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Una deuda de agradecimiento con los 'Panama Canal diggers'
- 15/05/2022 00:00
- 15/05/2022 00:00
Panamá nacía como república y empezaba a tomar forma el proyecto de construcción del Canal por parte de los norteamericanos. Los administradores de esta nueva empresa titánica se dieron a la tarea de buscar mano de obra suficiente para llevar a cabo la tarea. Vinieron hombre de muchos países. En gran mayoría, de las Antillas.
Los trabajadores antillanos tenían la ventaja de conocer el idioma inglés. Además, estaban acostumbrados al clima tropical y aprovechando
las experiencias anteriores (1850, la construcción del Ferrocarril y 1880, las obras del Canal Francés), la compañía norteamericana envió a sus reclutadores a las principales islas del Caribe a reclutar trabajadores para las obras de la construcción del Canal.
El establecimiento del modelo latifundista y la esclavitud que reinó en las islas del Caribe, dejaría en la pobreza a una gran cantidad de personas. “La crisis del azúcar a fines del siglo XIX, y la devastación de algunas islas por fenómenos naturales, aceleró la decisión de la masa negra pauperizada a trasladarse a Panamá para las obras transístmicas”, cuenta Gerardo Maloney en su obra El Canal de Panamá y los trabajadores antillanos”
Los principales obreros reclutados de las islas caribeñas fueron barbadienses. De los 45,107 obreros empleados, durante ese intervalo de
tiempo, el 44.1% vino de Barbados, el 12.3% de Martinica; el 4.6% de Guadalupe; y el 3.7% de Trinidad.
Maloney establece que “los trabajadores que con su energía hicieron posible la vía, desde el inicio de las actividades de construcción, en 1904, sintieron en carne propia los rigores de la explotación y el peso opresivo de la segregación y la discriminación impuestos en todos los aspectos de su vida por los Estados Unidos de Norteamérica. Estos trabajadores fueron obligados a las faenas más difíciles y peligrosas, a pagos inferiores, a viviendas separadas, a educación y servicios propios de ciudadanos considerados de inferior calidad humana”.
Ante un futuro tan incierto en sus países, no pensador dos vces aceptar un contrato de trabajo por un salario de diez centavos la hora, casa y comida gratis, bajo un sistema de segregación racial. Tampoco pensaron mucho en los riesgos en los riesgos implícitos que representaban las selvas panameñas, ni en el peligro de la dinamita, los derrumbes y las excavaciones. Los antillanos llegaron a Panamá por grandes cantidades salvo de Jamaica, pues su gobierno, basado en la experiencia del Canal Francés, donde muchos jamaicanos permanecieron a la deriva después de la quiebra de la compañía y de la paralización de los trabajos, exigía a los reclutadores de la Compañía Norteaméricana del Canal, un fondo de repatriación para garantizar que sus nacionales pudiesen retornar una vez concluida la obra. Esto explica por qué el bajo número de jamaicanos en el conteo de tabajadores (ver cuadro).
Es indiscutible que la fuerza de trabajo antillana fue decisiva para la culminación de la obra transístmica, pero a pesar de todos los esfuerzos en condiciones tan desfavorables, más de 100 años después de la inauguración de la vía interoceánica no se ha hecho visible el agradecimiento a este conglomerado.
Un grupo de panameños, descendientes de constructores del Canal de Panamá quieren cambiar esta realidad construyendo el Panama Canal Diggers Memorial, un monumento que muestre de forma palpable el papel que tuvo este grupo para la conclusión de las obras de construcción.
La junta directiva de esta agrupación está conformada por el dr. Reynaldo Austin, como presidente; el Dr. Enrique Carter, como vicepresidente; el profesor Luis Marshall es el secretario y la licenciada Zuelika de Herbert es la tesorera. Casi todos ellos radican en Estados Unidos, sin embargo, visitan Panamá regularmente.
La intención de este grupo de personas es crear un monumento y un centro de interpretación que honre el trabajo de los más de 45 mil trabajadores afrocaribeños que participaron en esta tarea.
“Nuestra visión es un sitio que permanezca en el futuro. El actual museo Afroantillano es una iglesia de madera que tiene 85 años. Ese espacio no va a durar mucho más y llegado ese momento todo va a quedar guardado en cajas y yo quiero evitar eso porque esta gente trabajó muy duro, muchos perdieron la vida y hoy en día Panamá se beneficia de loa sacrificios de
ellos”, afirma Luis Marshall.
