñez. La disciplina violenta –que incluye el uso de castigo físico y psicológico– afectaba a casi 75% de los niños de 3 a 4 años, de los cuales más de la mitad sufría castigo físico”.
Tras la llegada de la covid-19 surgieron las medidas para frenarlo como el aislamiento social, lo cual, a criterio de la organización de las Naciones Unidas, exacerbó el riesgo de violencia contra los niños. “Lamentablemente, la mayoría de los casos de violencia en los primeros años de vida se da por parte de un familiar directo o persona cercana al niño”, dice.
Mediante la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los líderes mundiales se han comprometido a poner fin a todas las formas de violencia contra niños para el año 2030 (Objetivo 16, meta 16.2).
“Según las recomendaciones para América Latina y el Caribe, los Estados deben asegurar recursos para la niñez y la adolescencia en sus presupuestos al máximo nivel posible, lo que significa que se deben realizar todos los esfuerzos para movilizar, asignar y gastar recursos del presupuesto para hacer realidad los derechos del niño, incluido el derecho a ser libre de toda forma de violencia”, enfatiza Save the Children, organización no gubernamental internacional que tiene como finalidad trabajar por los derechos de la niñez. “Como se ha analizado, invertir en poner fin a la violencia también tendrá beneficios económicos mucho mayores para la región en el largo plazo”, puntualiza la organización.