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- 20/05/2024 00:00
- 19/05/2024 14:22
El cine y la música son dos de los principales estímulos para entender la literatura de Antonio Ortuño (México, 1976). Las imágenes y los sonidos rítmicos están allí, en el corazón y la mente de este escritor, desde sus años formativos.
Tan relevante son las películas que ha visto como las canciones que ha escuchado y los libros que ha leído. Sin esta triada no se puede entender su mirada a la hora de enfrascarse con los géneros del cuento y la novela.
Antonio Ortuño -que ha escrito 11 novelas y 4 libros de relatos- está convencido de que existen puentes y caminos que unen al séptimo arte con la literatura.
“En mis libros hay síntomas de mi interés por el cine. No un interés de trivia o de estar citando cineastas o películas, que es un proceso intelectual que me fastidia como lector y que trato de no practicar como autor. Si escribo ensayos sí hago referencias como puntos para acercarme a un tema”, explica Ortuño, quien participará en Centroamérica Cuenta, festival literario que ocurrirá en la Ciudad de Panamá del 22 al 26 de mayo.
La ficción como un juego sí le permite, y él se lo permite al ejercicio imaginativo, utilizar las estructuras, la atmósfera y demás posibilidades que tiene el cine para alimentar a las letras. Por ejemplo, hay una novela suya, Ánima (2011), que ocurre entre personajes que son cineastas.
La literatura y el cine los define como procesos artísticos que usan la imaginación y la ficción como unos de sus tantos elementos. Celebra que hay guionistas que son capaces de elaborar historias muy complejas como los responsables de la serie de televisión Los Sopranos, pone como ejemplo.
Celebra las adaptaciones fílmicas basadas en libros cuando reflejan la esencia de la obra. Para Antonio Ortuño una muestra fue la primera trilogía de El Señor de los Anillos, dirigida por Peter Jackson a partir de las novelas de J.R.R. Tolkien.
En el otro extremo, hay casos en los que las versiones cinematográficas son superiores a los títulos literarios en los que se inspiran. “He leído algunas novelas de Mario Puzo y son una porquería, pero las dos primeras entregas de El Padrino son de dos de las películas más notables que han existido. O el director Curtis Hanson, quien firmó la obra maestra LA Confidential (1997), que he visto 7 u 8 veces, y que es mucho mejor que la porquería novela homónima de James Ellroy”.
El cine es tal fuente de aprendizaje y estímulos, que ha trabajado en proyectos como guionista como fue con Recursos Humanos (de planes futuros, que son bastantes, no puede hablar, pero asegura que vendrán buenas noticias más adelante).
Esta comedia negra sobre el empleo se basa en una novela homónima que publicó Antonio Ortuño en el 2007. Está dirigida por Jesús Magaña Vásquez, quien hizo la versión fílmica junto con Fernando del Razo y el propio Antonio Ortuño. Recursos Humanos es una película independiente que llegó a las salas a finales de 2023 y que hoy día se puede ver a través de la plataforma de Amazon.
Comprende que es distinto escribir una pieza narrativa y una pensada para la pantalla grande o chica. “Hay cosas específicas en cada arte. No se deben contaminar gratuitamente sino complementarse entre sí. Ninguna de mis novelas las pensé para que luego fuera una película. No es que tenga nada de malo pensar en términos cinematográficos, sino porque mis libros son muy verbales”.
Recursos Humanos llegó a las librerías en el 2017, aunque la comenzó a escribir como un proyecto colateral en el 2003, como una manera de liberarse de la saturación que le causó la redacción de su primera novela: El buscador de cabezas (2006).
Si tuviera que asociar la obra y la película Recursos Humanos con la música, se inclinaría por la sonoridad del punk. Porque en ambas se estudian las intensas luchas internas de poder (económicas, sexuales y de prestigio) cuando se registra una vacante libre en un lugar de trabajo. “No quería hacerlo a nivel de los partidos políticos, ni dentro del ejército, sino en otro ambiente como una oficina, pero como si fuera una guerrilla que quiere llegar al poder y al alcanzarlo lo institucionaliza”.
Ha sido un proceso muy largo. Hace 12 años lo buscó por primera vez el realizador Jesús Magaña Vásquez con el deseo de adaptar Recursos Humanos. Aunque estaba embarcado en otras producciones (Abolición de la propiedad y Alicia en el país de María), el cineasta sí quería hacer este largometraje en algún momento.
Cuando las estrellas se alinearon fue a inicios de 2020, pero llegó la pandemia y todo se fue al traste. “Aún así, Jesús logró rodar con burbujas de seguridad y un montón de problemas. Yo estoy eternamente agradecido con él porque se la jugó y pudo sacarla adelante. Consiguió apoyo financiero en Argentina y después en México. Jesús también puso dinero para hacer el proyecto”.
En una ocasión se le sinceró: “Si te sale padre la interpretación que harás en la película del libro, pues maravilloso. Si te sale mal, es tu culpa, porque mi novela tiene su vida propia (se ríe con ganas). Entiendo que como autor estoy en una posición más cómoda”.
El equipo de producción le abrió las puertas, bueno, realmente las pantallas de computadora para que participara en la faena creativa. “Fue complicado porque se filmó en Córdoba (Argentina) y en plena pandemia. Estuve desde zoom y en videollamadas. Tuve muchas, pero muchas charlas con Jesús a lo largo de ese tiempo sobre el tratamiento de la película. Estuve en las lecturas con los actores para recibir de ellos sus ideas y yo les compartía las que yo tenía cuando escribí a los personajes. Jesús todo lo discutió conmigo, incluso las cosas que yo no hubiera hecho en la novela, pero hay que entender que el director tiene su visión y el libro pasa a ser su historia. Solo soy una pieza dentro de una industria mucho mayor”.
Incluso participó en el tratamiento del guion. El director le pidió que lo leyera a fondo y que le hiciera sus comentarios. Antonio Ortuño se hizo cargo de todos los diálogos de la producción Recursos Humanos, claro que con la supervisión y aprobación de Jesús Magaña Vásquez y Fernando del Razo.
Como sabe que el cine es una manifestación artística colectiva y que la literatura es un trabajo en solitario, nunca tuvo la posición tiránica de: “aquí se hace lo que yo quiera. Habría sido ridículo y estúpido. Porque el cine nunca se hace así. Debe inspirarse en la novela y ya”.
Para un dramaturgo lo más rutinario es ver a sus personajes volverse en carne y hueso sobre el escenario. El escritor no siempre tiene esa clase de experiencias. “Cuando vi el primer corte en un enlace que me mandó Jesús fue una impresión muy grande. Quedé congelado. Fue una felicidad enorme. El resultado fue más de lo que yo esperaba”.
Admite que una de las ventajas del cine, es que le permite tener a los argumentos un viaje mucho más extenso, que cuando llega ese argumento al lector en formato de un libro.
Admira a los integrantes de la industria del cine de todas partes, ya que están más expuestos a los comentarios, elogiosos o incendiarios. “La mayor parte de los lectores no escribe reseñas, ni buenas ni malas. Pero la mayor parte de los espectadores de cine sí lo hacen en las redes. Eso raramente pasa con un libro. Por lo general, la gente no se anda peleando con los escritores y a los de cine sí les pegan bastante. Todo lo veo como desde una barrera”.