Estar conscientes de las ganancias que al país genera en la actualidad el Canal de Panamá hace que aparezca la pregunta de ¿cómo es posible que eso ocurriera? “Fue gracias al sacrificio de muchos de ellos que nunca gozaron del beneficio de su trabajo. Les pagaban casi nada, no tenían muchos privilegios”, argumenta Marshall.
De acuerdo con el secretario de la fundación, basta leer una obra como Erased, de la historiadora Marixa Lasso para darte cuenta cómo“radicalmente la construcción de Panamá destrozó la vida de mucha gente; gente de todos colores”.
Hace solo unos meses esta agrupación decidió echar adelante este proyecto.
Acabamos de completar los requisitos legales. Sin eso, no puedes avanzar. Pero ya hemos completado estos requisitos que son los que nos van a permitir buscar los fondos para el proyecto”, explica Marshall.
“El Dr. Carter estará en Panamá el próximo mes y se va a dedicar a la búsqueda de espacios disponibles. Se necesitan unas tres hectáreas para las estructuras del proyecto, porque queremos que este espacio contenga un parque, monumento y centro de interpretación que evidentemente, pertenecerían al país, como un sitio de interés histórico y cultural”, comenta. “También empezaremos a formular la documentación necesaria para la recaudación de fondos”.
El proyecto de sitio memorial incluiría un edificio que cuente con diversos espacios, entre estos, un museo con contenido digitales y la última tecnología con contenidos que llamen la atención de los visitantes. “Que muestre la vida de entonces y la forma como este grupo humano hacía su trabajo”, dice Marshall.
Contaría también con una sala de arte que dará la bienvenida a obras que pasen por un visto bueno del comité para ser exhibidas dentro de las instalaciones.
Se contemplan además salas de reuniones o un pequeño auditorio donde puedan llevarse a cabo conferencias y presentaciones, una biblioteca especializada, que contendría algunos libros existentes, así como nuevas publicaciones sobre la construcción del canal y los grupos antillanos y sus aportes.
Completarían el edificio una tienda de souvenirs y artesanías, así como un restaurante que ofrezca a los visitantes principalmente aquellos platos que nos dejaron como herencia los trabajadores antillanos del Canal de Panamá y sus familias.
El edificio debe estar ubicado dentro de un parque, dedicado a las mujeres afroantillanas que arribaron al país para hacerse cargo de sus familias, haciendo más llevadera la vida de los llamados 'diggers'. Eventualmente estas mujeres han pasado a formar parte activa de nuestra sociedad y han hecho grandes aportes.
“El mundo ha cambiado mucho, ahora hay mujeres en posiciones de poder. Sabemos que eso no era así, y todavía falta seguir luchando por el respeto. El parque quiere reconocer que, aunque estos hombres lucharon y tenían que mantenerse para hacer un trabajo muy difícil, las mujeres tuvieron un papel importante al sostener a estos hombres”, señala Marshall.
Dentro del parque estaría ubicado también un monumento que rinda honor a los 45 mil trabajadores antillanos que participaron en la construcción del Canal, sobre todo, 4 mil de ellos que perdieron su vida. Este monumento conmemorativo y centro educativo daría la bienvenida a un público bastante amplio:
- los descendientes de afrocaribeños en Panamá y el exterior
- panameños de todo los orígenes y etnias que residen en Panamá y el
exterior
- turistas de todo el mundo que visitan nuestro país
- estudiantes interesados en materia de investigación histórica en
referencia particular a ese período.
- instituciones y agencias históricas y educativas interesadas en la
construcción del Canal de Panamá y sus participantes.
Aunque todavía no hay un diseño arquitectónico establecido para el proyecto, Marshall considera que el edificio debe ser abierto y luminoso, que a través de cristales se pueda ver qué hay y qué está ocurriendo adentro. “La idea es que la gente al pasar se interese por lo que está ocurriendo. Un edificio cerrado no permite eso”, detalla.
“Sé que hay unos cuantos museos, yo los he visitado y sí, hay historia, pero de este grupo en particular no hay nada que indique, a menos que uno, por interés para conocer la historia pregunte ¿quiénes fueron los que estuvieron allí tratando de construir esto?” dice Marshall. “¿Cómo no los vamos a reconocer a ellos? si más de 4 mil murieron; Del total de 6 mil fallecidos en la construcción del Canal 4 mil eran afrodescendientes”, reclama.
En una obra de ingeniería que al día de hoy aporta grandes dividendos al país, este grupo de personas considera que lo menos que debe hacerse es rendir homenaje a quienes fueron una fuerza de trabajo valiente, a través de un monumento. “Esto por fin pagaría una deuda de gratitud que se les debe a los Panama Canal diggers”, concluye Marshall.