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- 15/07/2014 02:01
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Dicho lo suficiente y en papel, la escritora Nadine Gordimer, partió físicamente el domingo a los 90 años, en presencia de sus hijos, Hugo y Oriane, según un comunicado de la familia, divulgado por medios internacionales.
La sudafricana había ganado en 1991 el Premio Nobel de Literatura y fue una voz destacada contra el apartheid y la pobreza, al tiempo que luchó por los derechos humanos.
Sus escritos fueron la expresión de lo que vivió y sintió durante los duros años de apaetheid, siendo una voz que denunciaba ese régimen que mantenía segregados a los negros de Sudáfrica.
Ella, como sudafricana siempre permaneció en su país, donde se convirtió en firme defensora de la abolición del apartheid, y fue miembro del Congreso Nacional Africano (ANC) cuando esta organización política fue ilegal (de 1960 hasta 1990).
Gordimer consideró que, como figura pública y también sudafricana de raza blanca, tenía el compromiso de contribuir al cambio social en su tierra. La ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1991 abordó en sus obras temas como la opresión, la violencia, la discriminación y las consecuencias del apartheid en Sudáfrica.
También llamó la atención del mundo sobre la necesidad de combatir la pobreza a escala internacional, especialmente tras su nombramiento como embajadora de buena voluntad del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en 1998.
Pero antes de que la comunidad internacional la reconociera por su activismo, Gordimer se formó en Letras en la Universidad Witwatersrand de Johannesburgo, y recorrió Africa, Europa y EE.UU. En las universidades de Harvard y Princeton de este último país trabajó como profesora.
Miembro honorario de la Academia Americana de las Artes desde 1978, entre los galardones que recibió, además del Nobel de Literatura, figuran el Premio W.H. Smith de Literatura en 1961, el Booker McConnell a la mejor novela inglesa en 1974, Thomas Pring de la Academia Inglesa Sudafricana en 1975 y el Premio CNA de Literatura de 1975, 1979 y 1981.
Dejo quince novelas, entre ellas ‘La hija de Burger’, ‘La historia de mi hijo’, ‘Nadie que me acompañe’, y numerosos libros de cuentos ‘El abrazo del soldado’, ‘Algo a lo lejos’, algunos de los cuales fueron prohibidos bajo el apartheid. En ‘El conservador’ en 1974 imagina el malestar de un rico afrikaner que de repente se encuentra cargando el cadáver de uno de sus empleados negros. En ‘Gente de julio’ en 1981, describe lo que le ocurre a una madre de familia blanca obligada a refugiarse en casa de su sirvienta al estallar una revolución.
Leer sus novelas es traslardarse a la historia sudafricana. Fue una mujer con fuertes convicciones políticas y con una pluma tenaz.
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