'Quiero bailar con alguien', un viaje acelerado a través de la vida de Whitney Houston

Actualizado
  • 02/02/2023 00:00
Creado
  • 02/02/2023 00:00
La cantante de 'I Will Always Love You' es presentada como una artista determinada a seguir su pasión, pero cayendo a un abismo acelerado en medio de diversas presiones por más de 30 años en la industria musical
Naomi Ackie interpreta a Houston con carisma, gracia y realismo en sus diversas etapas.

El mundo cinematográfico recibe al 2023 con la línea de biopics sobre artistas famosos que dejaron un legado mayor del que soñaron en millones de vidas en el mundo, siendo ahora la protagonista la reconocida cantante, actriz y productora Whitney 'La Voz' Houston (1963-2012), quien por más de tres décadas se destacó como una fuerza de la naturaleza que estremecía a miles de personas cada vez que pisaba un escenario, o se escuchaba su melodiosa voz en las radios de Estados Unidos.

La cinta de Kasi Lemmons y el guionista Anthony McCarten —quien trabajó en la galardonada 'Bohemian Rhapsody' (2018) sobre la banda británica, Queen— Quiero bailar con alguien, que estrena en cines panameños hoy, retrata la historia de Houston desde sus inicios como cantante en el coro de su iglesia y corista de su madre, la cantante Cissy Houston, pasando por su acelerada subida a la cima de las listas de popularidad musical, hasta su caída ante la drogadicción y las presiones de la industria.

Houston es interpretada por la inglesa Naomi Ackie, quien captura de forma honesta la figura de la cantante de Nueva Jersey, desde su carisma, su sonrisa, su presencia en el escenario y su actitud rebelde ante los lazos sociales. Vemos cómo Ackie encarna a Houston en un amplio rango de emociones, desde la soledad, la desesperación, la felicidad, el amor y el miedo. Sin embargo, la mezcla de su voz con la de Houston es uno de los mejores puntos de la cinta, llegando a conmover a quienes conocemos la discografía de 'La Voz', con un lip-syncing casi perfecto en algunas escenas y manteniendo la esencia de una mujer que solo buscaba cumplir su sueño.

La narrativa salta entre emociones como la soledad y el amor en una búsqueda por un verdadero balance.

Pese a que la vida de Houston contiene suficientes detalles para crear una cinta que los explore hasta el fondo, Lemmons estableció un ritmo monótono y costumbrista del cual sufren muchas cintas biográficas: los inicios humildes, el descubrimiento sorpresa, la carrera en avance, los problemas, la tragedia, y el fin. La inclusión de algunos de los mejores éxitos de Houston como 'I Wanna Dance with Somebody' (de donde toma su título), 'I Will Always Love You', 'It's Alright But Not Okay' y 'I Have Nothing', son momentos memorables en medio de un torbellino de escenas de relleno y montajes rápidos en los que se olvida rápidamente lo que se mostraba ante la cámara.

Lo que debió haber sido un retrato sobre cómo una mujer afroamericana luchaba contra los prejuicios sociales de finales de los 1970, la obligación de esconder su inclinación sexual y amorosa —tras separarse de su pareja y mejor amiga, Robyn Crawford—, los efectos de una casa llena de gritos y drogas escondidas tras la niebla de una “buena hija”, y cómo estos elementos convergieron en una adultez llena de altibajos hasta caer en un vicio catastrófico; resultó ser una cinta predecible y sin mucho brillo en su final, destacando únicamente su música y la drogadicción de Houston, pese a sus esfuerzos por ser una buena madre de su única hija, Bobbi Kristina, y la artista que todos aclamaban en los estadios.

Quizás una de las escenas más contundentes dentro del guión de McClaren es cuando Houston es acusada de ser una “vendida” dentro de la industria musical por hacer música “no lo suficientemente negra” durante una entrevista radial. Tras un momento de sorpresa, Ackie como Houston cuadra sus hombros, enfoca la vista y confronta las acusaciones expresando: “No soy lo suficientemente blanca, ni lo suficientemente negra (...), yo solo hago música, y la música no tiene colores ni limitaciones”.

