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El Canal de Panamá ante la geopolítica de Trump: Soberanía, derecho y desafíos
- 30/01/2025 17:28
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El grave problema que plantea el nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, obliga a la consideración de los siguientes temas: soberanía y propiedad del Canal de Panamá (en adelante, el Canal), aporte de las partes en la construcción del Canal, naturaleza del servicio que presta el Canal, las partes en el actual conflicto, la seguridad del Canal y la política del gobierno panameño.
No hay la menor duda de que, conforme a los principios jurídicos que gobierna la materia, el Estado panameño es el único propietario del territorio sobre el cual el gobierno de los Estados Unidos de América construyó el Canal.
El Estado panameño también es propietario único del Canal, construido por el gobierno de los Estados Unidos en territorio panameño.
En virtud de los Tratados Torrijos-Carter, celebrados entre el gobierno de los Estados Unidos de América y el gobierno panameño en septiembre de 1977, el gobierno de los Estados Unidos de América transfirió al Estado panameño la propiedad que tenía sobre el Canal. En otras palabras, a partir de la fecha indicada el Canal pasó a ser propiedad únicamente del Estado panameño.
Naturalmente, el Canal ampliado, construido por Panamá, es también propiedad únicamente del Estado panameño.
No es cierto, pues, que los Estados Unidos de América tenga soberanía alguna sobre el territorio panameño sobre el cual se construyó el Canal ni propiedad alguna sobre el Canal construido por ellos.
El gobierno de los Estados Unidos de América que inició y terminó la construcción del Canal sabía perfectamente, conforme a las normas internacionales que no podía construir obra alguna en Panamá y menos un Canal, sin la autorización del Estado panameño.
Consciente de esta realidad, el gobierno del presidente de los Estados Unidos de América en el año 1903, Theodore Roosevelt, se vio en necesidad de celebrar un tratado con el Estado panameño para construir el Canal en territorio panameño.
En razón de lo dicho mediante el tratado Hay-Bunau Varilla el gobierno de los Estados Unidos obtuvo autorización del gobierno panameño para usar el territorio y aguas panameñas para la construcción del canal interoceánico.
En otras palabras, el propio presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt, en el año 1903 reconoció que el territorio sobre el cual se pretendía construir el Canal era territorio de otro Estado, esto es, del Estado panameño.
El presidente Trump no puede, pues, pretender ahora actuar como si el territorio sobre el cual se construyó el canal fuese propiedad de los Estados Unidos de América.
Los Tratados Torrijos-Carter de 1977 derogaron expresamente el Tratado Hay-Bunau Varilla de 1903. Sobre las nefastas características de este Tratado de 1903, copiamos, a continuación, las palabras de John Hay sobre el Tratado Hay-Bunau Varilla firmado por él dirigida al Presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt.
“Tendremos un tratado que en lo principal es muy satisfactorio, ampliamente ventajoso para los Estados Unidos, y debemos confesar con la cara que podamos poner, no tan ventajoso para Panamá... Usted y yo sabemos muy bien cuántos puntos hay en el tratado que todo patriota panameño objetaría.” (Ver mi libro Panamá Visión Geopolítica y Testimonial de su Drama, página 18).
No existe, pues, ningún fundamento jurídico, ni de ninguna otra naturaleza, que justifique las amenazas del presidente Trump.
Es importante el tratamiento de los aportes de las partes, esto es, de los Estados Unidos de América y del Estado panameño en la construcción del Canal.
Sobre el tema, Trump hace alarde del gran aporte que en lo económico hizo los Estados Unidos en la construcción del Canal sin asignarle valor alguno a lo aportado por el Estado panameño.
Sobre el punto, resulta imprescindible señalar que el Estado panameño hizo la aportación más grande. Panamá aportó lo más caro, aportó su breve o corto territorio, solo 80 kilómetros, para comunicar los dos grandes océanos, el Atlántico y el Pacífico; aportación que no tenía cómo hacer Estados Unidos ni ningún otro Estado en el continente.
Es importante destacar que el Estado panameño hizo el aporte más importante, más valioso y más caro en la construcción del Canal. Panamá aportó lo que los Estados Unidos no podía aportar: su posición geográfica, su condición de istmo que unía los dos grandes océanos, el Atlántico y el Pacifico, separado por una distancia de apenas 80 kilómetros.
