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'A todos los chicos: P.D. todavía te quiero', la batalla por el amor perfecto
- 13/02/2020 06:00
- 13/02/2020 06:00
“Simplemente no quiero que nos rompamos el corazón”, es la duda que siembra la protagonista de A todos los chicos de los que me enamoré (To All the Boys I've Loved Before, su título original), Lara Jean Song Covey (Lana Condor) como envoltura de la historia de amor con el deportista Peter Kavinsky (Noah Centineo). En la primera entrega cinematográfica de la escritora coreana Jenny Han, se vislumbró mucho más que la historia de una chica cuyas cartas de amor secretas salieron a la luz, sino también una muestra de la madurez emocional en un ambiente juvenil en el que las inseguridades y los temores salen de sus escondites para hacerles la vida difícil a los adolescentes.
Dentro de la trama que desarrolla la secuela, A todos los chicos: P.D. Todavía te quiero (To All The Boys: P.S. I Still Love You, en su título original), Lara Jean se encuentra en una encrucijada complotada por las cartas que llegaron a manos de sus 'enamorados' de la infancia, entre ellos, el diplomático en ascenso John Ambrose McClaren (Jordan Fisher). Con el regreso de Peter y Lara Jean a la plataforma de Netflix, tras el éxito de la primera cinta en 2018, también regresa el drama y las confusiones dentro de la nueva relación justo a tiempo para san Valentín.
Celos, una exnovia insistente y la presión de tener de pareja al chico más popular de la escuela transportan a Lara Jean a arenas movedizas cuando, frustrada por no obtener balance en su primer noviazgo, se deja llevar por sus pensamientos acerca de su amor platónico, John. Fisher despliega una serie de características relevantes en su personaje, alzándolo como una antítesis de Centineo, puesto que Ambrose es altruista, considerado, sensible y dedicado a su futuro (diferente al carismático, y a veces ingenuo, Peter).
En medio de lo que pasa por la mente de Lara Jean, el foco de su relación parece ir a la deriva con cada paso que la acerca a John, lo que fomenta una serie de sucesos a través de la hora y cuarenta minutos que dura la cinta. En ese sentido, el director Michael Fimognari da pie, de manera astuta, a la representación de cómo las relaciones pueden impulsar un vórtice de dudas e incertidumbres en un entorno nuevo e inexplorado, como en el caso de Condor.
Tal como en su predecesora, la música es un actor vivo en la narrativa de la vida de Lara Jean, con selección acertada de temas musicales que asienta el filme sobre las emociones que desea transmitir al espectador, con artistas modernos como CYN, Billie Eilish, San Holo, Anna of the North y Blackpink, que destacan en las mejores escenas, inundando a los personajes en colores vibrantes y casi palpables a través de la pantalla.
La adaptación de los libros de género Young Adult (Adulto joven, o YA por sus siglas en inglés) de Jenny Han, del mismo nombre que la cinta, brinda el sentido nostálgico para quienes vivieron el triángulo amoroso desde las páginas de un desgastado tomo, causando aún más fascinación por la ejecución de los personajes en la película. Las tradiciones coreanas fueron llevadas a primer plano, como las raíces de Lara Jean y su familia, así como la implicación de una nueva relación amorosa para el viudo padre de las Covey, apelando a un elemento de empatía familiar.
La percepción de una despistada Lara Jean con respecto al fantasioso “Vivieron felices por siempre” es llevado a tierra y bombardeado con situaciones realistas de pleno siglo XXI (y hasta de generaciones anteriores), con las que deberá madurar y aprender que, como lo expresa en la cinta, “para ganarlo todo, debes arriesgarlo todo”.
“Te prometo que no te voy a romper el corazón”, es la respuesta de Peter a Lara Jean como su compromiso por mantenerla a su lado a pesar de las adversidades, lo que no sabe si logrará, pero de seguro mantiene el hilo dramático y romántico de la historia, como solo Jenny Han lo sabría hacer.