Stanley Tucci interpreta a Clive Davis, quien representa y da una mano amiga a Houston durante más de 30 años.

Esto deja un espacio en blanco, donde se obvian las contribuciones de Houston a la lucha contra el apartheid, su apoyo a Nelson Mandela, la creación de la Fundación de Whitney Houston para Niños y sus aportes al United Negro College Fund (UNCF) en Estados Unidos. La faceta de Houston sobre su propia humanidad y la que le rodeaba fue alejada de la cinta, haciendola ver simplemente como una artista que no supo manejar a la prensa, su matrimonio fallido con el cantante Bobby Brown y los abusos tras bambalinas, cuando en realidad, su perfil acumulaba muchas más facetas por destacar en la gran pantalla.

Incluso su participación en la cinta 'El Guardaespaldas' (1992) junto con Kevin Costner, es una escena pasajera dentro de la historia, sin bombos ni platillos que celebren su introducción al séptimo arte de forma justa. Asimismo, Houston produjo cintas exitosas como 'El Diario de la Princesa' (2002) y 'Las Cheetah Girls' (2003) y sus respectivas secuelas.

Si bien, se nota que McClaren y Lemmons intentaron dar luz al éxito de Houston en las listas de artistas estadounidenses, las constantes subtramas familiares, mediáticas y de abuso de drogas oscurecieron lo que pudo haber sido una narrativa profunda y real de lo que enfrentó Houston en sus más de 30 años de carrera multidisciplinaria. Así, la interpretación de Ackie en cada etapa de la cantante se convierte en una carrera por ver qué tan demacrada puede lucir en las últimas escenas antes de cerrar el telón con una versión depresiva de la canción 'Home'.

Entre las interacciones de Houston en la cinta, una de las más emotivas y sinceras que se muestran es la de la cantante con su representante, Clive Davis (Stanley Tucci), quien fue el primero en descubrirla y quien se mantuvo a su lado incluso después de los seis años que la productora pasó lejos de los escenarios. Tucci carga parte de la cinta en sus hombros, derrochando clase y realismo en cada escena, haciendo cambios de expresiones faciales y tono de voz que transforman la escena en una verdadera conversación entre amigos y colegas.

La vida de Houston se ve reducida a los fallos en su matrimonio, las constantes giras y el abuso de drogas cerca de su fallecimiento en 2012.

“Esto es un asunto de vida o muerte (...) y no puedes salvarte sola”, le comenta Davis a Houston frente a la cámara al hablar sobre la necesidad de rehabilitación de la cantante. Uno de los tantos guiños al inesperado fallecimiento de la misma el 11 de febrero de 2012, un día antes de la premiación de los Grammy Awards, en donde estuvo nominada. Incluso aquellos momentos mostrados sobre su rehabilitación y su relación con su hija son efímeros y no logran cargar la cantidad de emoción necesaria para entretejer los motivos de Houston para continuar con su adicción.

En una época donde las biopics se encuentran en un número cada vez mayor —siendo Elvis la más reciente tras estrenarse en 2022 y 'Estados Unidos vs. Billie Holiday' en 2021—, Quiero Bailar con Alguien se podría encontrar en los peldaños más bajos en cuanto a calidad de narrativa y su inhabilidad para mostrar las capas intrínsecas de la vida de una de las cantantes más amadas y aclamadas de la historia de la música norteamericana.

Aún así, la visión de Ackie vestida en el icónico traje negro silueteado de Houston, usado en aquella lejana época de conciertos y medleys de 'And I'm Telling You' y 'I Love You, Porgy', evoca a la nostalgia, recuerdos de diversión cantando y bailando 'I Wanna Dance with Somebody', y la admiración merecida a una de las mejores voces de la industria musical de todos los tiempos. Estos detalles hacen que sea merecedora de una segunda visita, así sea la última.

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