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- 22/01/2024 00:26
- 21/01/2024 18:14
El estremecedor sonido de las balas resonó en La Feria, en el corregimiento de Cristóbal, en la provincia de Colón. A plena luz del día, un hombre, armado hasta los dientes, irrumpió en una actividad deportiva en busca de su enemigo. Sin embargo, la tragedia se cernió sobre la comunidad cuando una niña de dos años quedó en medio del atentado, perdiendo su vida inocente. A su lado, una adolescente de 13 años sobrevivió milagrosamente a la ráfaga de balas.
Seis meses después, la Torre 7-A de Curundú se sumió en la oscuridad de una nueva víctima. Un enfrentamiento entre bandas delictivas desencadenó disparos cruzados, y una niña de 8 años quedó atrapada en la danza de balas, convirtiéndose en otro trágico episodio de la violencia que azota a la niñez panameña.
Estos dos relatos representan la punta del iceberg de la tragedia que ha envuelto a la niñez panameña. Nueve casos de muertes violentas de niñas fueron registrados el año pasado, dos de ellos los que acabamos de relatar.
Sin embargo, la cruel realidad es aún más sombría: 47 niños y adolescentes perdieron la vida en 2023, un aumento impactante del 30% en comparación con el año anterior y constituyendo un 8% de todos los homicidios del mismo período.
Colón se convierte en el epicentro de esta epidemia, con 17 casos, todos vinculados por el trágico común denominador del uso de armas de fuego. El área metropolitana le sigue de cerca con 13 casos. Uris Vargas, fiscal Superior de la Sección de Homicidio y Femicidio, revela que la rencilla entre pandillas fue el móvil en al menos siete de estos casos.
Durante las investigaciones de homicidios, un equipo multidisciplinario, compuesto por fiscales del Ministerio Público, trabajadores sociales y criminólogos, se adentra en el entorno de las víctimas para dilucidar los motivos del homicidio y señalar a los autores.
Sombras en el hogar y el flagelo de la violencia infantil
Los especialistas han identificado hogares en vulnerabilidad en el área metropolitana, donde la disfuncionalidad, la adicción de los padres, el abandono escolar y la presencia de pandillerismo o bandas juveniles contribuyen al riesgo de los niños y adolescentes.
Danilo Toro destaca la alarmante influencia del mercado oscuro de armas en estos entornos. La Organización Mundial de la Salud, en 2022, alertó sobre la violencia como una de las principales causas de disfunción en adolescentes, resaltando la necesidad de abordar este fenómeno que afecta principalmente a varones.
Los expertos, tras analizar esta ola de violencia, coinciden en que es imperativo que los sistemas de seguridad y justicia protejan a la niñez y la juventud. Carlos De Icaza, exjefe de la Unidad Antipandillas y subcomisionado retirado de la Policía Nacional, arroja luz sobre la conexión entre la violencia y la existencia descontrolada de armas ilegales en manos de personas sin la capacitación necesaria.
De Icaza denuncia las distintas modalidades del crimen organizado, destacando la facilidad con la que las personas menores de edad son inducidas a cometer delitos y homicidios, dada su inimputabilidad. La carencia de educación y control en el hogar se presenta como el caldo de cultivo para la participación de los jóvenes en grupos delictivos.
Danilo Toro, sociólogo, pone al descubierto un mercado alarmante que promueve comportamientos negativos mediante la disponibilidad fácil de armas. Critica la falta de políticas públicas efectivas para contrarrestar los asesinatos de niños y adolescentes con armas de fuego, señalando la urgencia de acciones profundas por parte de las autoridades.
La ausencia de una dirección clara y medidas preventivas coloca a la sociedad en una encrucijada, evidenciando una problemática que requiere intervenciones urgentes y profundas, según las palabras del sociólogo.
El criminólogo Carlos González, de la Universidad de Panamá, contextualiza la situación al señalar que la delincuencia juvenil florece en contextos socioculturales de bajos ingresos económicos. La exclusión social, la pobreza y la distribución desigual de la riqueza son terrenos fértiles para que la población de niños, niñas y adolescentes (NNA) se convierta en víctima de violencia y abuso en una sociedad marcada por la brutalidad.
González apunta a la crianza, el entorno social y el bienestar proporcionado por el Estado como factores homogéneos que influyen en los homicidios, destacando la responsabilidad de la sociedad en prevenir la caída de los jóvenes en el abismo de la delincuencia.
La socióloga Rubiela Sánchez sostiene que el homicidio de un adolescente que está inmerso en pandillas y el narcotráfico es el detonante final, “es la evidencia de que hemos fracasado como sistema y sociedad”.
”No hemos realizado programas efectivos para impedir que el narcotráfico deje de ser lo más atractivo en algunas comunidades donde es perceptible la frustración de no tener recursos para subsistir en una sociedad tan consumista, que te bombardea con propaganda de lo que está de moda, el celular modelo último, las zapatillas o hasta el apoyo que puedes dar a tu familia para las necesidades básicas”, dice la socióloga.
Para el psicólogo Fernando Gómez es fundamental que los padres ejerzan una labor responsable como cuidadores. “Tómense en serio la labor de los padres. Estén allí, no sean ausentes porque muchas veces los niños encuentran estos malos caminos porque los padres no los han aconsejado o acompañado suficiente”, señaló Gómez.
Los asesinatos de infantes (0 a 5 años) es otra cruda realidad. En el país han ocurrido casos que son investigados y cuyas víctimas tuvieron un día de vida. La estrangulación de un bebé por su propia madre fue un hecho ocurrido en Las Mañanitas, ciudad capital, narró una fuente de investigación consultada.
La autora del homicidio aseguró haber tenido un aborto espontáneo, pero al ser examinada por médicos se comprobó que había dado a luz. El niño había nacido vivo. Fue el esposo quien encontró al bebé dentro de un cesto de ropa sin vida.
Este caso fue investigado por la Sección de Femicidio y Homicidio del área Metropolitana, el cual se encuentra a la espera de la fase de juicio oral, donde la madre es la imputada
En los hogares hay todo tipo de hechos violentos, entre ellos, el maltrato. Muchos de los casos nunca se denuncian. En ocasiones por la edad y condición de desarrollo y dependencia de la víctima (bebés e infantes, niños).
Según el “Análisis de Situación de violencias contra niños, niñas y adolescentes en Panamá”, del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) del 2018, cada vez hay mayor número de niños y adolescentes víctimas de violencia que requieren la protección del Estado , tanto en su forma de prevención como de atención.
Una persona que pasa por una situación de violencia, incluso quien la presencia puede experimentar consecuencias mentales, estrés, miedo, establece el psicólogo Fernando Gómez.
En conclusión, la violencia desatada sobre la niñez panameña ha creado silencios rotos y gritos ignorados. La ineficiencia del sistema educativo, el acceso peligroso a armas de fuego y la ausencia de políticas públicas forman un tejido social frágil que exponen a las personas menores a un entorno desafiante.
Danilo Toro, el sociólogo, insta a la sociedad y al gobierno a tomar medidas decisivas para proteger el futuro de la juventud y restaurar la integridad de un sistema educativo colapsado.
En medio de este paisaje desolador, cada niño y niña perdida clama por un cambio que les devuelva la esperanza y la seguridad que les han sido arrebatadas.