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'Si algo ha dejado la pandemia es que la ciencia salva vidas, hay que invertir en ciencia'
- 21/08/2020 00:00
- 21/08/2020 00:00
Fue escogida por la revista Forbes como una de las 100 mujeres más poderosas de Centroamérica. Es una científica llena de energía que madura su carrera en un laboratorio donde intenta detener los efectos de la enfermedad que más frustra a los investigadores, el alzheimer. Gabrielle Britton es una de las joyas del Instituto de Investigaciones Científicas de Alta Tecnología (Indicasat), desde donde dirige un estudio desde hace más de 10 años con adultos mayores, enfocado en patologías de envejecimiento. Britton revela las interioridades de su esfuerzo, del que espera ver frutos pronto. Como parte de sus ambiciones, busca que a través de un análisis de sangre sea posible identificar ciertas patologías del paciente y amortiguar sus efectos con 'conductas de protección'.
Todos los estudios clínicos donde los participantes son adultos mayores, por ser una población de riesgo, están en pausa ahora mismo, lo cual es algo no positivo para nadie. Imagínate, estudios clínicos que en este momento están probando medicamentos nuevos para el alzheimer o para el cáncer, todo está en pausa. Entonces esa persona que estaba recibiendo un tratamiento no lo está haciendo en este momento. Asimismo, nosotros hemos puesto nuestro estudio en pausa y añadimos unas adendas al protocolo para poder dar seguimiento a nuestros participantes vía telefónica para saber sobre síntomas de covid-19, y además sobre su salud mental.
Me enteré el mismo día. No sabía que iba a recibir ese honor y me encantó. Me siento muy honrada y además [formar parte del grupo ] de las mujeres panameñas que fueron seleccionadas. Lo que me gustó sobre la revista, es que escogieron diferentes ámbitos, muchísimas científicas en Centroamérica, y creo que por eso fui parte de esa lista y me siento muy honrada de haber podido desarrollar un programa reconocido en Panamá. Para mí, lo más grande que ha ocurrido en la ciencia es el movimiento Ciencia en Panamá. Somos un grupo multidisciplinario, multiinstitucional de científicas y amigos de la ciencia, organizamos la Marcha por la Ciencia y además nuestra misión es popularizar la ciencia e impulsar políticas públicas basadas en ciencia. Las mujeres de ciencia en Panamá han sido y siguen siendo una gran inspiración para todas. Entre ellas, Sandra López Vergés, quien dirige virología en el Gorgas, y Oris Sanjur, quien también fue una de las 100 en Forbes. Además mi grupo de investigación es el Panamá Aging Research Initiative (PARI), la iniciativa enfocada en adultos mayores en Panamá, el grupo responsable por los estudios del alzheimer.
Panamá, para el producto interno bruto (PIB) que tiene, debería invertir mucho más en investigación. Estamos muy por debajo del promedio regional. En Panamá se invierte el 0,17% del PIB en investigación y creo que si algo sale de esta pandemia, es una realización y apreciación por el rol que juega la ciencia. Desde un inicio la labor que hicieron mis colegas del Instituto Gorgas, demostró que estaban preparados intelectualmente para realizar un trabajo de primer mundo. Definitivamente esto tenemos que destacarlo de la pandemia, la ciencia salva vidas y hay que invertir en ciencia. Para serte franca, el Estado no invierte lo suficiente en ciencia, la cifra citada no ha cambiado a lo largo de los años, hay que invertir más porque el recurso humano está ahí, y no puede trabajar sin insumos.
Estamos de acuerdo, eso es lo que caracteriza a las potencias y Panamá se tiene que sentir orgulloso de que tenemos buenos científicos, pero tiene que haber inversión detrás de ese orgullo y esas instituciones. Por ejemplo, el Gorgas y su trayectoria, o el Indicasat que es mucho más joven, requieren de inversión así como los laboratorios en las universidades, ahí nos estamos quedando cortos.
