“No dejo de oír a la gente pidiendo auxilio, su hilo de voz perdiéndose en la oscuridad y la silueta de un hombre en el techo de su coche alumbrada por...
- 22/08/2021 00:00
- 22/08/2021 00:00
Con el advenimiento de la pandemia, todos los aspectos de la vida cotidiana en las personas se vieron afectados. Se evidenciaron las condiciones de desigualdad social, la debilidad de los gobiernos en la administración del Estado frente a la atención de las diferentes necesidades sociales de la población panameña. Los sistemas de salud estuvieron al borde del colapso, y hoy todavía se vislumbran las posibilidades de rebrotes o nuevas olas de contacto que muestren y mantengan las diferencias antes de la crisis sanitaria.
La seguridad ciudadana ha transitado por diferentes situaciones producto de las acciones tomadas por el Gobierno nacional en este contexto. Al iniciar la pandemia, la decisión de los confinamientos tuvo efectos en diferentes aspectos de las relaciones de personas, grupos, organizaciones.
En el caso de los hechos relacionados a organizaciones delictivas vinculadas al narcotráfico, y el mercado interno en la ciudad, podemos decir que se vio mermado producto del control de las autoridades que redujo la interacción ciudadana: según los datos del Sistema integrado de Estadísticas Criminales, en los meses de marzo a mayo de 2020 hubo una disminución importante de incautación de drogas por las autoridades. Esto muestra que los controles a los que se sometió la población, no solo de Panamá, trajo consigo la reducción de esta actividad.
En cuanto a los homicidios, se muestra en los primeros meses de la pandemia (2020) un aumento significativo comparado con 2019, principalmente los relacionados con pandillerismo y rencillas delincuenciales. Una de sus causas podría ser la interacción comunitaria en espacios reducidos y disminuidos por las presiones de las medidas de confinamiento establecidas por el Gobierno nacional sobre la pandemia.
Para 2021, parece que vuelven a estabilizarse las cifras producto de la normalización y flexibilización de las medidas. Es decir, las relaciones comunitarias en espacios barriales se han intensificado debido al confinamiento. Las relaciones más amplias referidas al abastecimiento del narcotráfico en zonas propias de mercado local, ha traído consigo el aumento de rencillas delincuenciales y personales.
La situación de carencia generalizada aumenta las posibilidades de conflictos en las zonas más necesitadas del país, produciendo episodios comunitarios y domésticos de violencia.
En el estudio “Violencia de género en tiempos de pandemia”, la especialista en temas de género Johana Garay afirma que los datos sobre denuncias en el tema de violencia de género indican una disminución, lo que no se apega a la realidad. Compartimos el argumento de la especialista que las denuncias disminuyen por la dinámica de confinamiento extremo impuesto por el Ministerio de Salud. Las relaciones en el hogar han producido episodios de violencia no denunciadas, por la capacidad de movilización reducida a horas para el abastecimiento de la vivienda, dando lugar a situaciones que han quedado en los espacios “privados”.
Estos y otros eventos sugieren un análisis más profundo con indicadores y herramientas teóricas que permitan indagar las causas, consecuencias y acciones para intervenir en los hechos de violencia e inseguridad del país.
Con el inicio de la pandemia, la poca información sobre el virus, las formas de atención, la letalidad de este y las acciones recomendadas en el gobierno provocaron incertidumbre, inseguridad y miedo en la población. Según Zygmun Baumann, cuando una población experimenta incertidumbre prolongada y miedo, produce dos condiciones que la gente puede entender como humillantes.
Por un lado, la ignorancia, que en la condición en este caso de pandemia y peligro de muerte, no sabes dónde y cómo termina la historia. Es decir, inicia la pandemia y la sensación de miedo unida a la incertidumbre produce la frustración de las personas por no saber o entender claramente, cómo termina este episodio, que ha trastocado todos y cada uno de los aspectos experimentados en su vida cotidiana.
Por otro lado, según Baumann, se encuentra el sentimiento de impotencia de las personas de intervenir en esa realidad para cambiarla. En este sentido, las medidas impuestas y las formas de combatir el virus fueron muy populares, y cumplidas a cabalidad en los primeros meses de pandemia. La población se sometió al control en nombre de la reducción de contagios. Estas actitudes están contextualizadas por el miedo y el desconocimiento de una situación inédita.
Esto provocó que, en la primera etapa de la pandemia, la población se plegara sin mayor resistencia a las acciones que hoy son denunciadas como vulneraciones a la libertad. Es decir, sacrificó en nombre del miedo, libertades por seguridad. Hoy se indica que se incumplen con las medidas por las fiestas clandestinas, se han descuidado las medidas de bioseguridad, entre otras acciones que en un principio fueron respetadas. Es decir, el tiempo transcurrido respecto a la pandemia, ha creado en la población una posición distinta frente a su libertad, y el control sobre la gente se ha visto cada vez más mermada.
Estas etapas de control y libertad de los ciudadanos se han visto reflejadas en las estadísticas de violencia y seguridad. Las interacciones se restablecen y las dinámicas sociales adscritas a esta se recuperan. No ha habido la posibilidad de una intervención permanente para lograr cambios sustanciales y permanentes en esas dinámicas. Es decir, se empieza a regresar a la “nueva normalidad” con todos los aspectos de la “vieja normalidad” en temas de seguridad.
Como dijimos al inicio, se ha evidenciado la debilidad del gobierno para la atención de los temas de seguridad. Hoy, al experimentar la posible salida de la pandemia, queda claro la ausencia de la aplicación de una política integral de seguridad ciudadana. Se ha improvisado en año y medio de pandemia. Los documentos de políticas jamás han sido ejecutados y se reacciona frente a los sucesos que se están incrementando paulatinamente, según se van levantando medidas en las poblaciones y barrios; ahora con un contexto social y económico de mayor crisis.
Urge retomar las acciones de prevención en las comunidades, urge generar empleos y oportunidades para la población. Pues la plataforma social está dada para generar un espacio de inseguridad para el que, como se ha demostrado, no estamos preparados.
El autor es sociólogo. Académico e investigador de la Universidad de Panamá
Pensamiento Social (Pesoc) está conformado por un grupo de profesionales de las ciencias sociales que, a través de sus aportes, buscan impulsar y satisfacer necesidades en el conocimiento de estas disciplinas.
Su propósito es presentar a la población temas de análisis sobre los principales problemas que la aquejan, y contribuir con las estrategias de programas de solución.