Estirpe de circo

Actualizado
  • 14/05/2009 02:00
Creado
  • 14/05/2009 02:00
E ntre bambalinas, reina un ambiente cosmopolita y familiar. Varios niños juegan o entrenan en medio de cajas, sillas, pelotas y piezas ...

E ntre bambalinas, reina un ambiente cosmopolita y familiar. Varios niños juegan o entrenan en medio de cajas, sillas, pelotas y piezas cuyo propósito descubriremos una vez inicie la función del Circo Tihany Spectacular, a eso de las 7:45 p.m. Ahora mismo son las 7:00 p.m. y, como explica el acróbata brasileño Daniel Campos, los ensayos para la apertura del espectáculo finalizaron hace media hora.

Durante el acto de la “percha”, Daniel deberá balancear, sobre su frente, un tubo de siete metros de largo, en cuyo extremo estará ubicada su hermana Cristina. Ambos forman parte de una tercera generación de artistas circenses. “Mi familia es como una ensalada de frutas. Mi abuelo es de Rumania, mi abuela de Suiza”, comenta.

Mientras conversamos con Campos, su pequeña hija corretea de un lado a otro. “Éste es un negocio familiar. Nosotros le pasamos lo básico a nuestros hijos. Cuando ellos sean adultos decidirán qué es lo que desean hacer con sus vidas”, nos explica el brasilero.

Desde muy temprano en sus vidas, alrededor de los cinco o seis años de edad, los niños comienzan a involucrarse en lo que es la rutina de la vida circense. Durante la mañana asisten a clases, sólo que a diferencia de la mayoría de los niños de sus edad, no permanecen por mucho tiempo en el mismo colegio. “En cada país que visitamos debemos conseguir una escuela para nuestros hijos. Ellos deben aprender sobre la historia de la nación en que se encuentran, cuál es el traje típico, etc”, asegura Campos.

Una vez salen de la escuela, regresan al circo y pasan la tarde entrenando o jugando. Por lo general, todos los días los integrantes del Circo Tihany Spectacular, que llegó a Panamá hace aproximadamente unas tres semanas atrás, participan de un ensayo que se realiza a las 6:00 p.m. La función empieza a eso de las 7:30 p.m., los días de semana, mientras que el número de shows varía durante los fines de semana.

En ciertas ocasiones, el hecho de que caiga el telón no se traduce en reposo para los 65 artistas que participan del espectáculo, ya que los ensayos y preparativos pueden continuar hasta bien entrada la madrugada. “Hay personas que nunca han laborado en un circo y que cuando llegan acá se sorprenden de que acá se trabaja de verdad. No es que como piensan algunos que llegas a la hora de la función y el resto del día la pasas durmiendo”, explica.

La numerosa familia de Daniel se reparte entre un habitación de hotel y uno de las 29 casas rodantes que rodean la gigantesca carpa del circo, que por una semana más permanecerá en el área de los estacionamientos del Albrook Mall.

Niñez transcurrida sobre el escenario

Zeku, Zulaa, Handma y Shuree son cuatro contorsionistas de Tihany que, al igual que la familia Campos, desde muy temprana edad han estado involucradas en el negocio circense. Durante cuatro años asistieron a la escuela del Circo de Mongolia, donde se aprende a ser contorsionista, payaso, etc. “Cuando eres niño tus huesos se están formando y por eso te duele menos”, señala Zeku.

A pesar de lo afirmado por la coreógrafa principal, la expresión de dolor es más que evidente en el rostro de Bayarma, una niña rusa que forma parte de la gran familia viajera de Tihany, cuando Zeku la siente entre sus piernas sobre una alfombra y con sus manos hace presión sobre sus delgadas extremidades, forzándola a estirarlas al máximo, en un ejercicio que requiere de una flexibilidad digna de una estrella de ballet.

Al ser cuestionadas sobre qué desean hacer con sus vida en el futuro, Zulaa responde que periodista, mientras que a Handma le gustaría continuar con sus estudios de ingeniería, los cuales tuvo que interrumpir durante un año para recorrer latinoamerica junto al resto del elenco de Tihany. Shuree, la más pequeña del grupo, todavía no se decide.

Aproximadamente dos horas más tarde, Zukee y el resto de las contorsionistas harán su entrada en el escenario, transformadas en unas tigresas de indomable elasticidad.

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