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- 19/08/2019 02:00
En términos generales, cuando tratamos de darle una definición a la palabra cultura inevitablemente pensamos en una persona sabia, que ha leído muchos libros, la imaginamos hablando con palabras cultas y de muchos conocimientos… en práctica, alguien muy iluminado; intuitivamente, con esta común manera de definir, captamos el fruto del proceder que inyecta la cultura, quedándonos en la definición individual de ‘lo cultural'.
En realidad, nuestro pensamiento ha sido ‘confundido' del procedimiento de lo humanístico que activa ‘el proceso para la civilización de los hombres', que nos indica ese ejercicio educativo para sacar ‘a la luz' a los individuos de su estado de inerte pensar, lo cultiva en su formación personal a nivel intelectual y moral y a la adquisición del papel que ejercerá en la sociedad.
Encontraremos muchos ejemplos en la evolución histórica de los países europeos donde la ‘civilización del hombre' era importante para el desarrollo del pensamiento individual humano… pero esta definición resulta limitativa para definir ¿qué es cultura?, a pesar de que nos demuestra que existe una cultura individual de cogniciones y nociones personales que construyen una cultura individual.
Entonces, ¿qué es la cultura,
Si lo que hemos definido hasta aquí no engloba el basto horizonte del cual queremos informarnos, pues pongámosle el estribo al diablo ,y en camisa de once varas, afirmemos que dicha definición nos ayudaría, pero que no nos bastaría para concebir qué es la Cultura.
Para ayudarnos, seguramente tendremos que revisar partes de las consideraciones que nos regala la antropología, aquella que tratando de darle un sentido a los conceptos y dice que es ‘el conjunto de manifestaciones de la vida material, social y espiritual de un pueblo o un grupo étnico en relación con las diversas fases de un proceso evolutivo o con diferentes períodos históricos o condiciones ambientales'.
¿Bastaría esto para obtener registrada la definición de Cultura? Creo que todavía no. Los mismos estudios antropológicos nos dicen que debemos alejarnos de concepciones abstractas, que mistifican con ortodoxas maneras, el explicar las razones que están a la base del concepto, alejarnos de esa retórica didáctica escolástica que pocos logran comprender. Por ello debemos intentar dedicar unos pocos minutos para comprender que la cultura es el conjunto de nociones y cogniciones coherentes, donde el conjunto de experiencias y de valores son compartidos, participados, cohabitados. Y desde este punto de vista, la Cultura se libera, sin limitarse al aspecto escolástico, académico, para transformarse con lucidez a una mayor compresión (un conjunto de experiencias prácticas de vida y de valores, de ideas compartidas) donde los valores son construidos y participados.
En este sentido, la Cultura en cierta forma es la sedimentación de experiencias y conocimientos, como también el terreno de la ‘traducción' debido a que necesita del precedente, para tener una mirada retrospectiva crítica del pasado, de los hechos antecedente, porque solo de esta manera puede proyectar su futuro.
La herencia en el hombre
En este vaivén de conceptos, quisiera narrarles brevemente parte de una lectura de un importante libro que tuve la oportunidad de leer, que nos servirá para acercarnos a comprender los problemas que están en la base de las definiciones arriba mencionadas; por eso abusaré de la paciencia del lector, para que me acompañen con el Oratio de hominis dignitate (‘Discurso sobre la dignidad del hombre' o ‘la dignidad humana'). Es una obra filosófica escrita en latín en 1486, por el destacado humanista Giovanni Pico della Mirándola.
Ahí, en una parte del libro, que se rehace a la génesis del hombre, Pico della Mirándola nos dice que en el momento en que Dios daba vida a los animales, a cada uno de ellos le daba una especialización; es así que a los peces los dota de branquias para que puedan respirar bajo el agua; a los pájaros, los especializa en la acción del vuelo dándoles las alas; al camello, la joroba para que, en condiciones adversas en el desierto, pueda sobrevivir; al oso polar, lo dota de un tupido manto peludo para que sobreviva en bajas temperaturas… y continúa describiendo las especializaciones que el Señor ha regalado a cada ser viviente de la tierra. Pero al momento de dar la especialización al hombre, le anuncia que todas las especializaciones se han terminado, que no hay más especializaciones.
Pero Nuestro Señor, viendo al hombre entristecido, le da uno de los dones más especiales: el uso de la razón y la inteligencia. Es así que Pico della Mirándola, en su breve relato, nos dice que: el hombre nace sin una especialización, que los animales están dotados de un instinto natural, que les permite sobrevivir apenas nacen; el potrillo, el ternero se levantan a los pocos minutos de haber nacido; los peces, las aves, la mayoría de los animales están dotados de una memoria genética que le permite sobrevivir al trauma del nacimiento… en cambio, el hombre necesita (en cierto modo) de ser acudido para cortarle el cordón umbilical, ser acompañado y defendido en su crecimiento.
Además de la especialización con la que Dios ha dotado a las demás especies vivientes, son en verdad desventajas para ellos, ya que el pez fuera del agua, muere; las aves sin alas, sucumben sin tener la migración necesaria para reproducirse; al camello, si sube a los Andes o al Polo Norte, se le congelaría la joroba, procurándole la muerte; y el oso, en un clima tropical, fallecería ante el calor… Al contrario, el hombre ha demostrado que, con el uso del razonamiento y con su inteligencia, ha podido y puede enfrentar desde sus debilidades, las adversidades que se le han presentado, conquistando territorios inhóspitos con la construcción de objetos, utensilios, maquinarias. Así, también ha desarrollado la comunicación humana con la creación del lenguajes, etc.
Hacer estas reflexiones, nos ayuda a comprender las argumentaciones que hemos delineado al inicio de este escrito. Sobre el lugar donde tenemos que colocarnos para definir lo que entendemos por Cultura. Porque el hombre, al nacer, necesita de compenetrarse en relaciones personales que beneficien la seguridad de su supervivencia, de crear esas memorias de experiencias, de cogniciones, que le permitan vivir en grupo y que lo marcarán con una identidad.
Por eso nacen las necesidades de comunicarse con un lenguaje, de adaptarse con sus costumbres, crear seguridad con reglas morales y comportamentales, como también compartir cultos, creencias… contar con aquel espacio vital donde desarrollar ese bien precioso que Dios nos ha donado: la Razón e Inteligencia, donde ese conjunto de experiencias prácticas de vida y de valores, de ideas compartidas, sean participadas por cada uno de los individuos de nuestra sociedad… son estos los pilares sobre los que se edifica la terminología Cultura.
Reflexión en voz alta
Hoy los panameños despertamos con un Ministerio de Cultura fruto de tantas consideraciones y tantos desconocidos sudores; lucha de lucidas voluntades, que han depositado en un Ministerio muchos anhelos, grandes ilusiones.
Es el momento de celebrar con júbilo, de brindar con alegría, la conquistada meta y de no abandonar las trincheras del lucido intelecto, porque Panamá —en verdad— lo necesita.