Hay que reconocer que la pandemia ha sido un reto para todos los países del mundo, eso sin duda. Creo que empezamos bien, tengo plena confianza en los científicos que están manejando la parte técnica de la pandemia, la parte de las pruebas y su interpretación, pero ya llevamos seis meses de aprendizaje y creo que debemos de prestar más atención a los países que han logrado llevar adelante las medidas de distanciamiento físico y han permitido la reapertura de las economías. Hay muchas personas pasándola muy mal; no ayuda cuando no tenemos un liderazgo que reconoce las dificultades, eso es muy decepcionante para mí y muchas personas. Cuando vemos las noticias internacionales y vemos a la primera ministra de Nueva Zelanda, que debería ser nuestro norte, Jacinda Ardern, y una de las características que tiene es que se comunica con su población todos los días, dice las cosas de frente. No estoy hablando de regañar a la población, sino que todos estamos en esto juntos, por lo tanto hay que decir cómo se van hacer las cosas y educar al respecto, no podemos estar adivinando. A la vez, el Estado tiene que aportar mucho más en cuanto al transporte público, a que las personas puedan quedarse en casa con un apoyo. Estas lecciones ya se han ido aprendiendo en otros países, no entiendo porqué en Panamá han tardado tanto en implementarlas. Si tuviera que dar una nota del uno al diez, en este momento no creo que se ganarían más de un tres o un dos, de diez. Nos hace falta mucho, estoy algo decepcionada con el manejo de la pandemia en este momento.
Primero, el programa lo desarrollamos un conjunto de personas que son tanto del ámbito clínico como de la investigación, y la razón por la que surge el programa de investigación enfocado en el envejecimiento en patologías que padecen las personas mayores, es porque el mundo está envejeciendo rápidamente, en particular en países como el nuestro. Por ejemplo, en Panamá en el año 2010 una de cada 10 personas tenía más de 60 años, pero en 2050 será una de cada cuatro personas. Estamos hablando de un montón de gente mayor y es un reto que tienen que enfrentar los países desde diferentes perspectivas, la social, la económica y de salud. Nosotros tomamos esto como un norte, un programa sostenible. Es importante establecer en Panamá una infraestructura de estudios de una población que está creciendo rápidamente y estaba siendo ignorada hasta el momento en que se desarrolla este programa de investigación.
Lo primero que tuvimos que hacer es crear los lazos entre las personas para llevar adelante el programa. Así que ahí jugó un papel muy importante el personal clínico, geriatras, psiquiatras, neurólogos y, del lado de la investigación, personas que pueden analizar la biología molecular, la genética, juntamos este grupo de personas y decidimos empezar el primer estudio clínico longitudinal de adultos mayores en Panamá. Lo que esto significa es que con base en unos criterios de inclusión entran al estudio y los seguimos a lo largo de los años. Queremos saber cómo envejecemos en Panamá, cuáles son los factores de riesgo y cuáles son los factores de protección, porque en Panamá hay muchas personas que tienen una gran longevidad y es interesante saber porqué algunas permanecen muy saludables y otras no. Entonces, el primer paso era establecer la infraestructura, y eso es importante porque a lo largo de los años, cuando las casas farmacéuticas quieren probar nuevos medicamentos para diferentes enfermedades, como el alzheimer, que ha sido una enfermedad que representa un tremendo reto para la comunidad científica médica, Panamá está preparada para participar en esos estudios. Los grandes hallazgos en realidad han sido establecer la infraestructura para participar en estos estudios. Dos, identificar los diferentes factores de riesgo para el deterioro cognitivo incluyendo el alzheimer. Algunos que ya sabíamos previamente es la edad, que parece algo de sentido común, pero hay que demostrarlo. También los bajos niveles de educación que son un factor de riesgo y que deberían ser parte de las políticas de Estado.
