Integrantes de la caravana migrante en el estado de Chiapas, en el sur de México, denunciaron este jueves 21 de noviembre que las autoridades les bloquearon...
- 29/07/2023 00:00
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El debate preelectoral viene destejiendo las telarañas que lo hacían impreciso. Los discursos son cada día más actuales y concretos y como que se acercan a los problemas que interesan a los electores.
En mi crónica anterior hacía referencia a la tendencia de los candidatos de convertir sus arengas en simples halagos dirigidos a sus copartidarios. Se mantenían en la periferia del área gubernamental, de modo que no se cuestionaba profundamente la gestión oficial.
En los últimos discursos observo que todo ha cambiado y con el transcurrir de los días y con el sacudimiento de algunos hechos políticos del adversario cambiará mucho más. Ya no solo se escuchan palabras dirigidas al proselitismo interno, ahora se ventilan los problemas nacionales y el desafío a la política gubernamental distingue el cuadro pre-electoral. Esta nueva línea fue ampliamente estrenada por el panameñista Marco Ameglio el miércoles último con motivo de la presentación de su plan de gobierno.
Entiendo que la profundización de las posiciones crispantes no solo fluye de la propia cosecha personal, sino que coadyuva en su germinación, lo que ocurre en otras latitudes de confrontación política. Los encuentros polémicos entre los candidatos demócratas a la presidencia de los Estados Unidos son dignos de una imitación local. Entre ellos se examinan los problemas críticos de su nación, las soluciones posibles, los errores gubernamentales, lo que se haría a cambio de lo que se viene haciendo y todos se matiza con la sutileza necesaria al examinar los antecedentes políticos y hasta personales de cada candidato. El intercambio de dardos, de promesas hasta inverosímiles y de soluciones llega objetivamente al mundo escrutador del elector y en cada debate se consolida la figura que puede ser la más prudente o la menos vacilante a la hora de tomar decisiones. En un país tan poderoso, el saber tomar decisiones determina, en gran medida, el respaldo de las mayorías.
En el escenario electoral español también encuentran o encontrarían nuestros candidatos algunas enseñanzas. La oposición del Partido Popular que lideriza Rajoy es absolutamente agresiva. Tiene la particularidad de endosarle al Presidente Rodríguez Zapatero todo lo malo que ocurre en España. Hace un par de días escuché a un líder del partido opositor palabras que atribuían a la crisis económica mundial y que repercute en España a la mala política del gobierno de Rodríguez Zapatero. Este tipo de oposición, la española, se puede adoptar en la etapa inicial únicamente para resolver problemas de imagen. Es decir, para que algún partido carente de militancia adquiera su identidad o su papel de beligerante en el campo de la oposición. Se trata de una manera de recuperar espectacularmente el tiempo perdido.
Abundando en otras opiniones que guardan relación con lo que viene dicho, debe recordarse que toda política es un programa de acciones. Pero toda política es también materia de revisiones constantes en la mediada en que algunas acciones del adversario conllevan mensajes que obligan un cambio de estrategia, no simplemente de táctica. Las estrategias se refieren a los fines, las tácticas a los métodos.
Las recientes elecciones y demás trámites administrativos destinados a escoger los delegados del PRD tienen un mensaje para la oposición. Sin penetrar en las intimidades controvertidas de aquel sufragio y sin entrar en el análisis del abstencionismo mayoritario de la membresía de ese partido, existe un fruto concreto, objetivo: a las urnas concurrió un cuarto de millón de votantes. Este hecho debe encerrar un mensaje escalofriante para la oposición.
En materia de matemática electoral el avestruz no es el maestro. En la oposición existen maestros de las matemáticas y ellos deben influir para que todos los partidos de la oposición revisen sus programas y fines y entiendan que éste es el momento propicio para madurar y concretar una candidatura presidencial única de la oposición.
A su vez puedo comentar que la demostración de fuerza del PRD paradójicamente puede producir un boomerang de efectos negativos para el propio PRD si la oposición atiende el mensaje, lo procesa y lo digiere positivamente. Le puede ocurrir al PRD lo que en 1952 le ocurrió a la Alianza Civilista, que tenía como candidato presidencial a Roberto F. Chiari. El cierre de campaña de la Alianza Civilista fue espectacular. Nunca se había concentrado una multitud tan convencida de su triunfo. Al final de la concentración nadie dudaba de la victoria electoral de Roberto F. Chiari.
Las fuerzas políticas que respaldaban al candidato oficialista, el Comandante José Remón, salieron del espanto a la acción, digirieron a plenitud el mensaje, y el escrutinio final registraba regiones en la que hubo más votos que votantes. Se le fue la mano del fraude a los oficialistas ante la sorpresa del cierre de campaña de Chiari.
La perspicacia opositora o el talento de sus líderes, todos sin antecedentes totalitarios, puede hacer el milagro democrático de ajustar las aspiraciones individuales a la buena matemática electoral, la que enseña que sumando se puede vencer al Goliat de turno de la burocracia.
Publicado originalmente el 26 de enero de 2008.