Como lo advirtió el gran estadista panameño Dr. Belisario Porras, desde el año 1903, Panamá aporto lo que le ahorro a los Estados Unidos construir el canal interoceánico en su propio territorio, cuya distancia más corta iría de Palm Beach, La Florida en el Atlántico, a San Diego, California, en el Pacífico. Esa distancia, de un océano al otro representa un recorrido de 3.400 kilómetros.
Si la construcción de los 80 kilómetros del Canal de Panamá costo a los Estados Unidos 375 millones de dólares, esto es, 4.6 millones por kilómetros, la construcción del Canal por territorio estadounidense habría costado lo que resulta de multiplicar 3.400 kilómetros por 4.6 millones de dólares.
El ahorro de esos gastos fue uno de los aportes del Estado panameño en la construcción del Canal interoceánico.
Es importante determinar la naturaleza del servicio que presta el Canal de Panamá. El Canal de Panamá no presta un servicio privado a los Estados Unidos ni a Panamá.
El Canal presta, directa e indirectamente, a todos los Estados del mundo un servicio público de carácter internacional. Este servicio internacional se presta por igual a todos los usuarios del canal, sin privilegio de ninguna clase.
De otro lado, el servicio público internacional que presta el Canal lo presta en condiciones de neutralidad. El Canal, pues, es neutral.
Contractualmente las partes en el conflicto con el que el presidente Trump amenaza son los Estados Unidos y Panamá. Estos dos Estados, a través de sus respectivos gobiernos celebraron los tratados concernientes al Canal de Panamá.
No obstante, en razón de lo dicho, sobre la naturaleza del servicio que presta el Canal a todo el mundo, de hecho, serían parte importante del conflicto los gobiernos de todos los Estados del mundo, principalmente los gobiernos que cuentan con empresas propietarias de naves mercantes que transitan por el Canal.
En otras palabras, es un conflicto que desborda la bilateralidad para convertirse en un claro conflicto internacional.
La realidad indicada, es la que explica el gran y decisivo apoyo internacional que, con las excepciones conocidas, Panamá recibió de todos los Estados del mundo al tiempo que negociaba los Tratados Torrijos-Carter.
En otras palabras, los mismos presupuestos fácticos que explican el éxito de Panamá en las negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter serán los mismos que producirán el masivo apoyo internacional que el Estado panameño recibirá frente a la amenaza del presidente Trump.
El presidente Trump habla de la seguridad del Canal, pero, evidentemente, parece desconocer el tema. Por ejemplo, es claro que el Canal es un canal urbano el cual en el Atlántico empieza en la ciudad de Colón y en el Pacífico termina en la ciudad de Panamá y a lo largo de su recorrido hay poblaciones menores.
La seguridad del Canal descansa mucho en la protección que le da la propia población panameña, dado los importantes beneficios que el Canal le presta a la República de Panamá; entre otros.
De otra parte, la única amenaza a la seguridad del Canal que se ha conocido después de la segunda guerra mundial, vino del propio gobierno norteamericano cuando éste decidió invadir militarmente a Panamá para eliminar la dictadura militar que el mismo gobierno estadounidense había apoyado diplomática, militar y financieramente por 21 años.
Sobre la vulnerabilidad del Canal y las especiales condiciones de su defensa, el General Dennis P. McAuliffe dijo lo siguiente en declaraciones hechas ante el Congreso de los Estados Unidos: “Únicamente un golpe de suerte evitó que el Canal de Panamá sufriera un daño serio durante la invasión norteamericana en Panamá en 1989,”
El ex administrador del canal, Dennis P. McAuliffe, declaró que “apenas tuvo 45 minutos para preparar el Canal para la invasión, lo que provocó que se demorara el tránsito de un barco que llevaba una carga de materiales altamente explosivos por la vía acuática.”
McAuliffe desempeñó el papel de Administrador de la Comisión del Canal de Panamá durante la invasión.
McAuliffe aseguró ante el Congreso estadounidense que “si el barco hubiese sido alcanzado por el fuego de artillería o de morteros, o un artefacto aéreo errante, bien pudiera haber causado el cierre del canal por largo tiempo”.
“Únicamente la buena suerte y ninguna otra cosa evitó un desastre,” señaló McAuliffe.
Esta experiencia reforzó la opinión del militar retirado en torno a que es “erróneo” insistir en que un fuerte control por el Pentágono en el Canal de Panamá es “esencial para la defensa” de esta vía interoceánica.
McAuliffe, quien ocupó el puesto de Administrador de 1979 a 1989 en el canal, testificó a favor de un proyecto de ley de la cámara, que establecía que el presidente de la Junta Directiva de esta institución canalera sea un civil. (Ver mi libro Panamá Visión Geopolítica y Testimonial de su Drama, página 40).