No. Como en tantos otros ámbitos, es una de las prioridades que tenemos a nivel nacional y nos faltan muchos datos. Especialmente datos que representen a toda la población, datos epidemiológicos. En neurociencias no hay estudios epidemiológicos aún. Además es muy difícil diagnosticar el alzheimer, en el punto más importante, que no es cuando surgen los síntomas, porque ya en ese momento es muy tarde. El alzheimer es una enfermedad degenerativa, no tiene cura, no hay medicamento que pueda detenerlo. De hecho, es la patología con la tasa más alta de fracasos en cuanto a ensayos clínicos, tenemos un gran reto por delante. Sin embargo, en estudios internacionales está más que comprobado que lo que ocurre en el cerebro, la neuropatía, cuando el cerebro se va degenerando, ocurre hasta 20 años antes de que aparezcan los síntomas. Entonces, si podemos identificar a esa persona a los 50 años, el medicamento tal vez pudiera poder detener la enfermedad, podamos intervenir, así que es importante ese diagnóstico temprano.
Buena pregunta. Ahí es donde viene el tema de los marcadores biológicos, lo que llamamos biomarcadores. La investigación está dirigida hacia la búsqueda de marcadores de alzheimer 20 años antes de que surjan los síntomas, es decir, que si pudiera escanear el cerebro a todas las personas de Panamá, lo cual no es posible, pudiera quizá detectar ciertas cosas en el cerebro que nos dicen que la persona está en riesgo. Pero esa no es la meta, nosotros no queremos un enfoque tan costoso. Si no parte de una atención primaria comunitaria, no es factible. Estamos buscando un enfoque: costo y tiempo eficiente. La investigación de alzheimer está dirigida a marcadores en sangre, porque la sangre se puede tomar en cualquier centro de salud y mientras se van abaratando los costos y mejora la tecnología de detección molecular, podemos detectar diferentes marcadores en sangre que nos indique no solo el riesgo, sino las personas que no están en riesgo y poder separarlas de las que posiblemente pudieran estarlo. Queremos lograr algún tipo de prueba de atención primaria que nos permita decir, esta persona necesita recibir otro tipo de atención, ya sea con neurólogo, psiquiatra, para poder tener una evaluación de más alta resolución.
Primero, ya se han detectado tres mutaciones genéticas que indican que esa persona va a desarrollar alzheimer. Pero ese tipo de alzheimer, lo que llamamos genético, representa quizá menos del 5% de todos los casos. El alzheimer más común es el esporádico, el que surge de una interacción entre genética y ambiente. Ese es el que estamos investigando. Hasta ahora, en nuestra labor de más de mil personas no hemos detectado un solo participante en Panamá que tenga esa mutación genética y que lo ponga en esa categoría de heredado, sino esporádico.
Creo que a veces, como se le da tanta importancia al tema genético, nos da la impresión de que la genética predice un montón de enfermedades. Pero las enfermedades que son meramente genéticas son una minoría, la gran mayoría de condiciones surge de una interacción entre genética y ambiente. Puedes tener un marcador genético para el alzheimer, pero lo puedes amortiguar teniendo conductas de protección contra el alzheimer. Es decir que puedes ser cargador de un gen que invita al riesgo de alzheimer, pero si a la vez tienes un montón de conductas protectoras, entonces amortigua el efecto del gen.
Todas las condiciones crónicas tienen ciertas conductas protectoras en común y el tiempo clave, entre los 40 y 60 años, ser físicamente activo, mantener el cerebro activo y esto es de muchas maneras, no solo estudiando y leyendo libros, sino interactuando socialmente. Somos seres sociales, no es bueno estar solo, o estar deprimido. También la circunferencia abdominal es bueno mantenerla baja en grasa, si se padece de hipertensión es muy importante controlarlo, manejarlo con medicamentos porque el cerebro necesita mucho oxígeno, de tal forma que si hay hipertensión tomar el medicamento, y revisar la presión arterial periódicamente. Recientemente se hizo un gran estudio metaanalítico, que toma el resultado de un montón de estudios, y mostraron, por ejemplo, que si nosotros podemos mitigar el impacto de esta conducta estando bajo nuestro control, podríamos mitigar entre el 30% y el 50% de los casos de alzheimer.
