La arrogancia del no saber

Actualizado
  • 29/11/2020 00:00
Creado
  • 29/11/2020 00:00
Qué es el 'efecto Dunning-Kruger' y cómo afecta la forma en que valoramos nuestras propias habilidades

Bertrand Russell decía que “Todo el problema del mundo es que los tontos y los fanáticos siempre están tan seguros de sí mismos, y las personas más sabias tan llenas de dudas”.

La arrogancia del no saber

¿Te has dado cuenta de que algunas personas que son menos competentes o hábiles en una determinada área de conocimiento suelen estimar (y mucho) al alza sus capacidades, hasta el punto de que creen saber más que auténticos expertos en la materia?

El caso es que las personas, por lo general, somos bastante malas a la hora de valorar nuestras propias habilidades y a veces tendemos a valorar de forma demasiado favorable nuestras propias capacidades, ya sea a nivel social o intelectual. Algo como una superioridad ilusoria, donde la mayoría de las personas se consideran a sí mismas superiores a la media en un aspecto determinado.

Esto es denominado el “efecto Dunning-Kruger”, un sesgo cognitivo del cual las personas incompetentes tienden a sobreestimar su habilidad, mientras que las personas altamente competentes tienden a subestimar su habilidad en relación con la de otros.

¿Por qué sucede esto? Dunning y Kruger sugieren que habilidades que generan competencia en un área dada son también las mismas que hacen falta para evaluar esa competencia, ya sea en uno mismo o en los demás. Su hipótesis establecía que:

- las personas incompetentes tienden a sobreestimar su propia habilidad.

-las personas incompetentes son incapaces de reconocer las habilidades de otros,

- mientras que las personas con conocimiento real tienden a subestimar su competencia.

Y bien, ¿a dónde nos lleva todo esto? Pues a que, “el mundo está muy mal repartido”; como decía Charles Darwin “la ignorancia genera confianza con más frecuencia que el conocimiento”.

De ahí la arrogancia que muchas veces vemos en los aprendices y la humildad que solemos ver en los maestros.

Tenemos dos tendencias que juegan en nuestra contra: cuando no sabemos, sobreestimamos nuestra capacidad, porque no sabemos que no sabemos; y cuando realmente sabemos, ¡resulta que entonces nos infravaloramos!

Esto es algo relacionado con otro fenómeno llamado el síndrome del impostor, asociado a sentimientos de inadecuación o insuficiencia que persisten aun cuando el éxito es evidente y validado por otras personas, provocando dudas sobre sus competencias. Los investigadores lo han asociado no tanto a la baja autoestima y a la falta de confianza, pero sí a altos niveles de perfeccionismo. Estos altos niveles de perfeccionismo crean presión adicional y miedo a fallar y el éxito se atribuye a factores de suerte más que al propio mérito, dificultando el aceptar los reconocimientos.

Si queremos calibrar sin sesgo nuestra propia capacidad, es útil explorar esto a través de un proceso de coaching, y en un ambiente seguro podemos abrirnos a reconocer nuestros puntos ciegos y áreas de oportunidad, asimismo como nuestras fortalezas, desarrollándonos y ganando confianza basada en hechos y en nuestra trayectoria. Podemos también reconocer y expresar sentimientos y creencias, transformar situaciones difíciles en oportunidades de crecimiento y abrirnos a crear una red de apoyo en el proceso de desarrollo del potencial y bienestar.

En un mundo digital sobre cargado de ofertas de expertos, gurús, secretos para el éxito, es vital seleccionar a un profesional realmente preparado con experiencia comprobada y competente, para no caer en la trampa de la incompetencia.

El autor es coach ACC y miembro de ICF capítulo Panamá.

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