Más Avatar Ventana al futuro

Firmar la cinta más exitosa de la historia es un negocio de réditos infinitos. Un año después de su estreno, Fox lanza una versión exten...

Firmar la cinta más exitosa de la historia es un negocio de réditos infinitos. Un año después de su estreno, Fox lanza una versión extendida de Avatar en DVD y Blu-ray que cuenta, entre otros contenidos, con 15 minutos de nuevas escenas. El mayor gancho, una que muestra cómo será la Tierra dentro de 125 años. Para la promoción, la productora ha invitado a varios periodistas a Nueva Zelanda para presenciar las tecnologías que hicieron posible una historia que llevaba desde 1994 en la estantería de James Cameron.

Jon Landau, productor y reverso bonachón y gordinflón del megalómano director canadiense, ejerce de maestro de ceremonias.

Nos encontramos en un espacio industrial al que se refieren como El Volumen, ubicado en un suburbio de la capital, Wellington. Un hangar gris, frío como un búnker, de cuyo techo cuelgan decenas de cámaras similares a las de vigilancia. Resulta escalofriante comprobar que la mayor parte de las escenas de acción de Avatar se rodaran en un sitio tan pequeño e impersonal.

Además, el estudio de posproducción Weta Digital, propiedad de Peter Jackson y auténtica vanguardia mundial en efectos especiales (responsable de la trilogía de El señor de los anillos, la futura Tintín o Avatar), está a unas manzanas de aquí. Porque todo en el planeta Pandora, desde la primera hoja de un arbusto hasta la última gota de mar, está generado por ordenador. Cada insecto o cada centímetro de piel na’vi, la raza alienígena nativa, no es más que una secuencia descomunal de unos y ceros.

De los múltiples avances tecnológicos que han convertido la película en un hito, el que pasará a la historia es el uso de la cámara estereoscópica virtual 3D, creada por el propio Cameron, aplicado al proceso de captura de movimiento (mocap). Hasta Avatar, las cámaras 3D tenían el tamaño de un lavaplatos. La de Cameron, ligera y compacta, graba simultáneamente en dos y tres dimensiones. Un complejísimo sistema que tardaron más de 10 años en perfeccionar y que Landau se dispone a explicar reproduciendo in situ el rodaje de una de las escenas inéditas que incluye el DVD. Una en la que las réplicas extraterrestres de los humanos protagonistas encuentran la vieja escuela donde se enseñaba inglés a los retoños na’vi.

Dos periodistas invitados y uno de los extras de la película se han vestido con un leotardo negro cubierto de sensores (unos puntos blancos reflectantes) que recuerda a los uniformes ochenteros de Tron. Las cámaras recogen hasta el menor de sus movimientos y los envían en forma de datos a una docena de ordenadores tipo NASA controlados por 22 técnicos. Como por arte de magia, los monitores muestran unos avatares con la estética de un videojuego de los noventa que recrean fielmente sus movimientos. Lo que en una película de los ochenta como Tron requería meses y cientos de personas, aquí ocurre automáticamente y casi en tiempo real.

En el rodaje, en 2007, además, los actores llevaron un casco equipado con una cámara diminuta que flotaba a centímetros de su cara para captar sus expresiones faciales al detalle, por lo que también llenaron sus rostros de sensores. Así se registró la interacción de labios y dientes o las contracciones de las mejillas. Una información en bruto que las manos mágicas de los animadores de Weta Digital convertirían en rostros orgánicos hiperrealistas en el proceso de posproducción.

Lo revolucionario del asunto es que a través del visor de su cámara virtual, Cameron pudo dirigir en este hangar las escenas de acción en vivo como si estuviera en Pandora, con la única diferencia de que lo que veía a través de la lente era una versión en baja definición y tosca de su futura película. Pero con el fondo selvático, el cielo y el ambiente del planeta, y visualizando unas criaturas na’vi razonablemente parecidas a las definitivas.