Estamos mucho más avanzados en poder definir cómo reducimos los riesgos del alzheimer, eso sí. Es decir, que si ya lo conocemos, lo que necesitamos son políticas de Estado para intervenir. En salud pública decimos una frase muy general: la salud es todo. Salud es ciudades saludables, tener dónde sentarse. Antes era como si eras discapacitada o no. Eso no tiene sentido, si todos vamos progresivamente necesitando ayuda o físicamente no somos tan fuertes. La idea es que para tener una sociedad más sana al final de la vida, hay que tener políticas de Estado dirigidas a eso, y los 120 a los 60 no es una política de Estado, aquí necesitamos políticas de cuidado, la mayoría de las personas que estamos al cuidado de los padres somos las mujeres, somos las hijas las que dejamos de trabajar para atender a nuestros padres, o las mujeres inmigrantes las que son contratadas para cuidar a los que están envejeciendo. Necesitamos políticas de Estado, eso es crítico para poder envejecer mejor y va a reducir la cantidad de personas enfermas de alzheimer al final de la vida. Por ejemplo, una buena alimentación, una buena educación, cuando escuchas, por ejemplo, que un niño muere de diarrea, que por supuesto es horrible, la pregunta debe dirigirse al niño que sobrevive en la misma casa, que tiene el riesgo de padecer de cosas terribles, si sobrevive a la adultez, muy probablemente va a tener degeneración cerebral. La salud es todo a lo largo del desarrollo, si queremos mitigar al alzheimer no podemos empezar a preocuparnos al momento en que tenemos 60 años, ya es muy tarde. Tenemos que empezar antes, adoptar una política de la tercera y cuarta edad. Hay que recordar que hay un montón de gente que tiene entre 70 y 80 años y que son súper productivos, y ese concepto de que la persona vieja es obsoleta, eso está muy mal, y no es así.
Yo hablo de esto mucho con mis colegas de neurociencia. A veces creemos que conocemos en realidad el 10% del cerebro en su totalidad a nivel molecular, y genético. Este es un órgano de donde surge nuestra personalidad, lo que somos, y eso es algo tan maravilloso y tan complejo, cuando nos da miedo, cuando se siente amor, cuando tienes asma, todo eso está recordado por el cerebro y por tanto es un órgano extremadamente complejo.
Por muchas razones. Primero, es difícil acceder al cerebro, tomar una biopsia por ejemplo porque es invasivo. Tomar una muestra del líquido cefalorraquídeo eso también es invasivo, por eso es que es tan importante lo de los marcadores de sangre. En el momento en que podamos tener una muestra de sangre que diga cómo está la salud cerebral, vamos a avanzar mucho más, y ya estamos avanzando en eso. Hay muchos grupos que han podido identificar diferentes proteínas en sangre que predicen con alta precisión si esa persona va a desarrollar alzheimer o no. Lo que pasa es que ahora tenemos que implementarlo a nivel de atención primaria, se tiene que poder implementar en las comunidades, pero vamos en esa dirección.
Primero es que los signos están ahí poco a poco. De hecho, la misma persona se va dando cuenta primero, son cambios subjetivos, de repente yo me estoy dando cuenta de algo, pero la persona que vive conmigo no, y luego esta se da cuenta. Lo que pasa es que esos cambios en el espacio neuronal, esas acumulaciones de proteínas empiezan a ocurrir en áreas del cerebro donde la memoria se crea, donde hay convergencia de lo que vemos, lo que sentimos y lo que oímos. El área sensorial converge en el hipocampo y ahí se empieza a deteriorar el cerebro y esas áreas proyectan a otras más y se comprometen. Lo que se ve comprometido es la señalización de las neuronas, que es el trabajo principal del cerebro, señalizar, así que si se ve comprometido el cerebro entonces se sufren cambios de personalidad, de repente estás irritable, o impaciente o estás confundido momentáneamente, no solo es pérdida de memoria. Por eso es tan complejo el alzheimer, hay una gama de diferentes cambios conductuales que algunas preceden el cambio de memoria, o suceden depresiones, la persona se va dando cuenta de que algo está cambiando.