De allí que la defensa del funcionamiento del Canal descansa en el régimen de neutralidad y ese régimen también supone obligaciones para los Estados Unidos, además de los demás países signatarios del Tratado de Neutralidad.
Trump no solo es una amenaza para el Canal, sino para los propios Estados Unidos y del mundo.
En su campaña presidencial, como todos recordaran, Trump se dedicó a comprar enemigos en todo el mundo y ahora los tendrá a todos apoyando la causa panameña.
Trump es el presidente de un imperio en decadencia. Trump se ha abierto frentes y enemigos en todo el mundo.
Trump es el presidente de una sociedad críticamente dividida, con dos partes confrontadas en valores e intereses.
Contra lo que dice Trump, los Estados Unidos no tienen ningún derecho sobre el Canal de Panamá y Trump no puede ejercer en territorio panameño derechos que no tiene.
Es sumamente importante, por lo que tiene de realista, contrastar la opinión de Henry Kissinger Secretario de Estado de los gobiernos de los expresidentes Nixon y Ford sobre los tratados Torrijos-Carter y la opinión que sobre estos mismos tratados ha expresado públicamente el presidente Trump.
Como se sabe, Henry Kissinger es parte de la historia estadounidense como uno de los Secretarios de Estado mejor informados, en materia de política exterior.
De los Tratados Torrijos-Carter celebrados en septiembre del año 1977 entre Panamá y los Estados Unidos, Kissinger manifestó clara y repetidas veces que estos Tratados, contra lo que afirma el presidente Trump, beneficia también a los Estados Unidos.
Igual es la opinión de Dean Rusk, Secretario de Estado de los presidente John F. Kennedy y Lyndon Johnson (Ver mi libro Panamá Visión Geopolítica y Testimonial de su Drama, Páginas 21 y 22)
Finalmente es importantísimo destacar que la idea del presidente Trump de enviar incluso tropas militares al Canal para recuperar el control del Canal constituye una imprudencia sumamente riesgosa para la seguridad del Canal.
Evidentemente, la presencia militar de los Estados Unidos en el Canal, es ya, de por sí, un acto de violencia no solo con el Estado panameño, sino contra todos los Estados usuarios del Canal, y éstos bien lo saben.
Reitero que Estados Unidos es signataria del Tratado de Neutralidad y esa neutralidad supone obligaciones para todos los signatarios de dicho tratado, incluyendo, por supuesto, a los Estados Unidos.
Evidentemente, las amenazas del presidente Trump sobre el Canal obligan al gobierno panameño a descansar en una política apropiada y concreta para enfrentar el problema confrontado.
Personalmente, no tengo la menor duda de que el gobierno panameño debe descansar en la misma política seguida por el gobierno de Omar Torrijos, quien, a su vez, descansó en la política sugerida por las fuerzas nacionalistas y civilistas panameñas de aquella época.
En consecuencia, el gobierno panameño necesita hacer todo lo que fuese necesario para asegurarse el apoyo de los gobiernos de todo el mundo. Esto es, el gobierno panameño tiene que internacionalizar la causa panameña con urgencia y a tiempo completo.
Contamos con razones para internacionalizar la convicción de que la amenaza del presidente Trump sobre el Canal, es no solo una amenaza contra Panamá, sino una amenaza para los Estados directamente usuarios del Canal, como para los demás Estados beneficiarios del servicio público internacional que presta Panamá a través de su Canal.
Téngase presente la gran realidad que ya hemos señalado: El Canal de Panamá presta un servicio público internacional de carácter universal, con beneficiarios directos e indirectos.
A través de nuestros representantes diplomáticos y de enviados especiales, Panamá debe hacer las representaciones correspondientes a todos los gobiernos, sin pérdida de tiempo, para sumar sus intereses a los panameños y hacer valer su apoyo a la causa panameña. Panamá debe organizar en su provecho la comunidad de intereses que en orden al servicio internacional que presta el Canal, sumen su apoyo a la causa panameña.
El pueblo panameño también tiene que ser parte de esa política. El pueblo panameño debe apoyar la política nacionalista del actual gobierno mientras se mantenga como tal. Personalmente pienso y quiero que esa política se mantenga.
Las criticas fundadas contra el gobierno, por conductas indebidas de éste en nada deben afectar el apoyo especifico, claro y terminante a la política nacionalista del gobierno panameño con relación al problema creado por las amenazas del presidente estadounidense.