‘Los que usen la mocap sin una interpretación humana que la sustente comprobarán cómo el público no la aceptará’, defiende Landau. El año pasado, Robert Zemeckis orquestó una intensa campaña para conseguir una candidatura al Oscar para Jim Carrey por su papel en Cuento de Navidad, una cinta animada que no contenía ni un solo fotograma de imagen real. No lo consiguió, pero, a juzgar por la intensidad emocional y la calidad fotorrealista que luce hasta la última criatura de Pandora, lograrlo en un futuro no se antoja descabellado. ‘Olvídate de Carrey, ¡Zoë Saldaña [Neytiri en Avatar] tendría que haber conseguido esa candidatura! Claro que creo que ocurrirá. Ocurrirá porque nadie notará la diferencia. No debería dar miedo. Todo lo contrario: ¡es excitante y esperanzador!’.

Preguntado por la posibilidad de hacer una película hoy con una Marilyn Monroe generada completamente por ordenador y que pareciera absolutamente real a ojos del espectador, el máximo responsable de los efectos visuales de Avatar, el ganador de cuatro Oscar Joe Letteri, es tajante: ‘Sí, lo es. Pero no creo que ocurra porque no existe un verdadero deseo. Quizá en casos muy específicos, donde hubiera una necesidad en la historia. ¿Pero qué pinta Marilyn Monroe en una película hecha en esta época?

Landau y Cameron dieron una conferencia en octubre en el Screen Actors Guild de

Los Ángeles para atajar los miedos que arrecian en el gremio de los intérpretes, que saben que ya so n técnicamente prescindibles en las películas. ‘Lo que Avatar ha hecho es abrir una puerta para contar historias que de otra manera no se podían contar. Nosotros queremos preservar a los actores, solo permitimos que puedan hacer papeles que de otro modo no podrían’, explica apasionado.

‘Ahora pueden interpretar a personajes más altos, más bajos o más viejos. Clint Eastwood, por ejemplo, podría volver a hacer de Harry el Sucio con la edad que tenía cuando lo interpretó. Pero lo fundamental es entender que solo él podría conducir esa interpretación. No creamos un mundo para que otro interprete a Clint Eastwood, porque no sería creíble. Las películas tratan de emociones. Lo que queremos es poner una e delante de la motion capture [captura de movimiento] para convertirla en emotion capture [captura de emociones]’.

El complejo de Dios inherente al trabajo de director de cine alcanza su expresión más delirante en la figura de Cameron. El universo que ha creado en Avatar contiene material de sobra para sus dos secuelas, cuyos estrenos están previstos para finales de 2014 y 2015, respectivamente. Para hacer Pandora totalmente plausible, el canadiense no escatimó esfuerzos ni presupuesto (unos estimados 350 millones de euros la convierten en la producción más cara de la historia). ‘James lo sabe todo sobre Pandora. Él ha estado allí y nuestro trabajo es convertir las notas de su viaje en imágenes. Durante dos años y medio, 120 personas trabajamos en lo que llamamos worldbuilding: la construcción de un mundo nuevo desde el punto de vista global’, explica Sir Richard Taylor, responsable del diseño conceptual, el atrezo y el vestuario, para los que creó cientos de maquetas físicas que posteriormente se fotografiarían desde todos los ángulos.

Cameron tiene dos fijaciones en esta vida: batir récords de taquilla dirigiendo las películas más caras de la historia (lo logró con Titanic y Avatar) y explorar los fondos marinos. El rumor es que en Avatar 2 unirá ambas obsesiones. Se dice que ha encargado a un equipo australiano la construcción de un submarino que le permita rodar en 3D en el abismo de Challenger, el punto más profundo medido en los océanos, en las islas Marianas. ¿Qué sentido tiene cuando presumiblemente el 90% del metraje estará generado por ordenador? ¿Es esta la última machada del cineasta mesiánico por antonomasia?

¿Es posible deslumbrar al mundo una vez más? ‘Estamos investigando seriamente cómo proyectar películas en los cines a una velocidad de fotogramas mayor. Pasar de 24 por segundo a 48 o 60’, concede Landau. Algo que Cameron quiere extender a la producción, consiguiendo planos hiperrealistas en el mismo rodaje, sin tener que esperar los seis meses de edición. Es parte de lo que el director llama ‘la reescritura del contrato entre los humanos y sus medios de comunicación visual’. Todo indica que cuando los astros de Alfa Centauri se pongan sobre la última entrega de Avatar, Landau será el productor más rico de la historia del cine. © Publicaciones El País

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