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Panamá, la segunda cuna del ‘jazz’
- 21/01/2024 00:00
- 20/01/2024 15:34
Entre negocios bananeros, trabajo forzado, barcos a vapor y un ferrocarril interoceánico, se da no solo el intercambio económico sino también cultural entre Estados Unidos y Panamá. Son estas las condiciones que desde la década de 1850 dan fruto a un movimiento musical transnacional, en el cual los aportes del istmo eran ignorados hasta hace muy poco.
En ‘Panamanian Suite: Reimaginando las Narrativas Culturales y Musicales del Jazz en Panamá’, conversatorio liderado por Patricia Zárate de Pérez, directora ejecutiva del Panamá Jazz Festival, donde también se presentó el libro homónimo, la autora acompañó a la audiencia en un recorrido por los tres movimientos históricos del jazz, desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad, con la próxima generación del jazz y su posición en la historia de este género musical.
La primera mención de Panamá en una canción de este género se da en 1880, con Panama Route Waltz, escrita por Arthur F. Maylath. No hay registro de la razón del por qué Maylath eligió este título o si fue escogido por su editor, sin embargo, Zárate encuentra consonancia en la mención del istmo debido a las relaciones con la potencia norteamericana, lo que ponía el nombre de Panamá en el mapa para los estadounidenses.
“Una referencia al istmo de Panamá tenía sentido desde un punto de vista de marketing al escribir la canción, porque Panamá había desarrollado fuertes vínculos comerciales y políticos con los Estados Unidos lo que dio al nombre Panamá resonancia en la conciencia popular del estadounidense”, menciona la directora ejecutiva del festival durante su ponencia.
Aunque en un principio podría pensarse en el ferrocarril interoceánico como el punto de partida de los lazos culturales entre ambos países en relación al jazz, es el comercio de la banana en la segunda década de este mismo siglo cuando inician los intercambios entre lugares importantes para el género como Nueva Orleans y Nueva York y Panamá. De esta manera el istmo se convierte en el puerto principal de este movimiento musical.
Sin embargo, durante el pre-jazz, se interpreta a Panamá como un lugar unidimensional, primitivo, localizado en un trópico caótico que necesita a Estados Unidos para atraer el orden, la limpieza y la modernidad al país en el imaginario estadounidense. Todas las canciones de esta época que tienen que ver con Panamá, están construidas para crear narrativas nocivas alrededor de las personas racializadas en Panamá y América Latina, especialmente los afrocaribeños traídos a la región para el trabajo forzado.
Algunas de las canciones que ilustran perfectamente esta intención incluyen a Christina, the mad girl de Michel Delevante, que trata de una “figura familiar de las calles de Colón”, describiendo a una mujer bilingüe y de color. En esta canción ella misma se pregunta si está loca, es indigente o ha perdido su camino.
Al hombre afropanameño también se le representa de forma parecida. Este tiene el estereotipo de estar siempre relajado al no tener trabajo, muy diferente a la realidad de las condiciones en las que habían traido a los negros a Latinoamérica, como esclavo y trabajador y no en condición de turista.
Estas representaciones son comunes en la época en Estados Unidos y estas prácticas son expandidas al contexto panameño a través de la música, como lo hace The Coon with the Panama de Jim Vaughn y Tom Lemonier, lanzada en 1902.
Por otro lado, el hombre blanco era tratado como superhéroe en las canciones de jazz de la época. Temas como The man who swung a pick at Panama e In Panama, son ejemplos de esto. Mientras las mujeres blancas eran puestas como la contraparte de las negras, siendo vistas como mujeres educadas y dóciles.
“Las imagenes del esclavo negro inepto y perezoso; y del artista negro simplista y sonrientes fueron adaptadas en representaciones engañosas de trabajadores afroantillanos en Panamá, haciendo creer que vivían una vida fácil y sin preocupaciones. Estas desempeñaron un papel de propaganda que servirían para reclutar mano de obra mal pagada del Caribe y continuar con el legado de la esclavitud recientemente abolida en Estados Unidos”, también comenta Zárate.
Además de la música, en Panamá la representación más palpable de la desigualdad y segregación racial son el silver roll y el gold roll, que se desarrolló a lo largo de los años de la construcción del Canal de Panamá por los Estados Unidos.
Pero todas estas representaciones musicales fueron llevadas a cabo para ayudar a crear una narrativa cultural que no está relacionada ni era necesariamente la realidad panameña. De acuerdo a Zárate, la realidad panameña siempre ha sido muy rica y compleja en su existencia, extremadamente diversa y profundamente artística y creativa.
Musicalmente hablando, las bandas militares panameñas se desarrollaron a la par e incluso antes que las bandas militares estadounidenses, cumpliendo el rol de escuelas musicales. Aunque algunas como la Banda Republicana, fundada en 1876, no solo fue una escuela de música sino que sirvió como un vínculo entre la cultura y el concepto de nación de muchos panameños.
“Los panameños expresan su soberanía en su vida musical, y muchos directores y músicos de la Banda Republicana crean largas líneas de ascendencia musical. Muchos de los músicos de Jazz de Panamá tienen padres o abuelos que pertenecieron a estas bandas, o fueron instruidos por profesores de música que vinieron de estas escuelas”, destaca Zárate.
Fue así, entre bandas republicanas y bandas de iglesias metodistas, que en el istmo se sentaron las bases de las primeras bandas de jazz.
En la segunda mitad del siglo XIX, se producen nuevos híbridos artísticos que se convierten en la base de la música popular moderna y aparecen grandes figuras panameñas que empiezan a destacar, no solo en Panamá, sino en todo el mundo. Algunos de estos son Luis Russell, Randy Weston, Eric Dolphy, Billy Cobham, Alex Blake, Carlos Garnet y Mauricio Smith.
Estos destacados músicos de jazz fueron considerados muchas veces estadounidenses y no panameños debido a la tendencia sistemática de Estados Unidos de ignorar la identidad panameña. “Si desaparece la presencia panameña en el ‘jazz’, también desaparecen conexiones importantes entre América Latina y Estados Unidos. La historia cultural y política de Panamá contiene la historia de la esclavitud transatlántica”, afirma la directora ejecutiva del Panamá Jazz Festival.
Una razón por las que se da este fenómeno, según Zárate, es por la concepción de Panamá como un lugar de paso, es decir, un país que es un pasaje para el mundo, una tierra de nadie que debe ser reclamada, comprada o simplemente ignorada. También existe la idea de que el jazz es la gran contribución de Estados Unidos a la cultura global.
En el proceso de la construcción de esta narrativa, muchos historiadores, académicos y críticos han pasado por alto, descartado o minimizado la existencia de importantes escenas tempranas del jazz fuera de la frontera de Estados Unidos,
Sin embargo, Panamá ha sido una parte importante de las conversaciones musicales transnacionales panafrolatinas que hacen que surja el jazz. Cualquier análisis exhaustivo debe reconocer que el jazz fue un experimento participativo colectivo nacido de una comunidad mucho más grande de africanos que llegaron a las Américas.
El actual movimiento del género, denominado global jazz, es un nuevo paradigma en el género que nace en un mundo hiperglobalizado e hipercapitalista, este movimiento se desarrolla con la influencia de Panamá y propone un cambio radical en la educación musical para la creación de un mundo nuevo. Este reconoce las raíces históricas del jazz en el istmo, poniendo poco o poco la academia moderna en la misma sintonía que esta realidad histórica.