Genocidio y etnocidio: dos dimensiones de una agresión

Actualizado
  • 27/03/2016 01:00
Creado
  • 27/03/2016 01:00
Tales procesos pueden entenderse como transicionales amortiguadores de impactos más severos

Dos palabras hermanas, trágicas ambas. El genocidio es el asesinato masivo de pueblos enteros con la intención de hacer desaparecer a una sociedad que el victimario ha elegido como enemiga.

El etnocidio es la muerte programada de una cultura por imposición de otra, de su espíritu, vía introducción forzada de nuevos modelos de conducta en la cultura receptora. Se le llama también asimilación cultural y se genera a partir de una actitud propia de los pueblos: el etnocentrismo. En los tiempos modernos hablamos de integración sin consulta previa.

LAS BASES CULTURALES DEL ETNOCIDIO

El etnocidio se desarrolla cuando una sociedad con una cultura que se autodenomina superior a la que se le impone el modelo de la propia, decide por sí, y ante sí, que la cultura del otro es incompatible con la propia, más aún que la propia es el único modelo posible.

En la práctica estas definiciones tienen sus matices. Aunque no siempre el etnocidio coincide con el genocidio, puede en circunstancias especiales conducir a una población a un estado de anomía que a su vez produce el suicidio, que no es otro que otra forma de genocidio indirecto.

Este fue el caso de las pueblos de la isla de Tasmania, frente a Australia, en el Pacifico. Allí los Ingleses impusieron a este pueblo cuya tecnología correspondía a la edad de piedra en el siglo XIX, y una ausencia de vestidos, sus costumbres europeas. De los sobrevivientes, los hijos fueron extrañados de sus padres para educarlos a la usanza europea o inglesa. Hace algunos años, el gobierno de Nueva Zelanda… pidió perdón por este trágico episodio en la historia de la humanidad, no el único pero sí uno de los emblemáticos. También entre los indios norteamericanos hubo iguales modelos impositivos. A pesar de los perdones, el hecho persiste.

LOS EJEMPLOS RECIENTES

Etnocidio han ocurrido en nuestros tiempos, como los de la Alemania nazi, los casos recientes en Africa y en las guerras de la ex Yugoeslavia. Algunos basados en los odios acumulados por generaciones entre pueblos autoconsiderados superiores y pueblos dominados como inferiores, en otros donde la religión, y la cultura que las matiza, legitiman matanzas entre pueblos que hacía poco convivían como hermanos. Matices diferenciadores en una misma corriente religiosa justifica el derecho de unos para eliminar a otros, como los ejemplos en el medio oriente, en la india, etc.

Cuando se observan estos hechos, el ejemplo de África del Sur, donde podría adivinarse una confrontación sangrienta, de no haber Nelson Mandela asumido una actitud y una política conciliadora, siendo él miembro de grupos vejados y marginados, logrando crear espacios para el reconocimiento y la interculturalidad, una palabra fácil pero difícil de poner en práctica, aún en sociedades como las nuestras acostumbradas a la tolerancia, pero rara vez a la concesión de los derechos completos.

GLOBALIZACION Y ETNOCIDIO

En nuestros días, y conscientemente, hay procesos de etnocidio que ocurren sin una aparente intención de borrar las otras culturas, especialmente aquellas que son vulnerables por su marginalidad, pobreza, distancia cultural, etc.

Se basta con el factor de la cultura globalizada, aquella que partiendo de un eje dominante, económico, tecnológico, político, incide en la conducta de los pueblos situados en sus antípodas geográficas y culturales.

Sus agentes locales asumen la premisa del efecto erosión o adopción de nuevos modelos substituyendo los anteriores, como única alternativa para entrar a un modelo de sociedad consumista, dependiente del mercado, apoyado por un sistema educativo que percibe a las otras culturas modelos de museos, exóticos, pero raros y dispensables.

En términos generacionales, a las culturas globalizadas les importará poco sus antecedentes históricos culturales que no sea los que están registrados en los libros o en los museos etnográficos (etnohistóricos, diríamos). Cada generación se adapta rápidamente a las exigencias del medio generalmente determinados por los factores del mercado, mediados por la televisión, la radio, el internet y ahora por el celular y todos sus instrumentos de red.

Y esto no va solo por la costumbre de vestir, la manera de hablar, las prácticas religiosas, como también en los gustos y hábitos de comer, no pocos de ellos reductores de los nutrientes que en el pasado proporcionaban los alimentos locales, sino también, en las fuentes orientadoras de conductas, donde hasta los padres pierden el prestigio de su autoridad moral, y las otras autoridades sociales y políticas locales por otras fuentes más deletéreas como las que proceden de las imágenes de la televisión, etc.

Todos estos procesos se realizan de manera inconsciente y en el marco de cierto voluntarismo que excluye cualquier posibilidad de culpa por etnocidio programado; pero ocurre.

PROYECCIONES FUTURAS

En los años recientes, los pueblos marginados que han entrado en el escenario político por su propio crecimiento demográfico y su incorporación a un modelo formal de democracia, han reaccionado gestando una propuesta de rescate de sus identidades históricas y presentes, pero quedan atrapadas en la polaridad de conservación o cambio, o en la síntesis sincrética (que también puede tener sus contradicciones internas), de modelos nuevos de mestizaje socio cultural.

Es probable que el cambio cultural, irreversible, afecte las identidades de los grupos que hasta ahora han procurado mantenerse como unidades culturales que se autorepresentan en el escenario socio cultural del país como distintos del resto de la población.

La globalización parece ser un factor de cambio que tiende a disgregar a sus componentes e insertarlos en sistemas más cosmopolitas, por no decir anónimos, en los que las lealtades culturales dejan de tener significado.

Sus referentes no son locales sino internacionales, excepto en contextos de demandas sociales ignoradas por los sistemas políticos administrativos.

Para los mercados globalizados estos procesos son daños colaterales (frase perversa) inevitables. La era de las comunicaciones y las redes digitales lo favorecen, aunque también pueden contribuir a procesos de reajustes y de construcción de nuevas identidades (etnogénesis) que intentan evitar la dilución de la memoria cultural.

Casos de adaptación creativa y posicionamiento en los contextos nacionales e internacionales son los gunas, que incursionan en muy distintos ámbitos culturales urbanos con mucho buen éxito, en la música, la danza, la pintura, etc.

Tales procesos pueden entenderse como transicionales amortiguadores de impactos más severos. La historia nos dirá que resultará de ello.

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